Erradicar el déficit nutricional de yodo es una prioridad mundial en salud pública. Dada la importancia de este nutriente en la salud de la madre y del bebé, el Ministerio de Sanidad recomendó en el año 2006 a todas las mujeres lactantes, embarazadas o que planean estarlo, tomar un suplemento diario de yodo (financiado por el Sistema Nacional de Salud). Sin embargo, en octubre de 2012 un taller desarrollado en Bilbao y centrado en este tema consideró injustificada la anterior recomendación, algo que generó mucha polémica en el ámbito sanitario. Por ello, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición ha realizado una extensa revisión de este tema, cuya conclusión confirma lo aconsejado en 2006 por el Ministerio de Sanidad, tal y como detalla el presente artículo.
El yodo, un nutriente imprescindible
La ‘Guía para la prevención de defectos congénitos’, editada por el Ministerio de Sanidad, detalló en 2006 que si bien es cierto que el mantenimiento de una adecuada nutrición es un factor clave para la salud materno-fetal, se trata de algo que se puede conseguir mediante una alimentación saludable, sin ser preciso «adicionar polivitamínicos u otros micronutrientes, con la excepción hecha de la suplementación con ácido fólico y con yodo». Aunque en este texto no se profundizará en los suplementos de ácido fólico en el embarazo, vale la pena indicar que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) acaba de emitir un dictamen científico en el que corrobora la utilidad de estos suplementos en la prevención de los defectos del tubo neural.
En cuanto al yodo, es un nutriente imprescindible para que nuestro cuerpo sintetice tiroxina, una hormona que modula la actividad metabólica de la mayor parte de las células del organismo, y necesaria para el correcto crecimiento y desarrollo de todos los órganos, en especial del cerebro. Así, tomar menos yodo del necesario puede repercutir de forma negativa, y en algunos casos de forma irreversible, en el desarrollo cerebral del feto, además de aumentar el riesgo de que el bebé padezca pérdidas auditivas permanentes y varios defectos congénitos. Cuando el bebé ya ha nacido, las únicas fuentes de yodo para él serán la leche de su madre, o, si no es amamantado, las fórmulas infantiles. Por esta razón resulta imprescindible garantizar que los bebés amantados reciban un aporte suficiente de yodo a través de la leche materna y que las fórmulas infantiles contengan una cantidad adecuada de yodo (algo que, hoy en día, está regulado por ley).
Alimentos con yodo
Es muy difícil cubrir la ingesta recomendada de yodo mediante alimentos (incluso con una ingesta habitual de pescado marino), por lo que la Organización Mundial de la Salud recomienda sustituir la sal normal por sal yodada en toda la población. No obstante, las necesidades de yodo en una mujer embarazada o lactante son superiores a las de la población general. Es por ello que el Ministerio de Sanidad recomendó que todas las mujeres que planean un embarazo, que están embarazadas o que dan el pecho a sus hijos tomen a diario un suplemento que contenga 200 microgramos -ojo, no «miligramos»- de yoduro potásico.
Es importante no confundir microgramos con miligramos (un miligramo equivale a mil microgramos) y evitar suplementos que contengan cantidades superiores a 500 microgramos, o en cuyo envase leamos ‘alga Kelp’, según comunicó en junio del presente año la Asociación Americana del Tiroides. El consumo de otras algas también puede resultar dañino debido a que, tal y como indicó la EFSA en 2006, el contenido de yodo de algunas de ellas puede ser «extremadamente alto».
Yodo: ¿todas las mujeres necesitan suplementos?
La recomendación del Ministerio de Sanidad partía de la base de que el grupo al que se dirigía presentaba una baja ingesta de yodo y unos bajos niveles de yodo en el organismo. Sin embargo, un taller desarrollado en Bilbao en octubre de 2012 y organizado por la Dirección de Salud Pública del Gobierno Vasco y la Dirección General de Investigación y Salud Pública de la Generalitat Valenciana detalló que los niveles de yodo en la población han mejorado y que el actual contenido de yodo no solo en la sal yodada sino también en la leche y los derivados lácteos (a causa de la utilización de piensos enriquecidos con yodo) puede permitir cubrir las necesidades de yodo en la gestación y lactancia siempre que la madre consuma estos productos de forma adecuada. La conclusión del taller fue que «la suplementación universal con comprimidos de yoduro potásico durante la gestación y la lactancia materna en estos momentos no está justificada en España». Así, según dicho taller, la suplementación debería ser selectiva.
No obstante, para el Grupo de Trabajo de Trastornos relacionados con la Deficiencia de Yodo y Disfunción Tiroidea (TDY-DT) de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), existen varios puntos débiles en la anterior afirmación. Para empezar, las recomendaciones individuales de todos los ponentes que participaron en el taller (un representante del Ministerio de Sanidad y cuatro de diferentes Comunidades Autónomas), excepto uno, fueron acordes con la suplementación universal con yodo en mujeres embarazadas, que planean estarlo, o lactantes.
En segundo lugar, las conclusiones del taller de Bilbao se plasmaron en un documento no publicado en ninguna revista científica con revisión por pares, y no contaron con el consenso explícito de una larga lista de sociedades científicas implicadas en el manejo de la suplementación yodada en mujeres gestantes o que lactan, tales como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, la Sociedad Española de Médicos Rurales y Generales, la Sociedad Española de Pediatría o la propia SEEN. A modo de ejemplo, en diciembre de 2012, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, al ser preguntado sobre esta cuestión, respondió lo siguiente: «Hasta que no tengamos buenos estudios y la recomendación, basada en estudios adecuados, de un organismo oficial, lo ideal es seguir como hasta ahora».
Además, la SEEN justifica que la deficiencia de yodo sigue siendo alta en España, y considera, con buen criterio, que fiarse del contenido en yodo de la leche y los derivados lácteos presenta una gran desventaja: la falta de control de la cantidad de yodo que entra en la cadena alimentaria, algo que no sucede, por ejemplo, con la sal yodada, cuyo contenido de yodo es controlado por el Sistema Nacional de Salud. En suma, el documento recién publicado por el grupo de trabajo TDY-DT de la SEEN despeja cualquier duda o reticencia que puedan tener las mujeres o los profesionales sanitarios sobre esta cuestión.