El cólico del lactante es un síndrome asociado a irritabilidad, llanto incesante y un aparente dolor abdominal que afecta entre el 10% y el 40% de los bebés sanos. Aunque es transitorio y se resuelve de manera espontánea antes de los seis meses, la impotencia de calmar al niño genera ansiedad y estrés. Decenas de investigaciones han examinado el efecto de la alimentación de la madre y del bebé (si este se alimenta con biberón), para buscar la causa. Las intervenciones en la dieta materna, como eliminar la leche de vaca y productos derivados o la sustitución de la leche por bebida de soja y el uso de fórmulas hipoalergénicas en el biberón, son algunas de las pruebas empíricas que se aplican sin que resulten, en muchos casos, efectivas.
Leche de vaca, alimento sospechoso
No se conoce a ciencia cierta la causa de los cólicos del lactante. La Asociación Española de Pediatría (AEPED) resume el origen en factores psicológicos, sociales y digestivos. Entre estos últimos, destaca la inmadurez del aparato digestivo, que explicaría la contracción exagerada de las fibras musculares del intestino o la alteración en la flora bacteriana intestinal. Sendos factores, juntos o separados, pueden provocar dolorosos cólicos y dificultad para expulsar los gases. La alergia a las proteínas de la leche de vaca puede ser, también, desencadenante de los cólicos en una pequeña parte de los casos, si bien conviene consultar con el pediatra antes de modificar la dieta de la madre y del bebé.
La hipersensibilidad a las proteínas de la leche de vaca genera controversia sobre su contribución a los cólicos de los lactantes amamantados o alimentados con leche de fórmula. El saber empírico ha llevado a que muchas madres que dan pecho opten por prescindir de esta leche o la sustituyan por bebida de soja. Ante la hipótesis de que la transmisión de antígenos alimentarios (componentes que provocan la reacción de alergia) a través de la leche materna desencadena cólicos, varias investigaciones han examinado si estas modificaciones en la dieta materna mejoran la situación.
Muchas madres eliminan los lácteos de su dieta sin la seguridad de que el cambio resulte efectivo.
La actualización más reciente llega del comité de expertos de nutrición y gastroenterología de la Sociedad de Pediatría canadiense. El documento, publicado en Paediatrics and Child Health el pasado enero, reconoce que son minoría los lactantes con síntomas de cólico infantil secundario a la alergia a la caseína (proteína de la leche de vaca). Algunos autores proponen eliminar, durante dos o tres semanas, los lácteos en la dieta de la madre en caso de cólicos severos y, si se siente mejoría, mantener los cambios hasta el tercer o cuarto mes. Si se siguen estas directrices dietéticas, no hay justificación para interrumpir la lactancia antes de tiempo y es básico que madre e hijo reciban el soporte nutricional adecuado en calorías, calcio y vitamina D. En caso de no notar beneficio, no estaría justificado seguir con las restricciones alimentarias.
Para los bebés amamantados, algunos autores proponen considerar que la madre siga una dieta hipoalergénica, no solo exenta de lácteos. Un ensayo clínico del departamento de Alergia del Hospital Royal Children de Melbourne (Australia), evaluó la posible asociación con las proteínas de la leche de vaca y con otros alimentos potencialmente alergénicos. A los siete días de intervención detectaron que los bebés cuyas madres excluyeron de su dieta la leche de vaca, los huevos, los cacahuetes, las nueces, la soja, el trigo y el pescado mejoraron el malestar. Aunque el especialista es quien marca las pautas dietéticas para evitar restricciones innecesarias.
En niños y adultos con intolerancia a la lactosa, la hinchazón y el dolor abdominal son síntomas comunes. Por semejanza sintomática, la intolerancia a la lactosa puede ser una de las causas del cólico. Sin embargo, la evidencia actual no ha demostrado que excluir la lactosa tenga un efecto beneficioso. Por tanto, no es efectivo que la madre sustituya la leche normal por la versión sin lactosa. Tampoco es seguro añadir un complemento de la enzima lactasa que digiere la lactosa, el azúcar de la leche. Los ensayos que examinaron los efectos de la lactasa en los síntomas del cólico tienen en común el reducido tamaño de la muestra, por lo que los resultados no se pueden considerar concluyentes.
El Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría no recomienda el uso de fórmulas con proteínas de soja para el tratamiento del cólico de forma rutinaria. El argumento en contra es que no han demostrado beneficios claros en la prevención o la gestión del cólico. Además, los niños con alergia a la leche de vaca son más propensos a desarrollar alergia a la proteína de la soja. Del mismo modo, el consumo de la madre de bebida de soja es cuestionable por el riesgo de desarrollo de alergia a las proteínas de soja, en particular, en bebés diagnosticados de alergia a la caseína.
Gran parte de los ensayos clínicos realizados sobre este asunto aportan resultados contradictorios; a menudo el tamaño de la muestra ha sido pequeño y la metodología no era la adecuada. Esto explica que no esté justificado hacer modificaciones dietéticas importantes ni a las madres que amamantan ni a los niños que sufren cólico.