Comer en familia tiene repercusiones muy positivas en la educación y el comportamiento de niños y adolescentes, además de nutricionales y de salud para todos, grandes y pequeños. Ahora, que estamos de cuarentena, podemos aprovechar la situación para fomentar estos buenos hábitos en la mesa, mejorar los alimentos y favorecer una mejor educación gastronómica y nutricional de todos los habitantes de la casa. Como recomienda el pediatra y divulgador Carlos Casabona, al menos, una de las comidas principales del día debería hacerse en familia. ¿Cómo? Te contamos algunos trucos para que los desayunos, comidas o cenas con tus hijos sean muy beneficiosos. Eso sí, deja a un lado el móvil y apaga la tele, y ni se te ocurra poner un vídeo en la tableta a tu bebé para que coma.
Comidas en familia: ¿siempre en casa?
Para el pediatra Carlos Casabona, las comidas en familia deben hacerse en casa. “Fuera hace que gastes más, hay un 90 % más de posibilidades de comer más calorías y más cantidad”, argumenta. La alternativa de comer fuera debe plantearse para de vez en cuando y en un restaurante que no sea de comida rápida, sino casera. Este consejo se impone durante los días de cuarentena, en los que sí o sí comemos en casa. Sea comida hecha por nosotros o sea comprada, lo importante es cuidar la alimentación. Para el dietista-nutricionista Pablo Ojeda “tenemos que conseguir que lo excepcional no sea lo general; es decir, que se puede comer un día lo que se quiera, pero eso no implica que al día siguiente no se siga comiendo bien”.
De todas formas, comer en familia conlleva aprender modales a la mesa que siempre les servirán a los niños, dentro o fuera de casa. Modales que, en los momentos de celebración, tendrán un valor extra: coger y usar bien los cubiertos, cuidar la postura, respetar las normas al sentarse a la mesa… Todo ello será labor nuestra, como también enseñarles a distinguir la comida sana de la que no lo es.
Cómo hacer una comida en familia sin estrés
La psicóloga Miriam Magallón contribuye a que sean comidas tranquilas con las siguientes pistas:
- Una forma de comer pausada. Si comemos de todo, lo hacemos de manera tranquila, masticando bien y tomando cantidades moderadas de comida, nuestros hijos lo verán y poco a poco, nos imitarán.
- Primar el ambiente tranquilo y lúdico. De esta manera, nuestros hijos estarán también más receptivos. Seamos tolerantes y flexibles. Tratemos que la mesa sea un lugar de encuentro y no un campo de batalla.
- Hemos de evitar castigar o premiar con comida. Cuando un niño rechaza un alimento podemos probar a preparárselo de otra manera o negociar con él la cantidad que va a comer, nunca castigarle o volvérselo a poner en la siguiente comida.
Los niños a mesa puesta, no
Desarrollar habilidades culinarias se relaciona positivamente con el consumo semanal de verduras y negativamente con el de comida de preparación rápida, tal y como aseguran Beatriz Beltrán y Carmen Cuadrado, profesoras del departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en su informe ‘Comer en familia: hacer de la rutina salud’ (2014).
Entonces, ¿por qué no implicar a los más pequeños y que un día a la semana cocinen ellos? Si buscan una receta, compran los ingredientes, elaboran el plato con nuestra ayuda, se sentirán protagonistas y estarán motivados para conocer distintos alimentos, probarlos y comérselo todo. Y si son muy pequeños, pueden ayudar a poner y recoger la mesa y hasta hacer de pinche.