De la salsa de tomates nació el ketsup en la versión china, o ketchup para los ingleses. Sus ingredientes básicos son el tomate, el vinagre, el azúcar y la sal, además de diversas especias.
El ketchup contiene más sal (3 g por cada 100 gramos) y azúcar (2-7,5 g por cada 100 gramos) que el tomate frito, pero su contenido de grasa es muy inferior, ya que en su elaboración no se emplean aceites. Su aporte de vitamina C y ácido fólico es menor al de la salsa de tomate, sin embargo, su contenido de determinados minerales (potasio, calcio y magnesio) es algo mayor. Resulta una salsa más calórica que la de tomate frito por su aporte de hidratos de carbono; un 25% más de calorías que el tomate frito, el cual contiene unas 80 calorías cada cien gramos.
El ketchup es usualmente utilizado para realzar el sabor de diversos platos. Su presencia puede ser degustada en asados, pescados, fritos, arroz, salsas… Es presencia casí obligatoria en las preparaciones del conocido fast food o comida rápida: hamburguesas y otros tipos de sandwiches, patatas fritas, fritos de pollo, salsas de ensaladas listas para su consumo e incluso en algunas pizzas.
Por su grado de acidez deben evitarlo las personas con problemas estomacales como gastritis o úlcera. Su contenido en azúcares debe ser tenido en cuenta por las personas que sufren de diabetes y, dado su contenido de sal, deben moderar su consumo aquellas personas que llevan a cabo una dieta de control de sodio.
Enlaces de interés:
revista.consumer.es:Tomate frito y ketchup. Se parecen, pero no son iguales