Son prácticas, económicas, sabrosas y se conservan en buen estado durante meses, lo que las convierte en un comodín gastronómico muy socorrido para tener en casa. Sin embargo, las sopas de sobre y envasadas tienen un problema: uno de sus puntos débiles respecto a su versión casera es su elevado contenido en sal. En EE.UU., según una investigación realizada por una comisión cuyo fin es conseguir que la industria limite el uso de sodio en sus productos, casi la mitad de las sopas comerciales contenían la misma cantidad de sal por ración que dos porciones de pizza de queso con tomate.
La sal es uno de los puntos débiles de las sopas industriales. «La sopa de sobre aporta aproximadamente 3,337 miligramos de sodio, es decir, 1,5 gramos de sal por plato. Y los caldos concentrados (tetrabrik) contienen 2,266 miligramos de sodio, un poco más de 1 gramo de sal», apunta Leticia Macías, nutricionista online del Grupo NC Salud, quien nos recuerda que «muchos de estos productos incorporan potenciadores del sabor, como el glutamato, que también son ricos en sodio».
Es importante esta referencia al contenido de los caldos preparados, ya que nos sirve para remarcar que el uso del salero no es la causa principal del exceso de sodio en la dieta. De hecho, según el Departamento de Salud de los Estados Unidos, alrededor de 75% del sodio dietético proviene del consumo de alimentos envasados y servidos en restaurantes, mientras que solo una pequeña parte (11%) proviene de la sal que añadimos mientras cocinamos o comemos.
Caldos, sal y economía
En el caso de los caldos industriales, «con unas 2 tazas ya habríamos cubierto la cantidad diaria máxima recomendada de sal que según la OMS es de 5 gramos (2 gramos de sodio)», advierte el nutricionista Pablo Barcina, quien recalca que «si la persona que consume este alimento padece hipertensión, la cantidad recomendada se rebaja hasta los 3,5 gramos de sal (unos 1,5 gramos de sodio)». Una razón de salud que el experto suma a otra de tipo económico cuando defiende el caldo casero frente al comercial. «Uno hecho en casa puede ser más barato que uno industrial», sostiene Barcina quien argumenta que, «aunque depende de los ingredientes que empleemos para cocinar nuestra receta, la filosofía del caldo casero siempre ha sido la de aprovechar al máximo las materias primas que tenemos en la despensa».
Según el experto, para obtener alrededor de 2 litros de caldo sabroso y saludable, «solo necesitaremos 1 cebolla, 2 zanahorias, 1 puerro y la carcasa de un pollo o algún trozo de pescado y un chorrito de aceite». Una receta que rondará 1,50 euros, siendo el precio medio de 1 litro de caldo industrial de 1,14 euros.
Imagen: CONSUMER EROSKI
Hasta hace poco, en muchas etiquetas, en vez de leerse la palabra “sal”, figuraba “sodio”. Las expresiones son parecidas, pero no equivalentes, ya que la sal es cloruro de sodio. Así, cuando leemos en un envase una cantidad expresada en “sodio”, hay que multiplicar por 2,5 el valor para saber cuál es el contenido de sal. Un gramo de sodio son 2,5 gramos de sal; dos gramos de sodio son 5 gramos de sal, justo el límite diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
La OMS hace distinciones según las edades de las personas y recomienda no sobrepasar las siguientes cantidades de sal por día:
- Adultos: 5 g (un poco menos que una cucharadita de té).
- Niños entre 2 a 15 años: menos que los adultos, de manera proporcional a las necesidades energéticas del pequeño. En alguna publicación lo concretan con estas cifras:
- Entre 7 y 10 años: no sobrepasar los 4 g/día.
- Entre 2 y 7 años: no llegar a 3 g/día.