Una tercera parte de los españoles registra una mutación en el gen receptor del gusto amargo que le impide detectar esta característica en los alimentos. Este segmento de población tiene un mayor riesgo de sufrir obesidad, ya que ingiere más grasas que el resto de las personas. Así lo ha afirmado el doctor en Genética Médica Paolo Gasparini durante un seminario en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell). Gasparini ha demostrado en sus investigaciones que la genética interviene en la percepción de los gustos, además de la edad, el género, la cultura o el ambiente en el que viven las personas.
Esta falta de apreciación del gusto amargo afecta a un tercio de la población en España por una mutación genética, apuntó el investigador. El porcentaje es similar en el resto de países europeos, mientras que en India -donde la comida es muy picante- asciende al 50%, añadió. «Las personas que no detectan el amargo tienen mayor predisposición a probar comidas étnicas y eligen tomar la cerveza muy fuerte, el chocolate amargo, la cebolla cruda, el hígado, el brócoli o echan más aceite a la ensalada», explicó Gasparini. «Este grupo de población tiene un mayor riesgo de obesidad y de caries», apuntó el investigador italiano, miembro del Comité Asesor Científico externo del Idibell.
La mayoría de la población, más de un 60%, es capaz de detectar el gusto amargo, «una ventaja evolutiva», según Gasparini, ya que «muchas plantas que pueden ser peligrosas son amargas». Aunque los científicos han logrado descubrir los genes que influyen en la sensibilidad que las personas tienen al gusto amargo, todavía no hay datos concluyentes sobre otro tipo de gustos como el dulce.