Entre las variedades podemos distinguir las siguientes:
- Lechuga iceberg: es una lechuga con forma de repollo, con hojas grandes y prietas. Sus hojas son duras y crujientes, verdes por fuera y blanquecinas por dentro.
- Lechuga hoja roble: es una lechuga de variedad acogollada, de hojas onduladas y tono marronáceo.
- Lechuga batavia: variedad de lechuga con repollo de hojas de color verde intenso, los extremos suelen tener un color rojizo.
- Lollo rosso: variedad de lechuga rizada de origen italiano con color rojizo o morado y con un sabor ligeramente amargo.
- Cogollos: son lechugas de tallo pequeño. Los que más destacan son los cogollos de Tudela, de hojas verdes y corazón amarillo.
- Lechuga romana: también llamada lechuga española, tiene hojas alargadas de color muy verde. El tronco suele ser ancho, alargado y bastante fibroso.
La mejor conservación La mejor manera de conservar la lechuga es guardarla sin lavar en la nevera. Una vez lavada se debe consumir en 1 ó 2 días. Lo habitual es consumirla cruda como ingrediente de ensaladas, aunque también se puede combinar con otros vegetales en cremas y purés.
La limpieza Para limpiar las lechugas debemos de seguir unas pautas de higiene muy sencillas: En primer lugar retirar las hojas en mal estado o dañadas. A continuación cortar el tallo, separar las hojas y sumergirlas en agua con unas gotas de vinagre o de lejía, para eliminar la tierra y posibles insectos y larvas que puedan tener. Por último, sacarlas del agua y lavar hoja por hoja con cuidado. Las hojas se dejan enteras y sin cortar ni aliñar hasta el momento de su consumo, ya que de otra manera se pondrán mustias enseguida.