El alcohol es una de las sustancias de consumo social más peligrosas para el desarrollo del bebé durante el embarazo. Incluso en bajas cantidades, es causa de efectos nocivos sobre el cerebro, el sistema nervioso y distintos órganos del niño en formación, además de una gran variedad de otros problemas que le pueden afectar durante toda su vida. Este artículo ofrece cifras de estudios recientes sobre el tema, destaca la importancia de no beber ni una sola gota en esta etapa, explica cómo actúa el alcohol en la gestante y el bebé y describe dos campañas actuales contra el consumo de esta sustancia en ese periodo.
Cifras preocupantes de consumo de alcohol en embarazadas
Las bebidas alcohólicas se deben evitar durante el embarazo. En algunos ámbitos este precepto está muy claro. Sin embargo, no está de más insistir en ello tras conocer las inquietantes cifras que se comentan a continuación.
Un estudio reciente, realizado por expertos de la Universidad de Málaga, determinó que en esa provincia andaluza el 40,7% de las mujeres gestantes bebe alcohol durante el primer trimestre, mientras que el 23,1% lo hace durante el segundo y el 17,1% durante el tercero. El trabajo -basado en una encuesta realizada a 451 embarazadas de la región- halló además una asociación entre un mayor nivel de estudios y una mayor exposición al alcohol. Estos datos, llamativos y preocupantes, deben «alertar a los proveedores de atención obstétrica sobre la necesidad de poner en marcha medidas preventivas», concluyeron los investigadores.
Además, las estimaciones actuales indican que, en España, dos de cada mil niños padecen trastornos del espectro alcohólico fetal (FASD). Pero una investigación reciente, que estudió esta cuestión en una provincia italiana, situó ese índice entre 3,7 y 7,4 de cada mil nacimientos.
A partir de estos números, es evidente que se mantenga vigente la necesidad de reiterar la importancia de la prevención.
Lo recomendado, ni una sola gota
Los expertos recomiendan que durante el embarazo la ingesta de alcohol debe ser igual a cero. ¿Por qué? Pues porque «no existe un límite de consumo que sea seguro», como explica la Asociación Española de Pediatría (AEP). Es decir, no hay evidencias científicas que determinen a partir de qué cantidad el alcohol pueda ocasionar alteraciones fetales.
En cambio, sí que están claros los efectos que la toma de alcohol ejerce en la gestación. Por un lado, existe un mayor riesgo de aborto espontáneo y de parto prematuro.
Además, también están las posibles secuelas para el niño: rasgos faciales alterados (microcefalia, maxilar superior pequeño, nariz chata, surco nasolabial borrado, puente nasal hundido, labio superior demasiado fino, etc.), malformaciones en distintos órganos como el corazón, los riñones, el tubo digestivo o las extremidades, retraso en el crecimiento o desarrollo psicomotor, dificultad para memorizar, hablar o coordinarse, problemas de hiperactividad, etc. Además, el consumo de alcohol durante el embarazo es la primera causa no genética de retraso mental (y la tercera en general, después del síndrome de Down y los defectos del tubo neural).
Por todas estas razones, el programa «Embarazadas: cero alcohol«, coordinado por el Ministerio de Sanidad, afirma que, «de todas las sustancias de abuso, el alcohol es de las más peligrosas para el desarrollo fetal».
Cómo actúa el alcohol en la embarazada y el bebé
El alcohol que una gestante consume pasa de forma directa al feto, «atravesando la barrera placentaria», explica la AEP. «Cuando una mujer embarazada bebe alcohol -añade esa institución-, al cabo de una hora ella y su bebé tienen la misma concentración de alcohol en sangre».
Los efectos nocivos de esta sustancia pueden alcanzar a todo el organismo del niño, pero sus partes más vulnerables son el cerebro y el sistema nervioso, así como los órganos que se estén desarrollando en el momento de la gestación en que se produce la ingesta.
Como la mayor parte de los órganos se desarrolla durante el primer trimestre, es ese el periodo más sensible. Y precisamente es el más peligroso, porque, a menudo, una mujer no sabe que está embarazada hasta varias semanas después de la fecundación. Por eso, la recomendación es evitar el alcohol no solo cuando existe la certeza de la gestación, sino también mientras se busca la concepción y cuando se sospecha que puede existir. Y, por supuesto, también durante la lactancia, ya que el alcohol pasa al bebé a través de la leche materna y le puede ocasionar daños.
Formas de consumo de alcohol
Cuanto mayor es la cantidad de alcohol consumida, mayor es el daño que provoca. La AEP indica que los mayores perjuicios se producen en los hijos de mujeres que, durante el embarazo, beben alcohol de forma habitual. Pero también la ingesta ocasional de grandes cantidades -como en el caso de una borrachera- representa un peligro muy serio para la criatura en formación.
Se debe tener cuidado incluso con las cervezas «sin alcohol», ya que, en general, esta denominación no es exacta: la legislación las obliga a no superar el 1% de graduación alcohólica (contra el 4,5% o 5% de las convencionales), pero en general incluyen esa sustancia. Por eso, el consejo de los especialistas para las mujeres embarazadas es evitar también este tipo de bebidas.
La Alianza Europea contra el FASD lanzó en 2014 una campaña titulada “Too Young To Drink” (Demasiado jóvenes para beber), que incluía algunos montajes fotográficos de gran impacto, como bebés flotando en el contenido de botellas de bebidas alcohólicas. La versión 2015 incorpora una imagen similar, con la diferencia de que no se ve ninguna botella, sino que junto al niño flotan hielos, unas rodajas de fruta y otros ingredientes comunes en las copas.
El programa “Embarazadas: cero alcohol“, por su parte, incluye un vídeo en el que se reproducen algunas frases que se escucha en torno a este tema: “Es solo una”, “No creo que pase nada por una copa” o “Hija, ¿cómo no vas a celebrarlo con tu padre?”. Y luego apunta que “no hay excusa que valga para poner en peligro el desarrollo de vuestro bebé” y que “la más pequeña cantidad de alcohol es demasiado para él”.
El mismo vídeo enfatiza que “el consumo cero en las embarazadas es una responsabilidad de todas aquellas personas que comparten su vida”. En su web, la misma campaña señala que este compromiso “debe ser compartido por todos aquellos que forman parte del entorno de la mujer embarazada“: pareja, miembros de la familia, amigos y compañeros de trabajo.