En 1980 había en el mundo 857 millones de personas con exceso de peso. Hoy la cifra asciende a unos 2.100 millones, casi un tercio de la población. El número de varones con sobrepeso u obesidad ha pasado de un 28,8% a un 36,9%. Entre las mujeres ha sucedido algo similar: el 29,8% que se observaba en 1980 ascendió a un 38% en 2013. Estos son los principales resultados de una extensa investigación publicada en la revista Lancet, donde se valora el avance de la obesidad en los últimos 33 años en 188 países, incluida España. No son datos nuevos e inesperados. Sí lo es que ningún país haya conseguido frenar ni revertir la tendencia. El siguiente artículo profundiza en esta situación.
Tsunami de obesidad
En febrero de 2011, la doctora Sonia Anand y el doctor Salim Yusuf, también en la revista Lancet publicaban la siguiente reflexión: «El tsunami de la obesidad afectará, a la larga, a todas las regiones del mundo». Solo tres años después ya tenemos datos que confirman la predicción de estos investigadores pertenecientes a la Universidad McMaster en Canadá.
En España, el 62,3% de los hombres y el 46,5% de las mujeres tienen exceso de peso
¿Por qué escogieron la palabra «tsunami»? ¿Acaso es tan demoledor el efecto de la obesidad sobre la salud de la población? Sí lo es: el exceso de peso es una epidemia que incrementa el riesgo de padecer una larga lista de dolencias, algunas muy conocidas, como la diabetes tipo 2, el cáncer o la enfermedad cardiovascular, y otras no tanto, como las enfermedades renales, la osteoartritis o los problemas en el embarazo (para la madre y para el feto). Se calcula que este «tsunami» fue responsable, en 2010, de 3,4 millones de muertes (la mayor parte, por enfermedades cardiovasculares).
Estados Unidos es el país con más porcentaje de personas con obesidad (el 13% de personas con este problema son estadounidenses). De hecho, solo tres países suman la mitad de la población con obesidad en el mundo: Estados Unidos, Brasil y México. En España, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en menores de 20 años asciende a un 27% de los varones y a un 23,8% de las chicas. En adultos, la cifra es bastante superior: un 62,3% de los hombres y un 46,5% en mujeres padecen exceso de peso.
Ningún país pone freno al avance de la obesidad
Hoy sabemos que Anand y Yusuf tenían razón en 2011, pero también tenemos constancia de que ningún país ha conseguido reducir sus tasas de obesidad en 33 años. Peores aún son los augurios del doctor Christopher JL Murray, uno de los principales firmantes del estudio, y director del Instituto para la Métrica y Evaluación Sanitaria (Universidad de Washington en Seattle). Murray considera que la obesidad seguirá en aumento de forma constante a medida que aumenten los ingresos de los países de bajos y medianos ingresos. Solo existe, en su opinión, una vía de escape: tomar medidas urgentes «para abordar esta crisis de salud pública».
Existe un dato positivo, según la investigación: la epidemia parece ralentizarse entre los adultos de los países desarrollados. Esta buena noticia, sin embargo, se debilita al conocer otra nada halagüeña: el incremento del exceso de peso en niños y adolescentes avanza sin visos de mejora.
Obesidad en niños, incremento de un 50%
Más grave aún es lo que ha ocurrido con el sobrepeso en los menores de edad en estos años. En países desarrollados se ha pasado del 16,9% al 23,8% en niños, y del 16,2% al 23,8% en niñas. La tasa de pequeños con sobrepeso u obesidad ha aumentado en el mundo casi un 50% entre 1980 y 2013, según el nuevo estudio publicado en Lancet. En una entrevista, la doctora Marie NG, primera firmante de la investigación, subrayó que la obesidad infantil acarrea graves efectos en la salud en el futuro, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y varios tipos de cáncer. «Debemos pensar ahora cómo revertir esta tendencia», señaló.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no solo quiere revertir la tendencia, quiere «acabar» con ella. En mayo de 2014, presentó su ‘Plan de acción de la Comisión para acabar con la obesidad infantil‘. Esta estrategia redactará las líneas maestras para abordar esta cuestión. A principios de 2015 estará listo el informe que sustentará las recomendaciones de la Asamblea Mundial de la Salud.
Si la OMS está alarmada por esta situación, no lo está menos su directora general, la doctora Margaret Chan. La cuenta de Twitter de la OMS recogía estas recientes declaraciones de su directora: «Estoy profundamente preocupada por el aumento en la prevalencia de obesidad infantil en todas las regiones del mundo».
¿Por qué este aumento imparable de obesidad?
El artículo detalla que el aumento del sobrepeso y la obesidad ha sido «sustancial, generalizado y se ha producido en un corto periodo». Resulta difícil dilucidar por qué se ha generado esta situación, ya que es multifactorial. En todo caso, los investigadores del estudio recién publicado señalan cuatro factores importantes:
- 1. La excesiva ingesta de calorías.
- 2. La inactividad física.
- 3. La falta de estrategias efectivas por parte de los países para frenar esta epidemia.
- 4. La promoción activa del consumo de alimentos por parte de la industria alimentaria.
La doctora Chan coincide con este último punto, al considerar que «el aumento en la prevalencia de obesidad se debe, presumiblemente, a la cada vez mayor disponibilidad de alimentos muy palatables y muy ricos en energía».
Posibles soluciones al problema de la obesidad
Diversas agencias internacionales se han puesto de acuerdo para enfrentarse a este problema, tal y como detallaron Gortmaker y colaboradores en una interesante investigación publicada en 2011 en la revista Lancet. Así que existen esperanzas.
Estos nuevos datos ayudan a comprender la magnitud del problema y es muy posible que contribuyan a despertar el interés de sectores políticos que antes se escudaban en la falta de datos. Hoy por hoy, se deben implementar sin falta todas las medidas correctivas necesarias para frenar la pandemia de obesidad en el mundo. En las próximas décadas, este abordaje debe formar parte de la política de salud pública de todos los países. Una política que no debe olvidar el papel de los y las dietistas-nutricionistas, tal y como justificó el documento ‘Incorporación del dietista-nutricionista en el Sistema Nacional de Salud‘.
Sin embargo, flota en el aire una pregunta difícil de responder. La ha planteado el profesor Klim McPherson justo después de publicarse el estudio de Marie NG y colaboradores. ¿Existirá una voluntad internacional para actuar de forma decisiva contra la obesidad, si ello restringirá el crecimiento económico? McPherson detalla que para reducir el peso de los británicos a las cifras de 1980 haría falta una disminución de la ingesta calórica de un 8% en toda la población, lo que generaría unas pérdidas de 8.700 millones de libras anuales por parte de la industria alimentaria. Un paso complicado en nuestro competitivo mundo.
Mientras tanto, no debemos olvidar el papel que desempeñamos nosotros mismos como timoneles de nuestra salud. Seguir unos buenos hábitos de vida y esquivar las tentaciones que nos invitan al sedentarismo, a la ingesta excesiva y desequilibrada, al tabaquismo o al alcoholismo, no es solo responsabilidad del entorno, también es responsabilidad personal.