Los especialistas están de acuerdo en que el llamado “periodo intergenésico” (es decir, el lapso entre un embarazo y el siguiente) debe durar, en el mejor de los casos, al menos 18 meses. Esto exige la utilización de métodos anticonceptivos cuando la pareja, después del puerperio, retome sus relaciones sexuales. ¿Cuáles son los métodos más convenientes? Si bien esto depende de cada pareja, se pueden indicar algunas líneas generales respecto a esta cuestión.
Durante la lactancia, métodos no hormonales
En general, los métodos anticonceptivos se dividen en dos grupos: los «hormonales» y los «no hormonales» o «de barrera». Los primeros se basan en una alteración hormonal, la cual da como resultado la imposibilidad de quedarse embarazada, mientras que la acción del segundo grupo consiste en impedir por medios físicos la unión del óvulo y los espermatozoides.
Los médicos son partidarios de que, mientras la mujer da de mamar, emplee métodos anticonceptivos no hormonales o de barrera, con el fin de que la leche materna no pueda verse afectada en modo alguno por las posibles alteraciones de la píldora, los anillos vaginales de progesterona, los implantes dérmicos y subdérmicos y los inyectables mensuales. Incluso para mujeres que tras el parto no dan de mamar está desaconsejado el uso de métodos hormonales combinados, como píldoras u otros agentes que mezclan dos o más tipos de hormonas, al menos durante las primeras cuatro semanas siguientes al parto (o eventualmente, de un aborto), debido a que aumentan el riesgo de tromboembolismo.
El método más recomendado es el preservativo, ya que, además de actuar como barrera, se usa sin problemas desde el momento mismo en que se recomienzan las relaciones sexuales, sin tener en cuenta si el organismo de la mujer ya se ha recuperado del parto y ha vuelto por completo a su estado normal.
Otro método de barrera también muy empleado es el dispositivo intrauterino (DIU), que sí registra la complicación citada: exige que el útero y el resto del aparato reproductor de la mujer haya recuperado su tamaño y condiciones generales anteriores al embarazo, para lo cual se estima que deben transcurrir unas seis semanas. En el caso de que el parto se haya realizado por cesárea, el plazo es aún superior, de unas ocho semanas, debido a que la operación debe estar cicatrizada.
Terminado el ciclo de la lactancia, ya no hay riesgos derivados del hecho de que la mujer emplee métodos anticonceptivos hormonales. Para saber cuál es el más conveniente, debe consultar al especialista, ya que no hay una fórmula genérica: cada mujer, según sus propias características, necesita un tratamiento determinado.
Una condición señalada a menudo como método anticonceptivo, pero que como tal está mucho más cerca de ser un “cuento de la abuela” que una técnica fiable, es la denominada amenorrea de la lactancia. Este es el periodo durante el cual la mujer no menstrúa, característico del particular estatus endocrino cuando ha dado a luz y da de mamar. Este estado se origina por el incremento del nivel de una hormona, la prolactina, que produce la leche, y con frecuencia se acompaña de ciclos anovuladores. La utilización de la amenorrea de la lactancia como método anticonceptivo puede resultar muy perjudicial y exige una condición: la mujer debe amamantar al bebé cada tres horas, de manera invariable, incluso de noche.
Pero ni siquiera aunque se cumpla ese requisito el estado de amenorrea posterior al parto es confiable para evitar un nuevo embarazo. De hecho, la amenorrea como tal termina con la primera regla y esta llegará después de la primera ovulación de la mujer, es decir, después de un ciclo de fertilidad.
Los especialistas explican la poca fiabilidad de este presunto método con un ejemplo: antiguamente y hasta mediados del siglo XX, en nuestra sociedad (y todavía en nuestros días en otros lugares del mundo), las mujeres enlazaban unos embarazos con otros, con muy poco tiempo de diferencia, pese a que daban de mamar siempre. Esas mujeres se pasaban años sin que les bajara la regla, dado que pasaban del periodo de puerperio-amenorrea de la lactancia a la gestación de otro bebé.
Otra división en dos grandes grupos de los métodos anticonceptivos tiene en cuenta su reversibilidad. Todos los señalados hasta aquí son técnicas reversibles. Si la mujer decide que no desea tener más hijos, puede someterse a una ligadura de trompas o bien recurrir a una técnica más reciente, denominada Essure, que consiste en la colocación de un dispositivo intratubárico -una especie de anillo-, que causa una inflamación en las trompas e impide el paso de los espermatozoides. Los hombres, por su parte, también pueden someterse a un método de anticoncepción irreversible: la vasectomía.
De todas maneras, lo aconsejable es que, después del puerperio, la mujer deje pasar algo de tiempo antes de realizarse una ligadura de trompas o bien el Essure, de modo que será conveniente que utilice otros métodos anticonceptivos cuando reinicie su actividad sexual.