Uno de los grandes problemas de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es la enorme dificultad de su diagnóstico. Las personas que los padecen muchas veces lo callan hasta que se vuelve insostenible. Además, al no darse una atención homogénea en el sistema público de salud, es complicado conseguir unas cifras aproximadas. Por otro lado, un mismo paciente puede variar su diagnóstico a lo largo de su proceso de curación. Todos los profesionales que tratan este tipo de trastornos coinciden en el enorme infradiagnóstico que existe. ¿Qué debemos hacer (y qué no) ante la sospecha de un TCA en la familia o los amigos?
Según datos de la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos del Comportamiento Alimentario (AEETCA), cerca de 400.000 personas en España padecen algún tipo de trastorno relacionado con la comida y la mayoría –unos 300.000– son jóvenes de entre 12 y 24 años. Pero es posible que esta cifra se quede corta. En nuestro entorno es habitual que conozcamos personas que, en un momento u otro, han sufrido problemas de este tipo y, sobre todo, debemos tener en cuenta que no es necesario llegar a desarrollar un trastorno para pararnos a cuidar nuestra relación con la alimentación.
El ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales’ (DSM-5) es la guía en la que se basan los especialistas para tratar este tipo de trastornos. En él podemos encontrar referencias a la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, entre otros. Muchos síntomas son comunes para varios trastornos y una persona puede tener uno o varios e, incluso, evolucionar. Pero, independientemente de estas etiquetas, siempre que hay un problema de relación con la comida, tenga mayor o menor relevancia en nuestro día a día, es importante prestarle atención y buscar recursos para que no vaya a más.
TCA: qué hacer (y qué no)
Si sospechamos que alguien de nuestro entorno puede estar sufriendo un trastorno de este tipo, o simplemente nos preocupan algunas conductas o cambios en su comportamiento, el objetivo prioritario debe ser que reciba ayuda profesional. Pero no siempre será posible, puesto que es un paso que deberá estar preparado para dar.
Laura Hernangómez, psicóloga clínica de la Unidad de Trastornos Alimentarios de Toledo, nos da algunas claves para saber cómo actuar:
- Ver más allá de los síntomas. Necesitamos centrarnos en el estado emocional de la persona, preocuparnos por cómo se encuentra, qué emociones le han podido llevar a utilizar la “salida de emergencia” que suponen los síntomas.
- No debemos ignorar los signos de alarma. Si vemos conductas o comportamientos que nos preocupan, debemos comunicarlo. Sin juzgarlos, sin culpabilizar, únicamente comunicando nuestra preocupación.
- No utilizar chantajes, preguntas trampa o indirectas. Se trata de exponer nuestras preocupaciones de forma clara, directa y respetuosa. Necesitamos que la persona entienda que queremos ayudarle y buscaremos “hacer equipo”.
- Es muy importante que la persona vea y comprenda nuestra preocupación. Que sea plenamente consciente de que estamos a su disposición para ayudarle cuando esté preparado.
Para Laura Hernangómez, también es importante que seamos conscientes del daño que podemos hacer sin buscarlo. “A veces se elogia o se critica un cambio físico de un familiar, amigo o conocido sin saber qué lo ha causado. Si realmente es preocupación, no lo expresaremos como un juicio: con un simple ‘¿cómo estas?’ conseguiremos transmitir nuestro interés genuino por esa persona”, explica.
Por norma general, no deberíamos comentar nada del físico de otra persona que no pueda cambiarse en tres segundos. Como, por ejemplo, estás despeinado, tienes algo entre los dientes… De la misma forma que cuando ves a alguien llorando no sabes si es por una buena noticia o una mala, no podemos saber qué ha propiciado una pérdida o ganancia de peso.
Todos los días comemos y es importante que este sea un acto sencillo y que no nos suponga ningún problema. También es importante que disfrutemos de la comida y, por ello, debemos prestar atención a cómo nos relacionamos con ella y estar alerta ante posibles señales que nos indiquen que algo no va del todo bien.