Los investigadores comenzaron a estudiar el uso de un tipo de bacterias lácticas de los yogures, los «Lactobacillus acidophilus», como una posible respuesta terapéutica a uno de los efectos secundarios de la toma de antibióticos: la diarrea. Los medicamentos antibióticos alteran el equilibrio natural de la microflora intestinal. Diversos meta-análisis recientes han analizado los estudios que evalúan el efecto de los probióticos en la prevención de la diarrea tras la toma de antibióticos.
Al parecer, una de las bacterias lácticas más resistentes a la acidez del estómago y a los procesos digestivos en el intestino delgado, y con mejor respuesta a la resolución de la diarrea tras la toma de antibióticos, son los lactobacilos GG («L. casei spp rhamnosus»), más conocidos como LGG, que lleva las iniciales de sus descubridores, Sherwood Gorbach y Barry Goldin.
Yogur, diarrea y antibióticos en niños
Está ampliamente documentado que el consumo de antibióticos altera sustancialmente el equilibrio natural de la flora intestinal. Por una parte, se reduce la capacidad de fermentación y, por otra, aumenta la sensibilidad de desarrollo de bacterias patógenas, con el consiguiente riesgo de aparición de diarrea. Este aspecto es particularmente interesante en niños, ya que son más propensos a coger infecciones diversas para las cuales se aconseja tomar antibióticos.
En general, los antibióticos más usados son de amplio espectro, es decir, combaten todo tipo de bacterias, incluidas las bacterias beneficiosas del intestino (Bifidus y Lactobacilus), de ahí que sea frecuente la diarrea tras tomar antibióticos. También sucede por hacer un uso indiscriminado e irresponsable de los antibióticos.
De todos los probióticos, el que ha demostrado características excepcionales para la supervivencia y la colonización ha sido el LGG
Existen diversos ensayos en investigación en los que se ha observado que la ingesta de probióticos, como los yogures y otras leches fermentadas, disminuye de manera notable la aparición de diarrea asociada a los antibióticos. Investigadores canadienses del «Complementary and Alternative Research and Education (CARE) Program», del Stollery Children’s Hospital Foundation (Universidad de Alberta) en Edmonton, y del Departamento de Salud Comunitaria del Centro de la Salud de la Universidad de Calgary realizaron un meta-análisis que analizó estudios aleatorios controlados con placebo que evaluaban este efecto preventivo en niños.
Según los investigadores, parecen prometedores (aunque no concluyentes, a la espera de más estudios adecuadamente diseñados) los efectos beneficiosos de los probióticos en la prevención y tratamiento de la diarrea tras la toma de antibióticos. Los probióticos más estudiados y de los que se ha observado un mayor efecto son los probióticos LGG y «Sacharomyces boulardii», aunque también existe en la literatura científica estudios que han constatado el efecto positivo de otros probióticos, como lactobacilos y bifidobacterias, en la prevención de la diarrea.
Estos resultados coinciden con los de otro llevado a cabo, también en niños, por el Departamento de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica de la Facultad de Medicina de Varsovia, en Polonia.
No obstante, según los expertos, queda por determinar en nuevos ensayos el efecto sobre la diarrea de nuevos probióticos, así como las dosis concretas y seguras de los ya estudiados, para los bebés y para los niños de más corta edad. Aunque no se han advertido efectos secundarios tras el consumo de probióticos por los niños, los expertos advierten que el seguimiento de los efectos en los estudios ha sido limitado (por lo general, unos cinco días de media de tratamiento), y que este aspecto también se debería tener en cuenta en próximas investigaciones.
El descubrimiento
Fue hacia la década de 1950 cuando se comenzó a estudiar el efecto del consumo «Lactobacilus acidophilus», un tipo de bacteria láctica, como una posible respuesta a alguno de los efectos secundarios digestivos de la toma de antibióticos, como la diarrea. Desde entonces, una de las principales dificultades que han encontrado los investigadores para obtener beneficio de la ingesta de probióticos ha sido garantizar la supervivencia de las bacterias lácticas en el tracto intestinal.
Los probióticos ingeridos por vía oral tendrían que ser capaces de sobrevivir a la acidez del estómago y a los procesos digestivos del intestino delgado y colonizar con éxito el colon. De todos los probióticos que se conocen en la actualidad, el que ha demostrado características excepcionales para la supervivencia y la colonización ha sido el LGG.
Desde su descubrimiento en 1985, se han desarrollado diversas patentes con LGG con el fin de incorporar dichos probióticos a distintos productos, desde mantequilla, crema de leche, leche, leches fermentadas, bebidas con fruta o quesos, aunque por el momento, no llegan a España. Asimismo, ya existe alguna empresa estadounidense, dedicada a la comercialización de alimentos funcionales, que vende cápsulas de LGG como un complemento probiótico «para el mantenimiento del sistema digestivo».
Los probióticos son organismos vivos (bacterias o levaduras de la flora comensal intestinal) que se añaden a los alimentos o que forman parte de ellos, cuyo consumo en cantidades adecuadas comporta efectos beneficiosos para la salud. En el mercado, los probióticos que encontramos son yogures y otras leches fermentadas con diversas bacterias lácticas, como bifidobacterias, “Lactobacillus casei imunitass”, “LC1”, entre otras.
En el intestino tiene lugar parte de la digestión de los alimentos y la absorción de la mayoría de los nutrientes. En esta parte del tubo digestivo conviven en equilibrio billones de bacterias que, además, influyen en las defensas del organismo. La pérdida del equilibrio entre bacterias beneficiosas y nocivas de la microflora intestinal comporta una predisposición a padecer infecciones y malestar digestivo como hinchazón o diarreas.
Los probióticos ayudan a mantener en armonía la flora intestinal, y los más estudiados son los lactobacilos, las lifidobacterias y algunas levaduras como la “Saccharomyces”, de las que se ha comprobado tanto su eficacia como su seguridad, al no encontrarse efectos adversos asociados a su consumo. La eficacia de algunos probióticos está demostrada, además de en diarreas provocadas por antibióticos, en otros malestares digestivos como el estreñimiento.