La obesidad abdominal conlleva riesgos importantes para la salud y comporta complicaciones metabólicas, incluso diabetes tipo 2. Según la Escuela de Medicina de Harvard, un perímetro de cintura excesivo supone un riesgo aumentado de infarto de miocardio, infarto cerebral, diabetes, disfunción eréctil y otras dolencias serias. Entre estas últimas figura el insomnio. Esto se puede mejorar al perder esos kilos de más localizados, ya que la barriga es una peligrosa “curva de la felicidad”. A continuación se incide en la importancia del descanso nocturno para la salud, se explica cómo tener menos barriga favorece el sueño y se dan pautas para cuidar el perímetro de la cintura.
La importancia del descanso nocturno para la salud
Dormir bien es importante para la salud física y mental. Y dormir mal (padecer alteraciones o trastornos del sueño de forma crónica) aumenta el riesgo de hipertensión arterial, infartos (de corazón y cerebrales) y arritmias.
Los problemas para dormir bien son habituales en las personas con obesidad. Entonces, a los conocidos riesgos que confiere el exceso de peso, hay que sumarles los asociados a un mal descanso nocturno y a la mala calidad del sueño. Una publicación sobre este tema de la Escuela de Medicina de Harvard ofrece consejos sobre cómo mejorar el sueño, al tiempo que alerta de que los estudios relacionan a las personas que duermen menos y peor con una merma de la salud. De no poner remedio a estos trastornos, los daños para el organismo van desde las ya citadas enfermedades vasculares hasta un mayor número de infecciones, mayor riesgo de diabetes tipo 2, depresión e, incluso, mortalidad.
Menos barriga, mejor sueño
Dormir bien es importante para nuestra salud, ¿pero cómo conseguirlo? Hay múltiples técnicas y remedios, e incluso medicamentos, algunos más efectivos que otros y no todos sin efectos secundarios. Aunque no siempre es sencillo, parece que perder peso es una de las mejores estrategias para conseguir un mejor descanso nocturno.
Perder peso es una de las mejores estrategias para mejorar el descanso
En noviembre de 2012, durante el congreso anual de la Asociación Americana del Corazón, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins presentaron los resultados de un estudio que confirma que perder peso mejora la calidad del sueño. Las 77 personas que formaron parte de la investigación (todas ellas con exceso de peso y diagnosticadas de prediabetes o de diabetes tipo 2) se sometieron a un programa de pérdida de peso. La mitad de ellas solo siguió una pauta alimentaria para bajar kilos, mientras que el otro 50%, además de la dieta, se sometió a un programa de actividad física. Después de seis meses, ambos grupos perdieron de media casi siete kilos y redujeron en un 15% la grasa abdominal. Cuando se les preguntó por los problemas que habían declarado en relación al sueño (apneas, fatiga durante el día, insomnio, sueño interrumpido o inquieto), los dos grupos mostraron, sin diferencias entre ellos, claros signos de mejoría (en torno a un 20%). En este sentido, la reducción de grasa abdominal se mostró como el mejor precursor de la mejoría en el sueño, tanto en hombres como en mujeres y para todas las edades.
La cintura: el riesgo se mide en centímetros
Para valorar el grado de riesgo asociado a una cantidad excesiva de grasa abdominal, se utiliza el perímetro de la cintura. Se estiman parámetros de riesgo aumentado a partir de 102 centímetros (cm) en varones y 88 cm en mujeres, con independencia de si se padece sobrepeso u obesidad. Por lo tanto, en caso de estar en esta situación (y sobre todo si existe además un exceso de peso), se aconseja ponerse en manos de un médico y de un dietista-nutricionista.
Con una pérdida adecuada de peso, se conseguirá disminuir la masa grasa excesiva del organismo y, por lo tanto, reducir el perímetro de la cintura hasta mejorar o eliminar los riesgos asociados al exceso de peso y a la acumulación de grasa abdominal.
No se puede olvidar que las pautas dietéticas deben ser individualizadas, así como los objetivos de pérdida de peso. Además del consejo dietético, es necesario un plan de actividad física y soporte psicológico para conseguir la modificación de la conducta. En determinadas circunstancias, puede valorarse el uso de la farmacoterapia y la cirugía, siempre bajo supervisión médica.