Saber cocinar es clave para mejorar la salud

Diversos estudios demuestran la relación entre saber cocinar y la salud, por lo que recuperar las habilidades y la confianza en la cocina es clave para comer mejor
Por Alma María Palau Ferré 16 de noviembre de 2012
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Imagen: sheftsoff

Recuperar las habilidades culinarias para preparar una buena comida puede tener un impacto muy positivo en la elección de los alimentos y en la ingesta dietética. Y es que conocer bien la cocina permite manejarse en ella con acierto para adaptarla a las necesidades personales y aumentar la variedad de alimentos que se consumen. Los estudios demuestran una estrecha relación entre saber cocinar y la salud. Por ello, en muchas políticas alimentarias se intentan incluir las clases de cocina en los programas escolares. El siguiente reportaje explica cómo es la relación entre saber cocinar y la salud y cuáles son las causas y las consecuencias de cocinar menos que antes, además de aportar ideas para retomar el gusto por los fogones.

La relación entre saber cocinar y la salud

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Una persona necesita más de 40 nutrientes distintos para mantener un buen estado de salud, pero ningún alimento ni producto alimentario es capaz de suministrarlos todos por sí solo. La combinación y la variedad en el momento de comer es, por tanto, fundamental. Elegir bien cuando se hace la compra y saber usar del mejor modo lo adquirido es indispensable para comer bien. Sin embargo, en ocasiones no ocurre así. Aunque hay una gran diversidad de alimentos y productos disponibles en el mercado, no siempre se aprovechan al máximo, entre otras razones, porque se desconoce cómo hacerlo.

Con el paso de los años, se ha sustituido a la cocina tradicional, de estofados y pucheros, por un tipo de alimentación más industrializada y menos saludable, alejada de la dieta mediterránea. Cada vez se toman más comidas precocinadas y alimentos de preparación muy sencilla. Esta tendencia es más acusada en Reino Unido -donde el consumo de alimentos de fácil preparación es el más alto de Europa y la comida se hace con menos productos frescos-, pero se da en otros países de Europa. Incluso en Francia, cuya gastronomía es más conservadora respecto a cocinar con ingredientes básicos, parece que hay algún cambio en las preferencias hacia alimentos de fácil preparación, en especial, entre los adultos más jóvenes.

Las pocas habilidades para cocinar contribuyen a un menor consumo de frutas y verduras

Investigaciones realizadas en Reino Unido e Irlanda sugieren que la falta de confianza y las pocas habilidades para cocinar contribuyen a la menor ingesta de frutas y verduras. En paralelo, quienes afirman haber estado más involucrados en la compra y la preparación de alimentos, o que cocinan más a menudo, cumplen las recomendaciones dietéticas. Otros trabajos llevados a cabo en Europa también han demostrado que comer alimentos preparados fuera de casa y comer rápido se asocia con una dieta pobre y con una mayor ingesta de grasa total y de grasas saturadas.

Por ello, sugieren que las políticas dirigidas a mejorar las habilidades en la cocina pueden ser una estrategia eficaz para promover un modo de comer saludable. En diferentes estudios se ha comprobado que las habilidades en la cocina facilitan la variedad en la alimentación, aunque esto no es suficiente. Para llevar una dieta saludable, también se debe prestar atención a la capacidad de planificar y diseñar un menú variado y completo. Es decir, es necesario que se complementen conocimientos de cocina y de nutrición. Del mismo modo, la combinación de ambos sexos en la cocina de un hogar puede ser muy interesante. A menudo, las mujeres están mejor informadas que los hombres en temas de nutrición, mientras que ellos suelen ser más habilidosos en las preparaciones.

Causas y consecuencias de cocinar menos

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Según distintas investigaciones, la mayoría de las personas han aprendido a cocinar con sus madres. No obstante, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha introducido variaciones en esa relación, puesto que ya no está tan ligada a las actividades gastronómicas y culinarias como antes y la responsabilidad de cocinar no siempre ha sido una tarea compartida. En la actualidad, los jóvenes de toda Europa tienen menos habilidades básicas en la cocina, lo que les hace incapaces de tener autonomía al elegir los alimentos y representa, sin duda alguna, un factor limitante en su alimentación.

Junto con el desconocimiento gastronómico, la falta de previsión es la causa inmediata de la falta de elaboraciones en la cocina. Llegar a las tres de la tarde o a las diez de la noche a casa con un hambre voraz solo puede favorecer que se abran un par de latas y calentar su contenido en el microondas para comerlo con ansia y rapidez.

Uno de los principales errores en la cocina es abusar de la comodidad

Y es que las innovaciones tecnológicas como el microondas, los cambios demográficos hacia sociedades multiculturales con nuevos alimentos, el aumento de hogares unipersonales, el hecho de que menos familias coman juntas y de que las mujeres trabajen fuera de casa más horas influye en que aumente la demanda de alimentos de fácil preparación. En este marco, uno de los principales errores es abusar de la comodidad. El ahorro de tiempo es un elemento de confort pero, en términos alimentarios, la comodidad también puede significar reducir al mínimo el esfuerzo físico y mental que se necesita para la preparación de los alimentos.

Si una persona se vuelve dependiente de los alimentos que requieren mínima preparación, o de los ya preparados, pone una restricción en su elección, porque evitará la compra de productos frescos. Cuando se consumen platos preparados, existe el inconveniente de no valorar su elaboración porque no ha costado ningún esfuerzo. Entonces se tiende a comerlo con ansia y menos deleite, entre otras cosas, porque sabe igual que siempre y no hay necesidad de comprobar si ha salido bueno. En consecuencia, se ingiere más cantidad de comida que la precisa.

Ideas para retomar el gusto por la cocina

Hay que encontrar un equilibrio entre la opción más saludable -usar materias primas básicas-, los avances tecnológicos y los nuevos productos alimentarios listos para comer. No solo hay motivo para utilizar el microondas, sino que también se puede emplear el congelador. Del mismo modo, igual que hay alimentos precocinados poco recomendables, también los hay de quinta gama. Algunas claves para comer mejor y recuperar el gusto por la cocina son las siguientes:

  • Aprender de las madres y de las abuelas las recetas de toda la vida y no perder la tradición culinaria de cada familia, de cada pueblo.
  • Promover diferentes tipos de actividades, como la horticultura en el centro escolar o las clases de cocina. En estas iniciativas, más efectivas que un enfoque escolar pasivo, la duración también es importante: son más eficaces los programas que se prolongan, por lo menos, un año.
  • El uso del congelador permite tener platos de reserva. Contribuye a una dieta equilibrada y a dar mayor variedad a la comida. Se puede cocinar el doble de cantidad cuando se hagan platos de cuchara y guardar una toma para la semana siguiente.
  • Todos los miembros de la familia deben colaborar, de acuerdo con su edad, conocimientos y habilidades, en la compra, preparación de alimentos, servicio y recogida de la cocina.
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