La situación no puede ser más cotidiana. Todo el mundo ha experimentado o conoce el caso de alguien que ha subido de peso, de alguien a quien las analíticas le han reportado un mal pronóstico en forma de exceso de colesterol o azúcar o, por el contrario, de alguien al que esa analítica le ha confirmado un déficit de alguna vitamina o mineral. Es entonces cuando el concepto “dieta” sale a relucir y nos preguntamos quién, entre los profesionales sanitarios, se debe encargar de darnos el mejor asesoramiento en cada circunstancia.
Esta realidad, además de habitual, también puede tornarse especialmente delicada. Por ejemplo, en los casos de síndrome de intestino irritable (sobre el que planea un complejo y personalizado tratamiento dietético). Lo mismo pasa con otras patologías en las que la “dieta” –entendida como la parte del tratamiento basado en recomendaciones alimentarias adecuadas a cada patología– desempeña un papel primordial, como la enfermedad celiaca, diabetes, alergias o intolerancias alimentarias. Y es frecuente que nos asalte la duda al respecto de quién es el profesional sanitario que nos puede asesorar. Todo ello sin olvidar que, cuando se habla de “tratamiento”, nos referimos a la mejor de las pautas dietéticas que se puedan aportar en cada caso, teniendo en cuenta tanto las características propias de cada patología como las circunstancias de cada paciente.
Las dudas de los pacientes
Buena parte de los consumidores no saben cuáles son las competencias y atribuciones propias de muchos profesionales de la salud, al menos en lo que se refiere al aspecto dietético. Además, se suele asumir que determinadas titulaciones “son más” que otras, algo que en el plano académico puede ser comprensible (hay formaciones con mayor carga lectiva), pero que en el terreno práctico carece de sentido.
Por muy prolijos que sean los conocimientos de una determinada titulación, es más que posible que otras carreras puedan ofrecer –tal y como sucede en la realidad– un conocimiento más especializado en determinados aspectos. Existe un conjunto de profesionales sanitarios que comparten una formación común pero que, sin embargo, difieren en la profundidad y la orientación de su especialización. ¿Qué es lo que distingue a cada profesional en el manejo de las cuestiones dietético-alimentarias?
La formación oficial
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Existen tres titulaciones oficiales que están intrínsecamente relacionadas con la dietética y la nutrición:
- 1. Médico especialista en endocrinología y nutrición.
Este profesional se encarga de diagnosticar y tratar las enfermedades hormonales (como la diabetes o las alteraciones de las glándulas tiroides), del metabolismo y de los problemas nutricionales. Al tratarse de una especialidad médica, deben contar con la licenciatura o grado en Medicina. Es una titulación verificada por el Consejo Nacional de Especialidades Médicas que, por supuesto, también se encuentra recogida en la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias 44/2003 (LOPS).
Entre sus competencias generales y formativas la ley reconoce “el conocimiento teórico y práctico de las correspondientes técnicas diagnósticas, medidas dietéticas y terapéuticas, así como las normas de medicina preventiva relacionadas con estos campos. El especialista en endocrinología y nutrición es el competente para atender, tanto de forma ambulatoria como hospitalaria, todas las patologías que corresponden a la especialidad a lo largo de todo el ciclo vital”.
Además, es el único profesional de los analizados que puede recetar fármacos. En este caso la formación está enmarcada en un plan a más largo plazo. Pese a ello, lo cierto es que estos especialistas están, al menos en lo que refiere a su formación reglada, a años luz de obtener las perspectivas generales y, al mismo tiempo detallistas sobre nutrición.
- 2. Graduado Universitario en Nutrición Humana y Dietética.
Según la LOPS, estos profesionales sanitarios desarrollan actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas, “adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas, de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública”. Este grado oficial se puede cursar a día de hoy en más de veinte universidades españolas. Las materias se imparten en cuatro cursos. Las asignaturas están enfocadas a comprender el acto alimentario tanto desde una perspectiva comunitaria y de salud púbica como desde una vertiente personalizada.
Además del conocimiento íntimo de los alimentos a partir de asignaturas como bromatología (estudio de los alimentos, desde su composición y propiedades hasta su fabricación y conservación) o tecnología alimentaria (disciplina que investiga las características físicas, químicas y biológicas de los productos alimenticios), el dietista-nutricionista suele tener una formación significativa en cocina, de forma que, a priori y basándose en su currículo formativo, es el profesional idóneo para dar un consejo alimentario e intervenir en la alimentación de las personas.
- 3. Técnico Superior en Dietética.
Se trata de estudios de Formación Profesional de grado superior. Cuenta con carácter oficial y se puede ejercer en todo el territorio nacional. Esta titulación se suele realizar en institutos y centros de Formación Profesional y tiene una duración de dos años. También está incluido en la LOPS 44/2003 y su competencia general es “elaborar dietas adaptadas a personas y/o colectivos y controlar la calidad de la alimentación humana, analizando sus comportamientos alimentarios y sus necesidades nutricionales; programar y aplicar actividades educativas que mejoren los hábitos de alimentación de la población, bajo la supervisión correspondiente”.
Este último aspecto señala un matiz diferencial con respecto al resto de las titulaciones oficiales, de forma que los técnicos superiores en dietética deberán contar con la supervisión de un facultativo para realizar su labor. Es decir, un profesional con una titulación superior en este ámbito, como puede ser un médico o un dietista-nutricionista.
Acercamiento a la nutrición
En las paredes de ciertas consultas cuelgan otras titulaciones oficiales. Muchas son sanitarias, y han contado en el periplo formativo con algunas aproximaciones (en comparación, sobre todo, con las dos primeras categorías) a conceptos dietético-nutricionales. Es el caso de grados como los de Farmacia o Enfermería y, en algún aspecto tangencial, los de Fisioterapia o Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. En muchos de estos casos el tratamiento de estos contenidos se realiza a partir de asignaturas aisladas, relativamente cortas y, en ocasiones, optativas (es decir, no son obligatorias para el alumno).
También proliferan estudios de máster o posgrado en los que la nutrición y dietética pueden ser materias principales. Pero en esos casos, desde un punto de vista académico y formal, los títulos no serán nunca “profesionalizantes”, no facultarán para el ejercicio de la profesión como los dos primeros abordados en esta tipología.
Y, por último, existe una extensísima oferta de cursos, cursillos, formaciones o actualizaciones que invitan a creer que aquellas personas que los poseen son, de algún modo, profesionales de la nutrición y dietética. Nada más lejos de la realidad. Este tipo de titulaciones se ofrecen a través de academias y centros de formación y su título no es oficial, por lo que la garantía no es la misma. Estamos ante la clase de titulación que suelen esgrimir algunos coaches o asesores nutricionales de los que conviene huir.