La gota es una enfermedad reumática que depende de los niveles de ácido úrico en la sangre. Si los niveles aumentan por encima de lo normal (6 mg/dL), el ácido úrico se acumula en las articulaciones y en otros tejidos blandos del cuerpo, desde la piel y los tendones hasta los riñones y el sistema cardiovascular. Sus síntomas, como el dolor intenso y la inflamación de las articulaciones, los cálculos renales o la dificultad para orinar con normalidad, pueden llegar a ser muy limitantes en la vida cotidiana. Y son bien conocidos por el 2,4 % de los españoles, según el estudio EPISER, publicado en 2016. A continuación, explicamos sus causas y qué tener en cuenta en relación a la alimentación y otros hábitos.
El exceso de ácido úrico (o hiperuricemia) se debe a varios factores y uno de ellos es la dieta. Pero no es el único y hay que tenerlo presente. Las personas sufren esta enfermedad porque, o bien producen ácido úrico de más, o bien tienen problemas para eliminarlo. Y ambas situaciones son el resultado, muchas veces, de la genética (es una enfermedad potencialmente hereditaria), del género (afecta más a los varones), de otras enfermedades (como problemas renales, afecciones sanguíneas, tumores, diabetes, obesidad o cáncer) y de algunos tratamientos farmacológicos. En otras palabras, es un error pensar que los enfermos de gota son personas que comen mal o no se cuidan.
Sin embargo, nuestra manera de comer influye notablemente en la evolución de esta enfermedad y la dieta puede ayudar a mantener bajo control la patología. De ahí que sea tan importante prestarle atención, sobre todo en los meses de verano, cuando la alimentación suele ser más relajada y permisiva. Como señala el doctor Alejandro Prada, reumatólogo del Hospital Universitario de Torrejón (Madrid), «el ácido úrico puede subir en sangre por varios motivos, algunos de ellos controlables si ajustamos algunas medidas de estilo de vida».
Cuidar la dieta en verano para evitar la gota
Ante todo, los pacientes de gota deben tener claro que lo más importante es seguir el tratamiento y de las indicaciones de su médico (no interrumpir el tratamiento farmacológico, si lo hubiera, o mantener las pautas individuales son cuestiones clave). Ahora bien, en términos generales, ¿qué tipo de alimentos, bebidas o costumbres debemos vigilar de cerca para evitar que aumenten los niveles de ácido úrico?
Beber mucho, sí, pero no cualquier cosa. La falta de hidratación (tan habitual en verano) puede hacer que el ácido úrico suba en sangre, por lo que se deben tomar abundantes líquidos, salvo que haya alguna restricción concreta por alguna patología renal. Pero, atención, que hay un par de detalles que harán que esta hidratación sea mucho más efectiva:
- El primero es evitar el consumo de bebidas azucaradas (refrescos, zumos, granizados…). Como explican desde la Sociedad Española de Reumatología (SER), los azúcares, abundantes en muchas bebidas de uso común, «compiten en el riñón con el ácido úrico e impiden que este se excrete con normalidad, por lo que estas bebidas deberían ser limitadas». La bebida de preferencia ha de ser siempre el agua; la alternativa, alguna bebida edulcorada sin azúcar.
- También es indispensable evitar el consumo de alcohol. Esto, en verano, resulta más complicado por el entorno, los encuentros con amigos y el tiempo libre, pero, como remarca el doctor Prada, «es fundamental tener claro que el consumo excesivo de cerveza, incluida la cerveza sin alcohol, así como las bebidas llamadas espirituosas (vodka, ron, ginebra, whisky…), pueden aumentar los niveles de ácido úrico en sangre y desencadenar brotes de gota».
En cuanto a los alimentos, la SER aconseja evitar las comidas copiosas y los ayunos prolongados, además de reducir el consumo de alimentos de origen animal ricos en ácido úrico, en especial mariscos, carnes rojas y vísceras.
¿Y qué pasa, por ejemplo, con el tomate, al que siempre se le ha echado la culpa de los ataques de gota? «Las purinas de origen vegetal no han demostrado que aumenten los niveles de ácido úrico en sangre -responde Prada-, por lo que no habría restricción especial en el consumo de vegetales que tradicionalmente se habían asociado a una mala evolución de la gota, como el tomate, los espárragos o las espinacas, muchas veces muy presentes en la dieta veraniega». Como señala el dietista-nutricionista Aitor Sánchez García, «a nivel poblacional, se tiene identificado al tomate como ‘el gran villano’ y se olvida con mayor facilidad otros alimentos todavía más insanos y causantes de estas crisis como los embutidos, el alcohol o incluso los refrescos».
Estar activos para estar sanos
La actividad física es indispensable para mantenernos en forma, cuidar nuestra salud, prevenir enfermedades o mantener bajo control las patologías que ya tenemos. Y las personas con gota no son la excepción. Como dice el reumatólogo, «sabemos que hacer ejercicio, mantener una vida activa y evitar el sobrepeso también son importantes para la gota per se y también para el control del resto de factores de riesgo cardiovascular».
Por tanto, en verano no se debe descuidar este aspecto, ni la correcta hidratación durante la actividad física. Además, hay que tener precaución con dietas basadas en ayunos prolongados, ya que, en palabras de Prada, «provocan movilización interna del ácido úrico que puede desencadenar ataques de gota».
En el siguiente vídeo puedes obtener más información sobre las características de esta enfermedad y las recomendaciones profesionales para abordarla: