La sensación de vientre hinchado, además de incómoda, es poco gratificante, sobre todo en verano, cuando se llevan prendas ligeras o el abdomen queda a la vista con el bikini o el bañador. Los cambios de rutina, de dieta y de horarios favorecen, muchas veces, una mala digestión y esa sensación de pesadez tan molesta. En este artículo se hace una revisión de la forma de comer -tanto en la elección de los alimentos como en la manera de cocinarlos-, con el fin de identificar las causas dietéticas del vientre hinchado y plantear las soluciones más acordes para facilitar las digestiones, prevenir los gases y reducir la hinchazón.
Vientre hinchado: causas y soluciones
Hacer abdominales ayuda a mantener un vientre plano y tonificado. Sin embargo, en ocasiones, no basta con el ejercicio físico para reducir la hinchazón y las molestias que conlleva. El tipo de alimentos que se consumen, el modo de cocinarlos y los ritmos de las comidas son factores que influyen sobremanera en este malestar, que debería ser pasajero, pero puede convertirse en perpetuo.
1. Comer deprisa, ¿masticas o tragas?
- El problema. Las personas que comen deprisa y hasta que se sienten llenas multiplican por tres el riesgo de sobrepeso. Este vínculo se explica en parte por la sensación de saciedad, que tarda entre 20 y 25 minutos en llegar del estómago al cerebro. Por ello, cuando se come rápido, se tiene hambre incluso tras ingerir suficiente alimento como para estar satisfecho. Además, al comer de ese modo, se traga más aire, lo que explica en parte la hinchazón abdominal. Al no masticarse lo suficiente, los alimentos ricos en carbohidratos que requieren mezclarse con la saliva para predigerirse (por acción de las enzimas salivares) llegan casi intactos al intestino y su digestión provoca fermentaciones que se traducen en indeseables gases.
- Las soluciones. Comenzar la comida con ensaladas o tostar el pan son algunas propuestas que obligan a masticar los alimentos. Comer con palillos ayuda a comer más despacio y mejora la digestión, al tiempo que a menudo se come menos porque se percibe antes la sensación de saciedad. Servirse los platos por separado ayuda a tomar conciencia de la necesidad de comer más despacio.
2. Demasiadas frituras
- El problema. Un menú en el que abunden los empanados, los fritos, los rebozados, las croquetas, las patatas fritas, los guisos y los estofados puede ser muy variado, pero se excede con las frituras. Este es el modo de cocinado con el que el alimento absorbe más aceite. Digerir las grasas requiere más labor digestiva, es más costoso e influye en que se tenga sensación de plenitud o de hinchazón tras cada comida.
- Las soluciones. Entre ellas están cocinar los alimentos a la plancha y acompañados de rehogados, estofados con poco aceite, al horno o al vapor en alternancia con las frituras. Para absorber menos aceite al freír, conviene añadir el alimento bien seco al aceite muy caliente (pero sin que humee), usar aceite de oliva (impregna menos al alimento) y dejar reposar los fritos en papel absorbente de cocina para que empape el exceso de aceite.
3. Las burbujas hinchan
- El problema. Tomar refrescos con gas hincha el vientre. Si además son azucarados, se ingieren «calorías vacías» que suman energía y contribuyen a ganar peso. El agua con gas, aunque no tiene calorías, también puede provocar esa sensación de tripa hinchada, más si se toma durante las comidas.
- La solución. Elegir agua sin gas como bebida preferente y tomarla fuera de las comidas es un buen consejo para combatir la distensión abdominal.
4. ¿Falta fibra o se toma en exceso?
- El problema. La fibra, como todo, conviene tomarla en su justa medida. Ingerir poca cantidad se asocia al estreñimiento, pero comer más fibra de la que el organismo tolera también es contraproducente, ya que puede provocar diarrea e hinchazón abdominal.
- Las soluciones. Para evitar molestias digestivas, quienes se inicien en el consumo de alimentos integrales, deben hacerlo poco a poco (comenzar si acaso con el pan, luego con los cereales, más tarde con el arroz y la pasta). Una alimentación aporta suficiente fibra si alterna frutas, ensaladas y verduras, algún alimento integral, frutos secos, frutas desecadas y legumbres. Si es así, no será preciso tomar extras de fibra en pastillas o en forma de salvado.
5. Falta de fuerza digestiva
- El problema. Comer todos los alimentos refinados, es decir, elaborados con harinas no integrales, como el pan, las galletas, la pasta, los cereales de desayuno o el propio arroz, hace que se agoten antes las enzimas digestivas que fabrica el propio aparato digestivo, ya que los alimentos ingeridos están desprovistas de ellas. Esto se traduce en una menor fuerza digestiva que explica, en gran medida, la hinchazón abdominal, los gases (flatulencia y aerofagia) y las dispepsias.
- Las soluciones. Iniciarse en el consumo de alimentos integrales es muy beneficioso para la salud. Además de que la densidad nutritiva de estos alimentos es mayor (tienen más vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes), proveen de enzimas con efectos positivos en el aparato digestivo como para combatir el vientre hinchado. También puede resultar muy útil añadir a las ensaladas brotes de germinados o incluir en el menú alimentos fermentados como el chucrut o el miso. En ambos casos, por los procesos de germinación y de fermentación que experimentan estos alimentos, se generan enzimas que ayudan en la digestión.
6. No gustan las ensaladas
- El problema. Las enzimas de los alimentos se destruyen, en gran medida, por la acción del calor, es decir, al asar, cocer, calentar o freír los alimentos. Cuando no se tiene la costumbre de comer ensaladas y fruta fresca, con el tiempo se puede perder fuerza digestiva por escasez de enzimas digestivas.
- La solución. Los alimentos crudos son la principal fuente dietética de enzimas, de ahí la necesidad de comer algo de ensalada o de fruta fresca a diario.
Intolerancia desconocida a algún alimento: otra causa de la hinchazón
Entre las distintas intolerancias, la celiaquía (o intolerancia al gluten) y la intolerancia a la lactosa son las más conocidas. El malestar digestivo es el denominador común en este tipo de trastornos alimentarios. Otro mecanismo concreto de intolerancias es la histaminosis alimentaria no alérgica (o síndrome HANA). En este caso, los síntomas se desarrollan por el impacto de una molécula, la histamina, con los distintos receptores de las células del organismo. Los síntomas son dispersos, aunque todos tienen un nexo común: la descarga fuerte de histamina tras el consumo del alimento responsable.
Los trastornos digestivos más comunes que se identifican como consecuencia de este tipo específico de intolerancias son: dispepsia o digestiones pesadas frecuentes justo después de comer, digestiones lentas, tripa hinchada, diarreas y/o estreñimiento (uno u otro malestar, o alternancia entre ambos), gastritis, náuseas, vómitos, etc. No suelen darse todos los síntomas en una misma persona, salvo que se esté muy afectado.
El aumento del volumen corporal, la retención de líquidos o los dolores de cabeza frecuentes son otras señales que, en ocasiones, confluyen y ayudan a identificar el perfil de una persona candidata a estar afectada de alguna intolerancia. Si este tipo de trastorno no se resuelve con una alimentación adaptada y adecuada, con los años puede degenerar en patologías crónicas como colon irritable, cefaleas o migrañas, fatiga muscular crónica o fibromialgia, entre otras.