Sana y equilibrada. Así debe ser la dieta de cualquier madre que alimenta a su hijo solo con leche materna. Los especialistas insisten en que la mujer que lacta puede comer “lo que quiera y cuando quiera”, aunque debe atender a algunas recomendaciones, como se recuerda en este artículo: evitar los pescados con alto nivel de mercurio, limitar la ingesta de bebidas con cafeína y alcohólicas y observar la reacción del bebé ante determinados alimentos que alteran el sabor de la leche.
Evitar los pescados ricos en mercurio
Los grandes beneficios nutritivos del pescado lo convierten en un alimento esencial en la dieta de las madres durante la lactancia. Sin embargo, al igual que en el embarazo, durante la etapa de lactancia, las mujeres deben evitar el consumo de algunas especies.
En concreto, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda eliminar de la dieta en este periodo el pez espada, el atún rojo y el lucio. La ingesta de estos pescados eleva el riesgo de superar la ingesta máxima de mercurio permitida cuando se está alimentando a un bebé con leche materna.
Limitar las bebidas con cafeína
El café y los refrescos de cola contienen cafeína, una sustancia que en grandes dosis puede producir algunos efectos negativos en el niño, como irritabilidad, insomnio o temblores.
Por eso, aunque su consumo no está prohibido durante la lactancia, la Asociación Española de Pediatría aconseja limitar su ingesta a menos de tres tazas diarias. Y, en todo caso, tomarla justo después de la toma de pecho.
Consumo de bebidas alcohólicas
Aunque la cantidad de alcohol que pasa a la leche materna es baja, los especialistas recomiendan limitar su consumo durante la lactancia a cantidades «moderadas y de forma esporádica». Los expertos explican que las madres no deberían tomar nada de alcohol si están amamantando a sus hijos, aunque reconocen que las ventajas de la lactancia materna «exceden los inconvenientes de un consumo ocasional de alcohol».
En todo caso, si se bebe, los pediatras recomiendan hacerlo en el momento más alejado posible de la toma del bebé, puesto que el nivel más elevado de alcohol se alcanza entre 30 y 60 minutos después de la ingesta.
Alimentos que alteran el sabor de la leche
Determinados alimentos de sabores intensos, como el ajo, los espárragos, los cítricos, los picantes o la cebolla, pueden alterar el sabor de la leche materna. Esto no quiere decir que sean desagradables para el pequeño, una idea que, señalan los expertos del Comité de Lactancia, «forma parte de los mitos de la lactancia». Para que la leche tenga un sabor demasiado intenso, «posiblemente se tenga que consumir mucha más cantidad del producto de lo que se hace en circunstancias normales», apuntan estos expertos.
En este sentido, un estudio llevado a cabo para comprobar los efectos del consumo de ajo en el sabor de la leche materna demostró que no solo no resulta desagradable para el niño, sino que, además, le incita a succionar más rápido y producir mayor cantidad de leche.
No obstante, algunas madres pueden observar desagrado o cambios en el comportamiento del bebé tras ingerir algunos alimentos. «Si se comprueba repetidamente que el niño está incomodo con algún alimento de su dieta, debe eliminarse«, señalan estos especialistas.
El gran mito: alimentos flatulentos
Uno de los mitos más extendidos respecto a la alimentación materna durante el periodo de lactancia es que se deben evitar ciertas verduras y legumbres flatulentas, como garbanzos, brócoli, coles de Bruselas o alubias, y las bebidas gaseosas. El motivo argumentado es que pueden producir gases al bebé y en consecuencia cólicos.
El pediatra Jesús Martín-Calama, autor de ‘Manual de lactancia materna’ (Editorial Médica Panamericana, 2008), aclara que «ningún alimento consumido por la madre provoca gas en la leche o en el niño». La explicación es sencilla: los gases que pueden producir estos alimentos se originan a partir de la digestión en el intestino materno, por tanto, no es posible que se transmitan a la leche que beberá el bebé.
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