Está demostrado que el tratamiento con vitamina D y calcio reduce el riesgo de fracturas de huesos, y su déficit -especialmente en mujeres premenopáusicas y ancianos- acelera la pérdida ósea y favorece la osteoporosis. Sin embargo, diversos estudios muestran una carencia importante de esta vitamina. Por ejemplo, en edades comprendidas entre 20 y 39 años, las carencias afectan a entre un 20% y un 41%, mientras que entre 40 y 64 años, el porcentaje se establece entre un 60% y un 83%. Más preocupantes es por encima de los 65 años, donde la falta de vitamina D se establece entre un 68% y 88% si la persona vive en su domicilio, y hasta el 100% si vive en una residencia.
Entre un 8 y un 10% de la población española consume habitual o cíclicamente suplementos vitamínicos, en la mayoría de los casos sin prescripción médica. Así, en el libro «Vitaminas y salud: de las enfermedades carenciales a las degenerativas», que ha publicado la Fundación BBVA, el catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad San Pablo-CEU Gregorio Varela y la profesora adjunta del mismo centro Elena Alonso, se recogen los avances que se han logrado a este respecto.
Uno de los descubrimientos más llamativos es la capacidad de estas sustancias para prevenir enfermedades degenerativas, que constituye la principal causa de la mortalidad en las sociedades occidentales. Pero también se abordan los aspectos negativos, como es la posible relación de las vitaminas antioxidantes con las enfermedades cardiovasculares, algunas formas de cáncer o el propio proceso de envejecimiento fisiológico, así como la nueva función del ácido fólico en la prevención de malformaciones congénitas.
En este sentido, y para evitar riesgos, el libro aconseja efectuar una revisión actualizada de las ingestas de vitaminas recomendadas. La advertencia tiene que ver con el resultado de los estudios realizados sobre los hábitos alimentarios y el estado nutricional en diferentes comunidades autónomas, que evidencia ingestas de riesgo en más del 10% de la población española para el aporte de folatos y vitaminas C, A, E y D. También se han detectado valores bioquímicos subóptimos para las vitaminas D, C, ácido fólico y otras sustancias con función antioxidante.
Respecto a Europa, la carencia más prevalente en todos los países es la vitamina B6, seguida de las vitaminas E y B12. Los autores advierten de la importancia del enriquecimiento dietético o el consumo de suplementos, especialmente durante el invierno, época que se caracteriza por una deficiente aportación de vitamina D en gran parte de la población.