La república de Seychelles se encuentra en la parte oriental de África, en el Océano Índico, junto a la isla de Madagascar. Se trata en realidad de un archipiélago que cuenta con casi 100 islas, unas de origen granítico y otras formadas por arrecifes de coral, lo que conforman un paisaje que impresiona por su belleza.
Quien tiene la fortuna de visitar alguna de estas islas -las de mayor tamaño son Mahé, Praslin y Digue -, realmente se da cuenta de lo espectacular del paisaje. De hecho, de los 455 kilómetros de extensión del archipiélago, el 46 por ciento ha sido declarado parque nacional, por lo que el acceso a muchas islas está restringido. Estas islas cuentan con multitud de especies autóctonas, destacando la tortuga gigante, que solo se pueden encontrar en esta zona del mundo y en las Islas Galápagos.
Un paraíso tropical en África
Uno de los atractivos de las Seychelles son sus playas de arenas finas y aguas transparentes, por lo que no es de extrañar que el sector turístico constituya la principal fuente de ingresos del país, ya que los turistas que las visitan quedan sorprendidos con los encantos naturales de las islas.
Además, en estas islas se puede disfrutar de todo tipo de deportes náuticos como submarinismo -especialmente atractivo por la riqueza de su flora, su fauna y esencialmente por sus arrecifes de coral-, esquí acuático, windsurf, surf, paracaídas impulsados por motoras, motos de agua, lanchas, barcas, etc.
Una fusión de sabores
Las islas Seychelles son famosas por su buena cocina. Las diferentes culturas de la isla -autóctona, francesa e india- se han fundido para crear unos platos llenos de matices. Esta mezcla de influencias ha dado lugar a una cocina muy rica y exótica.
La influencia de India ha dejado en la gastronomía popular muchas variedades de curry y especias aromáticas. De influencia asiática son las frituras y los arroces mezclados con verduras y con pescados frescos. De Europa, y concretamente de Francia, la cocina isleña ha adoptado una enorme variedad de platos condimentados con ajo, jengibre y diferentes hierbas aromáticas.
Comida a la carta
El pescado es uno de los platos preferidos en esta zona y se ofrece al visitante con una gran variedad de exquisitos sabores: algunos ejemplos son el Snapper Rojo conocido como bourzwa, el Kingfish, el pez loro y el pulpo. Otra especialidad de la zona es un murciélago que se alimenta de frutas al curry, que normalmente se puede encontrar en los menús de la comida criolla.
Curiosamente en estas islas el marisco no es muy abundante, algunas especies han sufrido las consecuencias de la sobreexplotación pesquera como el bogavante y las gambas. Sólo dos crustáceos figuran habitualmente en los menús criollos, el tektek -que se cocina en una sopa de cebolla, ajos, jengibre y perejil- y el palourd, que tiene el aspecto de una vieira pequeña y se toma como aperitivo con mantequilla de ajo aromática.
Otras recetas típicas de la zona son los langostinos, el delicioso calamar de las Seychelles y el pulpo con leche de coco. Pero el plato excepcional de esta cocina es un puchero con salsa de chile -también conocido como «fuego infernal»-, no apto para estómagos delicados, ya que es un plato realmente picante.
También forman parte de la carta de las islas las carnes y aves, que habitualmente se sirven aromatizadas con deliciosas especias del país.
Los postres en esta zona del mundo, por lo general, no están muy cuidados en cuanto a la elaboración se refiere. Los postres más consumidos son los zumos de frutas tropicales -mango, papaya, maracuyá o guayaba-, los helados y las macedonias de frutas autóctonas.
Como acompañamiento de las comidas se suele beber cervezas de la zona como la Seybrew y la Eku, ambas de buena calidad y sin alcohol. El vino solo se encuentra de importación por lo que resulta bastante caro. Algo típico de las Seychelles es el fresh lime, que es un refresco a partir de limón natural con agua que se sirve con azúcar o sal dependiendo del gusto del cliente. Los zumos naturales son realmente deliciosos y sin duda, son la mejor opción al caer la noche.
Después de comer lo común es que al visitante le apetezca un café o un té, aunque hay que dejarse llevar por las costumbres locales y probar la citronelle – té de hierbas que se prepara con una hierba aromática propia de los montes llamada andropogón. Esta bebida se convierte en el sustituto idóneo del café durante la estancia en las islas. Además se dice que es muy digestivo y se puede tomar también antes de las comidas, para facilitar la digestión, y preparar al estómago para las emociones fuertes, ya que mucha de la comida es excesivamente picante.
La comida en el mejor ambiente
En cuanto a la ubicación de los restaurantes, éstos se muestran realmente atractivos, ya que la mayoría de ellos están al aire libre y suelen estar construidos en madera con techos de paja. La comida es sencilla pero sus ingredientes son frescos y naturales lo que hace que tenga unos sabores muy agradables.
Nada mejor para nuestros sentidos que disfrutar de la comida en un restaurante a la orilla del mar y de una espectacular puesta de sol en el horizonte.