La diarrea aguda es una de las causas más frecuentes de malestar entre los niños y, si no se atiende a tiempo, uno de los principales motivos de hospitalización. El origen, a menudo, es de tipo infeccioso, como consecuencia de una intoxicación alimentaria -alimento o bebida contaminado por bacterias, virus, parásitos- o porque se tienen reducidas las defensas del organismo. El denominado “virus de las 24 horas” es un tipo de diarrea aguda que se resuelve con unos cuidados mínimos en uno o dos días. A los adultos, la toma simultánea de varios fármacos también puede provocarles diarrea, igual que el abuso de laxantes y los cambios repentinos en la alimentación, como el aumento brusco del consumo de alimentos ricos en fibra. El tratamiento dietético de la diarrea se centra en dos pilares principales: la reposición instantánea y continua de los líquidos y electrolitos, y la introducción progresiva de alimentos de carácter astringente y con poco residuo (fibra).
Terapia de rehidratación oral
Pese a la gran variabilidad individual en cuanto al ritmo intestinal de las personas sanas, se acepta como diarrea el aumento de la frecuencia, el volumen y la fluidez de las deposiciones. Se considera patológica cuando el peso de las heces supera 225 g al día, con un contenido acuoso mayor al 70% de la masa total.
Los patógenos responsables de la diarrea aguda pueden causar una enterotoxina en la superficie de la mucosa intestinal responsable del aumento de la secreción (especies del género vibrio) o invadir y alterar la mucosa (especies bacterianas de Shigella o el rotavirus). La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF consideran que las soluciones de rehidratación oral (SRO) son el tratamiento universal en caso de diarrea. Muchas investigaciones han examinado este asunto en busca de la composición ideal. Estas fórmulas deben tener sodio suficiente para reemplazar las pérdidas, una concentración de glucosa que coincida con la de sodio para asegurar la absorción del agua, suficiente cantidad de potasio, un tampón o base (bicarbonato de sodio o citrato de sodio) para corregir la acidez y mejorar la absorción de sodio y una cantidad suficiente de líquido.
El suero oral casero debe respetar la cantidad de agua, azúcar, sal, bicarbonato y limón
Las fórmulas de suero oral de venta en farmacias ya tienen la composición estudiada, a diferencia del suero casero. Si se opta por hacerlo en casa, se deben respetar las cantidades de los ingredientes que la componen, con el fin de que tenga efecto reconstituyente de líquidos y electrolitos. Añadir más azúcar para mejorar el gusto o más sal puede provocar un efecto deshidratante en lugar de hidratante. El suero oral casero será el resultado de añadir a un litro de agua hervida que se haya dejado templar, el zumo de un limón, dos cucharadas soperas rasas de azúcar, una cucharita de café de bicarbonato y una de sal. Los estudios informan que otros hidratos de carbono, como el almidón del arroz o del maíz en polvo, se han demostrado eficaces sustitutos de la sacarosa (azúcar común) o la glucosa, como ingredientes de las SRO.
Agua de arroz
El saber popular ha utilizado el denominado «agua de arroz» como complemento al suero oral para reponer los líquidos en caso de diarrea. El arroz contiene más de un 70% de almidón y alrededor de un 7% de proteínas. La hidrólisis (digestión) del almidón da lugar a compuestos intermedios (amilosa y amilopectina) y libera diversos compuestos, como maltodextrinas, que al final del proceso se desdoblan a glucosa. La hidrólisis de las proteínas da lugar a dipéptidos (glicil-glicina) y aminoácidos. Todos estos componentes favorecen la absorción del sodio y del agua, de ahí que sea útil, además de barato y cómodo, emplear agua de arroz como complemento a la dieta si se tiene diarrea.
El arroz al cocerse y digerirse da lugar a sustancias (maltodextrinas, dipéptidos, aminoácidos) que favorecen la absorción del agua
La elaboración es simple aunque requiere tiempo. Se tuesta una parte de arroz y, cuando tome un poco de color, se añaden ocho partes de agua y un poco de sal. Se cierra la olla y cuando suba la válvula, se baja la temperatura al mínimo y se deja cocinar durante dos horas. Pasado este tiempo, se deja enfriar y se cuela el contenido con ayuda de un colador y una gasa. El resultado es el «agua de arroz», un líquido lechoso y algo espeso.
De forma progresiva y a medida que las molestias desaparezcan, se introducirán otros líquidos templados (té suave reposado, manzanilla con limón, caldo de pollo desgrasado, consomé de pescado), alimentos astringentes y con poca fibra y preparaciones suaves (arroz y zanahoria cocidas, pollo sin piel, pescado blanco al vapor, cocido o a la plancha, plátano maduro, manzana rallada oxidada, membrillo…).