No hay blog, foro de Internet o grupo de madres y padres en el que no se haya tratado algo que parece muy novedoso y revolucionario, aunque lleve con nosotros miles de años: el Baby-Led-Weaning (BLW) o Alimentación Complementaria Guiada por el Bebé. En realidad, la palabra inglesa “weaning” significa destete, pero sería erróneo traducirlo así, pues lo que sucede alrededor de los seis meses de edad es que la lactancia materna empieza a ser insuficiente para el niño de manera progresiva. Y, qué casualidad, esto coincide con la capacidad del bebé para llevarse a la boca lo que encuentre cerca y masticar con las encías aunque aún no tenga dientes. En este artículo se describen consejos prácticos para disfrutar de esta etapa.
El comienzo de la alimentación complementaria
El Baby-Led-Weaning, también llamado Alimentación Complementaria a Demanda o método ACS (Aprendo a Comer Solo), no significa que haya que suprimir la lactancia. Por el contrario, se refiere a la alimentación complementaria, esto es, que complementa al pecho (o biberón) que seguirá siendo la fuente principal de energía durante todo el segundo semestre y, en muchos casos, unos cuantos meses más.
En realidad, este método con tantos nombres lleva miles de años con nosotros. Lo normal siempre ha sido dejar que los bebés se lleven a la boca alimentos en porciones no peligrosas cuando son capaces de hacerlo, es decir, cuando tienen el suficiente desarrollo neurológico para mirar algo concreto que atrae su atención y, si está a su alcance, estirar con puntería el brazo, abrir la manita, coger el objeto o alimento, darle vueltas, mirarlo con curiosidad, llevarlo a la boca, pasearlo por la misma para que se mezcle con la saliva -bastante abundante en esos meses-, masticarlo con las encías y tragarlo.
Cómo saber que es el momento de incorporar alimentos sólidos
En este artículo ya se dejó bastante claro que hasta los seis meses aproximadamente los niños no necesitan más que leche materna (o biberón en su defecto). En él también se prometió hablar de cómo ofrecer los primeros alimentos distintos a la leche. Llegado este momento, no obstante, hay que dejar claro que quien marcará la pauta de cuándo comenzar a comer sólidos será el propio bebé, no el calendario ni los consejos de un pediatra o cualquier otro sanitario que atiende niños. ¿Y cómo lo hará? Cuando cumpla de manera clara y meridiana estas condiciones:
- 1. Es capaz de mantenerse sentado sin apoyo y sin que se le vaya el cuerpo o la cabeza para los lados (sedestación estable), tanto en una sillita como en el regazo de un adulto, lo que implica la correcta alineación de la cabeza con el tronco como medida de seguridad a la hora de alimentarse.
- 2. Ya dirige sus manos a los objetos y alimentos que tiene a su alcance de manera efectiva, agarrándolos, explorándolos y llevándolos a la boca. Es curioso observar que hay familias que dejan que los bebés se lleven a la boca mordedores, llaveros, la cartera, la funda del móvil o el mismo teléfono, pero no les dejan meterse en la boca un trozo de plátano maduro.
- 3. Ya no empuja los sólidos o semisólidos hacia afuera con la lengua al recibirlos en la boca, algo que sí sucedía al meter con cuchara papillas, purés o alimentos sólidos demasiado pronto en su boca. Es el denominado reflejo de extrusión, que le salva de ahogarse cuando aún no tiene la madurez neurológica suficiente para emplear todos los músculos orofaríngeos necesarios para saber tragar sólidos o semisólidos.
- 4. Empieza a masticar, subiendo y bajando las mandíbulas, para trocear los alimentos con las encías o con los primeros dientes, que comienzan a salir en el segundo semestre de vida. También se van iniciando los movimientos laterales de la lengua para desplazar el alimento dentro de la boca y conducirlo hacia el fondo de la misma con el objetivo de tragarlo.
Se ha constatado que hasta un 96% de los lactantes sin problemas neurológicos ya cumplen estas premisas a los 7-8 meses de edad.
¿Y si se atraganta?
Uno de los temores más arraigados en las familias y en algunos sanitarios al adoptar o recomendar este método es el de la posibilidad de ahogamiento. Sin embargo, diversos estudios de fuentes fiables explican que no encuentran un mayor riesgo de episodios de atragantamiento o de asfixia con este sistema en comparación con el método tradicional, mientras se informe bien de cómo cortar, preparar y presentar los alimentos al niño, además de estar a su lado en todo momento y de conocer las maniobras adecuadas para poder ayudar al bebé en el caso de que se presentara una situación de asfixia. En este otro enlace también se enseñan las maniobras en niños más mayores y ofrecen consejos generales.
Otra preocupación muy habitual estriba en la posibilidad de que, con este método, no ingieran la cantidad de nutrientes y energía que necesiten, pero tampoco hay evidencias de que tengan problemas nutricionales los bebés de familias que optan por el sistema ACS (Aprendo a Comer Solo). Podría suceder lo contrario: los niños que se autorregulan tienden a preferir alimentos más saludables y serían menos propensos a tener sobrepeso en el futuro. Este es un factor que hay que tener en cuenta si se consideran las abultadas cifras de sobrepeso y obesidad infantil que existen en nuestro país. A este respecto, es típica la frase que los pediatras oyen en la consulta, demasiadas veces: «Es que triturado y con cuchara, le ‘meto’ más comida y consigo que se lo coma ‘todo'».
El próximo artículo se adentrará en el tema con propuestas concretas para poder disfrutar en familia de las primeras tomas de alimentos saludables sólidos por el bebé. Una ventaja muy evidente del método ACS se encuentra en el ahorro de tiempo y en la comodidad que supone preparar la misma comida para los cuidadores y para el niño, respetando siempre no añadir sal ni azúcar.