La nueva moda dietética que arrasa en Internet viene desde Silicon Valley, el lugar de EE.UU. donde se encuentran las principales empresas tecnológicas del mundo. Se trata de la dieta del ayuno y del café, una propuesta que, como su nombre indica, consiste en suprimir comidas y aumentar el consumo de cafeína. Y ya. No hay más sugerencias ni pautas, salvo el convencimiento de que es útil para quemar grasa y bajar de peso. En el siguiente artículo, se ahonda en esta cuestión.
Dieta del ayuno y del café, dieta de Silicon Valley o simplemente biohacking. Con estos nombres se ha difundido una nueva propuesta para bajar de peso y rendir más en el trabajo. Se trata de una «dieta» que no tiene más sustancia que el título, ya que todo se reduce a ayunar y beber café. Su ideólogo, según recoge el periódico The Guardian, se llama Phil Libin y no es dietista-nutricionista ni médico ni cocinero, sino director ejecutivo de una exitosa compañía digital.
En la entrevista concedida a este diario británico, Libin relata cómo introdujo el ayuno y el consumo de café en su vida cotidiana, cómo bajó de peso en ocho meses gracias a esa combinación y el modo en que ha mejorado su vida desde entonces: «‘Estoy mucho mejor de ánimo, mi atención es mejor y hay un suministro constante de energía. Me siento mucho más saludable. Me está ayudando a ser un mejor CEO’, dijo con una taza de café negro, uno de los muchos de ese día […]. ‘Entrar en ayuno es definitivamente una de las dos o tres cosas más importantes que he hecho en mi vida'».
Convertir una anécdota en una categoría
Lo primero que llama la atención de su relato es que está hecho en primera persona. Es decir, que Phil Libin cuenta algo que le ha servido a él en un momento específico de su vida. Un testimonio. Esta manera de plantear las cosas -ya sea un método, una fórmula o una dieta- es lo que muchos expertos en ciencias denominan el «a mí me funcionismo» y que consiste en inferir que una experiencia puntual, personal y acotada en el tiempo puede extrapolarse al conjunto de la población con idénticos resultados. En otras palabras, convierte una anécdota en una categoría.
Y lo segundo que sorprende es la frase «me está ayudando a ser un mejor CEO», que combina los supuestos beneficios físicos de esta dieta con los intelectuales y profesionales. Cualquier «dieta milagro» al uso, hasta la menos refinada y verosímil, apela a los buenos resultados y al éxito asociado en otras facetas de la vida. Es lo mismo que hace la publicidad, que nunca vende un coche, unas galletas o un teléfono despojados de un contexto, sino que, por el contrario, crea en torno a estos objetos una atmósfera de felicidad y bienestar. Así, cuando compramos ese coche, esas galletas o ese teléfono, en realidad estamos adquiriendo todo el paquete emocional del anuncio. Con las «dietas milagro» sucede lo mismo.
Esas viejas dietas nuevas
La dieta del café de Silicon Valley se difundió hace pocos meses: en septiembre de 2017. Sin embargo, parece «vieja», como si ya se conociera desde hace años. Y esto tiene una explicación o, mejor dicho, dos.
La primera es que, en efecto, ni el ayuno ni el café son métodos nuevos para adelgazar. Hay decenas de dietas que encumbran a uno, a otro o a ambos como la solución definitiva para perder kilos hasta alcanzar el mal llamado «peso ideal» (un concepto que, como explica el dietista-nutricionista Julio Basulto en este artículo, es erróneo).
La otra razón para que parezca «vieja» es que esta dieta se suma a una larga lista de dietas definitivas que no deja de crecer y reinventarse. Y que, como bien cuenta el también dietista-nutricionista Aitor Sánchez aquí, apelan a un único ingrediente o alimento, como la alcachofa, la kombucha, el jarabe de arce o la piña. Basar la alimentación en un único ingrediente es irracional e inexplicable, desde un punto de vista dietético. «La finalidad es acabar dando una pauta extremadamente sencilla de seguir, sin complicaciones ni distracciones», comenta Sánchez, quien añade que el adelgazamiento no se produce por ese alimento concreto (el que sea), sino por el ayuno.
Ante esta «nueva dieta vieja», cabe hacer tres reflexiones sencillas, pero importantes:
- 1. Que parezca poco novedosa cuando solo han pasado tres meses desde que se popularizó muestra lo efímero -y frecuente- de estos fenómenos dietéticos.
- 2. Que la dieta mágica de turno dure poco en el tiempo no significa que sus efectos negativos sean fugaces. Al contrario. Además de recuperar los kilos perdidos (con el famoso efecto yoyó), se sigue postergando el momento de aprender a comer bien, de un modo sano, placentero y enmarcado en un estilo de vida también saludable.
- 3. Si las «dietas milagro» fueran en realidad eficaces, saludables y definitivas, se habrían desterrado hace tiempo las altísimas tasas de sobrepeso y obesidad que se registran en la actualidad y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) califica de «pandemia». El síndrome metabólico, la diabetes, el colesterol y las demás enfermedades crónicas asociadas al sedentarismo, el sobrepeso y la mala alimentación son demasiado serios y graves como para hacerlos desaparecer con un truco de magia.