Muchas sustancias tóxicas y productos insanos pueden dañar nuestro organismo. El alcohol, el tabaco, algunos fármacos o el exceso de alimentos ultraprocesados se encuentran entre ellos. Nuestro cuerpo filtra constantemente las sustancias nocivas para mantenernos sanos y evitar que nos intoxiquemos. El órgano estrella encargado de eliminar estas toxinas es el hígado (los batidos detox no funcionan). Pero, a su vez, puede verse muy afectado, si el consumo de estas sustancias es alto. Así que, además de mejorar los hábitos, es importante tomar medidas para proteger nuestro hígado. Entre ellas destaca la ingesta de hepatoprotectores, unos compuestos bastantes accesibles al público en general. Aquí te lo explicamos.
¿Qué es un hepatoprotector?
Los hepatoprotectores son todas las sustancias contenidas en un fármaco o en un alimento que ayudan, a manera de barrera, a proteger el hígado. Bloquean la entrada de algunas sustancias nocivas para el organismo, mejoran el funcionamiento hepático y ayudan a prevenir trastornos del hígado, la vesícula y el estómago. Y aunque los hepatoprotectores no pueden curar un daño hepático severo (cirrosis, fibriosis, hepatitis B o C, etc.), sí incrementan de forma significativa la calidad de vida de los pacientes con problemas hepáticos controlables.
Cuidar el hígado es sumamente importante. Este órgano, que es uno de los más grandes de nuestro cuerpo, recibe aproximadamente 1,5 litros de sangre por minuto y cumple 500 funciones. Entre ellas destacan la producción de hormonas y proteínas; el control de los niveles de azúcar, colesterol o triglicéridos en el torrente sanguíneo; la ayuda en la coagulación de la sangre; y, además, la producción de bilis, una sustancia líquida que interviene en la digestión amortiguando los ácidos gástricos del estómago.
¿Cuándo son necesarios los hepatoprotectores?
«Los hepatoprotectores se deben consumir como medida de prevención (como en las Navidades, cuando la mayoría de las personas cae en excesos alimenticios) o para mantenimiento en problemas hepáticos leves (hígado graso, obesidad, etc.) sin dejar de lado los buenos hábitos y un descanso constante. El daño hepático que se produce a consecuencia de una ingesta excesiva de bebidas alcohólicas, por ejemplo, es un daño que los hepatoprotectores no pueden curar, y tampoco hacen ningún efecto positivo en el paciente cuando ya hay un daño severo. Además, no hay que dejarse engañar por los anuncios publicitarios ni por las promesas mágicas de algunos hepatoprotectores naturales», asegura Julián González, hepatólogo y gastroenterólogo por la Universidad Autónoma de México.
Imagen: Engin Akyurt
Existen todo tipo de hepatoprotectores en el mercado: químicos y naturales, desde pastillas efervescentes, tabletas, jarabes, polvos y suplementos alimenticios. ¿El idóneo? Dependerá del tipo de problema.
Por eso, explica González, «es importante hacer una valoración con el médico, no automedicarse y descartar otro tipo de problema antes de recurrir a un hepatoprotector, ya que no todos actúan de la misma forma ni con la misma intensidad. Hay algunos hepatoprotectores que no es recomendable consumir cuando el paciente está en algún tratamiento antidepresivo o cuando padece de hipertensión arterial». Es decir, cuando hay problemas controlables, los hepatoprotectores pueden ser un buen acompañamiento para el tratamiento que cada paciente tenga. Pero son solo eso: acompañamiento y prevención. No son la solución a un daño hepático grave.
Conviene recordar que tu hígado puede seguir funcionando aún cuando tenga algún daño. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la ingesta de algunas sustancias puede representar riesgo grave para la salud. Hay ciertos indicadores que, si se presentan de manera constante, pueden ser síntomas de daño hepático severo, y aquí ya no es recomendable el consumo de hepatoprotectores. Estos síntomas pueden variar dependiendo de cada persona, pero es importante reconocerlos rápidamente, ser sinceros con nosotros mismos y aceptar que existe un problema:
- Náuseas constantes al beber o ingerir una bebida o alimento.
- Fatiga y dolor e hinchazón de estómago constante.
- Hinchazón y picazón prolongada en la piel.
- Ojos, piel o uñas amarillentas.
- Orina de color oscuro y con mal olor.
- Sangrado anormal.
Sustancias que ayudan a la protección del hígado
La clave para mantener un hígado sano está en la alimentación. Hay algunos elementos naturales que pueden aumentar la secreción de bilis, regenerar las células del hígado, reducir la inflamación hepática y funcionar como escudo protector. «La mayoría de las verduras pueden ser hepatoprotectoras, como las espinacas, la coliflor, el apio, el brócoli, los germinados, hojas verdes, semillas, frutos secos y proteínas de calidad«, explica González. Además, «algunas frutas pueden tener efectos desinflamatorios como arándanos, granada, manzana, peras o naranjas, que contienen sustancias antioxidantes (flavolignanos)», recomienda González.
Algunas sustancias que se utilizan como digestivo, como la cúrcuma o la manzanilla, pueden ayudar a proteger este órgano. Sin embargo, «los suplementos a base de plantas nunca pueden sustituir un tratamiento médico profesional, ya que estas sustancias naturales pueden generar diferentes efectos en cada persona en particular», recuerda el especialista. Así que antes de recurrir a ellas, ya sea como medida de prevención o de mantenimiento, es importante consultarlo con un profesional. «La mayoría de los hepatoprotectores los podemos adquirir libremente en el mercado, pero contienen diferentes compuestos dependiendo de su tipo y del país donde se comercialice», concluye González.