Refrescantes, de sabor dulce y con un toque digestivo, cuando se habla de sorbetes siempre viene a la cabeza el más clásico y tradicional, el que se elabora con helado de limón y cava o champán. Es el típico que ofrecen los restaurantes, y el que se prepara de forma habitual en casa cuando hay invitados, aunque el sorbete de mandarina también se está introduciendo entre los aperitivos que se sirven entre plato y plato. Lo interesante es que estos refrescantes preparados también pueden hacerse sin alcohol y sin helados, con frutas y con zumos, para que toda la familia pueda disfrutar de una bebida especial. En el siguiente artículo se explican las ventajas de esta alternativa y se ofrecen ideas para elaborar en casa.
La opinión general dice que el sorbete resulta muy refrescante y, tomado tras una comida copiosa, incluso se aprecia como digestivo. Pero, pese a estas aparentes cualidades, muchas personas no toman este tipo de bebidas por el alcohol, sin tener en cuenta que se pueden elaborar sorbetes «0,0» de sabores muy variados y apetecibles. Además, para darle un toque original y saludable al sorbete, se pueden sustituir los helados por zumos, licuados o purés de frutas. Se consiguen así preparados de manzana, piña, naranja, fresas, kiwi, frambuesas o mandarinas con una mayor cantidad de vitaminas que la que aportan los elaborados con helado.
Si se atiende a la normativa, la definición de sorbete, según el Código Alimentario Español, hace referencia a un producto servido frío con unos ingredientes mínimos determinados. Debe contener un 15% de sacarosa o azúcar común, un 3% de frutas como mínimo y, como máximo, un 0,5% de ácido cítrico y tartárico y un 2% de aditivos estabilizadores y emulgentes. Esta composición se debe cumplir en caso de comercializar este tipo de productos. De no ser así, queda la posibilidad de preparar una bebida muy parecida en casa, con el tipo de ingredientes y la cantidad que se estimen convenientes, incluso sin azúcar, cuando se busca hacer un refresco light.
El sorbete, paso a paso
El agua es el componente principal del sorbete, lo que determina su bajo valor energético
El helado y las bebidas alcohólicas no son elementos indispensables cuando se pretende reducir el valor energético de esta preparación. Los ingredientes básicos para su elaboración son el agua, la fruta, el azúcar y un elemento ácido que funcionará como potenciador del sabor y como conservante (zumo de lima, limón o naranja). La gelatina o la clara de huevo a punto de nieve son otros elementos que se emplean para espesar el líquido y darle la consistencia final al producto.
Cada sorbete puede tener su propia forma de elaboración, si bien la base siempre será la misma. Para empezar se pelan las frutas y se tritura la pulpa hasta obtener un puré. Por otro lado, se deja cocer una mezcla de agua y azúcar hasta obtener un almíbar ligero. Después, se añade el ácido y se deja enfriar. El almíbar se puede obtener también de la combinación del elemento ácido con el azúcar y la gelatina. En un recipiente, se mezcla el puré de frutas con el almíbar y se deja reposar en el congelador.
Es esencial que cada 30 minutos se remueva todo para obtener la consistencia típica de un sorbete y evitar un congelado uniforme. Se sirve semicongelado y se puede acompañar de hielo picado, unas hojas de menta o de hierbabuena, canela espolvoreada o trocitos de la fruta con la que se ha elaborado.
Los nutrientes más destacados en un sorbete
El contenido calórico depende, sobre todo, de la cantidad de azúcar añadido
El sorbete, en cuanto a consistencia, se sitúa en un punto medio entre el granizado y el helado. Igual de refrescante pero con menos grasa que estos, es una bebida dulce, sabrosa e incluso digestiva. El elevado contenido de agua de las frutas, sumado al agua añadida, la convierte en el elemento principal de su composición, lo que determina su bajo valor energético. Al prescindir del helado, estos sorbetes de frutas apenas tienen grasa.
Además, no llevan alcohol, por lo que su aporte calórico no resulta desproporcionado. En concreto, las calorías proceden de los azúcares. Por un lado, está el azúcar propio de las frutas y, por otro, el que se le añade para endulzar el sorbete. Desde el punto de vista culinario, una proporción adecuada para no saturar de dulzor del preparado es la de 250 g de azúcar por cada kilo de fruta, aunque la cantidad varía según la receta. Desde la óptica nutricional, prescindir del azúcar supone que el producto resultante sea menos energético y más saludable, y permite incluirlo en las dietas en las que se controla la cantidad de azúcares como en caso de obesidad, diabetes e hipertrigliceridemia.
Ventajas e inconvenientes del consumo de sorbetes
Los sorbetes de frutas sin alcohol son aptos para niños, embarazadas, personas con problemas hepáticos y para quienes no beben alcohol. Esta preparación se puede tomar a media tarde como refresco, en el postre de comidas y cenas o a cualquier hora del día. La ausencia de grasa y colesterol es un aspecto positivo para personas con niveles elevados de colesterol en sangre.
No obstante, conviene que el consumo de estos productos se haga de forma esporádica para evitar el exceso de azúcar en la dieta. Esto también se consigue sustituyendo el azúcar por edulcorantes no calóricos como la sacarina o el aspartame. Esta recomendación es útil para la población general, pero se hace más estricta en el caso de personas con diabetes o con niveles elevados de triglicéridos en sangre, quienes han de limitar la ingesta de este tipo de preparados si van azucarados.
Ocho sorbetes deliciosos para preparar en casa
A continuación se presentan algunas ideas para hacer sorbetes caseros refrescantes, ricos y muy fáciles de preparar: