Una dieta baja en grasas saturadas e índice glicémico bajo parece modular el riesgo de desarrollar demencia, una enfermedad que puede derivar al final en Alzheimer. No obstante, cambiar estos patrones de alimentación podría no proteger a aquellas personas que ya sufren dificultades cognitivas. Lo demuestra un estudio desarrollado por investigadores estadounidenses y publicado este mes de junio en «Archives of Neurology».
Anteriores investigaciones ya habían sugerido vínculos entre la dieta y la capacidad cognitiva, según reseñan los autores de este último trabajo. Sin embargo, estudios realizados sobre alimentos específicos no habían encontrado evidencias concluyentes de una influencia sobre el riesgo de Alzheimer. «Una aproximación más prometedora al estudio sobre los factores dietéticos en Alzheimer podría implicar el uso de intervenciones dietéticas completas, con mayor validez ecológica, y preservar el entorno nutricional en el que se produce el consumo de grasa y carbohidrato», escriben los autores.
El equipo de Jennifer L. Bayer-Carter, del Veterans Affairs Puget Sound Health Care System, en Seattle, se propuso comparar una dieta rica en grasas saturadas e hidratos de carbono simples -un patrón de macronutrientes asociado con la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina- con una dieta baja en grasas saturadas e hidratos de carbono simples. Las intervenciones se denominaron HIGH y LOW, respectivamente. Los autores de este trabajo evaluaron los efectos de estas dos dietas en 20 adultos mayores sanos y 29 adultos mayores que sufrían un deterioro cognitivo amnésico leve (aMCI), lo que significa que experimentaban algunos problemas de memoria. El aMCI avanzado se considera a menudo un precursor del Alzheimer.
En un ensayo controlado y randomizado que duró cuatro semanas, un total de 24 participantes siguieron la dieta HIGH, mientras que otros 25 siguieron la dieta LOW. Los investigadores estudiaron el comportamiento de estos participantes con test de memoria, así como sus niveles de biomarcadores -las sustancias biológicas indicativas del Alzheimer-, la insulina, el colesterol, los niveles de glucosa en sangre, los niveles de lípidos en sangre y los componentes del fluido cerebroespinal (CSF). Los resultados del estudio fueron diferentes para el grupo que tenía aMCI y para el grupo de participantes sanos. En este último grupo, la dieta LOW redujo algunos de los biomarcadores CSF de Alzheimer, así como sus niveles totales de colesterol. Sin embargo, entre los individuos como aMCI, la dieta LOW incrementó los niveles de estos biomarcadores.
Algunos cambios en los biomarcadores, como los niveles de insulina CSF, se observaron en ambos grupos. Adicionalmente, la dieta LOW mejoró el comportamiento en los test de memoria visual retardada tanto en los participantes sanos como en los que presentaban una memoria deteriorada, pero no afecto a las puntaciones en otros indicadores cognitivos. Estos resultados indican que, «para los adultos sanos, la dieta HIGH movió los biomarcadores CSF en una dirección que puede caracterizar un estado pre-sintomático de Alzheimer». Los autores creen que los diferentes resultados obtenidos en los participantes con aMCI podrían demostrar que las intervenciones dietéticas no son tan efectivas en etapas tardías del deterioro cognitivo.