En el botiquín infantil, los pediatras recomiendan incluir como productos básicos para la higiene del bebé suero fisiológico o una solución salina para ayudar a limpiar de mocos los orificios de su pequeña nariz. Pero ¿y los aspiradores nasales? ¿Es conveniente usar un sacamocos de este estilo durante el resfriado o catarro del niño? A continuación, te contamos qué comentan los expertos sobre ello y por qué y qué se debe hacer para quitar los mocos al bebé.
Mi bebé tiene mocos, ¿qué hago?
Las secreciones nasales (mocos) protegen a nuestro organismo atrapando sustancias (polvo, polen, gérmenes…) que si llegan a los pulmones podrían infectarlos o irritarlos, dificultando la respiración. Sin embargo, para quienes aún no saben sonarse —y ni siquiera respirar por la boca— como ocurre con los niños muy pequeños, los “amigos” mocos pueden resultarles muy molestos, y más en la época de resfriados y catarros.
Es habitual que esta mucosidad tapone la nariz del bebé y le impida respirar bien y hasta le cueste comer y dormir con normalidad. Y a pesar de que la tos y los estornudos ayudan a expulsar los mocos de la nariz, si estos se acumulan, en ocasiones pueden llegar hasta la garganta (flemas), por lo que los más pequeños podrían atragantarse y hasta dejar de respirar, y también podrían ir al oído y acabar provocando una otitis serosa.
De ahí que, para evitar estas molestias y males mayores, debamos ayudarles a poder deshacerse de las incómodas secreciones. No hay evidencia científica que justifique el uso de mucolíticos (disminuyen la viscosidad, pero su eficacia es controvertida). Entonces, ¿qué hacer?
- Aumenta la ingesta de líquidos: dale el pecho a menudo y, si toma agua o zumos naturales, haz que beba más frecuentemente.
- Humidifica el ambiente. La falta de humedad puede favorecer la congestión nasal y un exceso, la presencia de ácaros y hongos (y más infecciones respiratorias, y, por lo tanto, más mocos). Así que una humedad relativa adecuada (entre el 40 y el 60 %) ayuda a que las mucosas respiratorias estén bien hidratadas y evita que la garganta se seque. Para ello, puedes utilizar un humidificador en ambientes secos (o cuencos de agua encima del radiador o una toalla mojada estirada en una silla de los niños) o, si es el caso, un deshumidificador (o ventila bien) en los muy húmedos.
- Limpia los mocos con un pañuelo muy suave. ¡Cuidado si lo haces con un bastoncillo! No lo introduzcas mucho. Unas pinzas especiales para quitar los mocos secos son más efectivas y seguras.
- Haz lavados nasales.
- Aspira los mocos con un aspirador nasal.
Cuándo usar un aspirador nasal y cómo hacerlo
El aspirador nasal o sacamocos es un artilugio de higiene infantil muy útil, pues permite eliminar las secreciones de la nariz del bebé de manera eficaz y segura. De diseños ergonómicos y fabricados con materiales suaves y flexibles, en farmacias y comercios encontrarás aspiradores nasales eléctricos (funcionan con pilas), de cánula (tipo boquilla, tubo o manguera de succión humana) y los clásicos de funcionamiento manual (los conocidos como perilla o pera de goma).
Sin embargo, todos los sacamocos deben emplearse con moderación. Como concretan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) es mejor limitar su uso. ¿Cuántas veces se puede aspirar la nariz de un bebé? “Una o dos veces al día, solo si hay mucho moco para aspirar”, detallan sus expertos. “Solo se debería usar para sacar el moco que se ve y no sale con el lavado nasal”, puntualizan desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).
Imagen: RODNAE Productions
El motivo que esgrimen los pediatras es que la presión de succión que producen estos aspiradores nasales puede ocasionar sensaciones desagradables en el oído, pero también resecar y hasta irritar o inflamar la piel que recubre por dentro la nariz (la mucosa) y que se produzca más moco, empeorando el problema.
Por su parte, los fisioterapeutas comentan que estos artilugios dan muchos problemas de otitis. Desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid se apuntaba hace algunos años que al utilizarlos hay muchas probabilidades de que el moco entre en la trompa de Eustaquio (canal que hay entre el oído y la garganta) y la obstruya.
Y entonces, si usamos el aspirador nasal, ¿cómo sacar los mocos? “Sin hacerlo de forma brusca”, manifiestan desde la AEP. Para ello, coloca al bebé boca arriba en una superficie lisa y sujeta su cabeza sin ejercer demasiada presión, pero con la suficiente firmeza para evitar que se mueva. Ten paciencia y transmítele mucha calma. Para quitar la mucosidad de forma eficaz con el aspirador de boquilla (el más habitual):
- Primero, con la cabeza ladeada ligeramente, si quieres puedes echar unas gotas de suero fisiológico en las fosas nasales.
- Después, pon un extremo del aspirador en la entrada de su fosa nasal (no dentro de la nariz) y el otro en tu boca y, acto seguido, aspira suavemente la mucosidad. Las secreciones se quedarán retenidas en el tubo.
- Limpia el aspirador con agua caliente y sécalo. Deshecha el filtro de esponja tras su uso.
Cómo hacer un lavado nasal al bebé
Para ayudar a mantener limpias las fosas nasales de los bebés, tanto los pediatras como los fisioterapeutas recomiendan practicar lavados nasales. Sin embargo, no hay que llevarlos a cabo cada vez que las mucosidades hagan acto de presencia en su nariz.
Entonces, ¿cuándo quitar los mocos al niño con este método? Según la AEP, hay que hacer tantos lavados nasales como sean necesarios para que el pequeño esté cómodo y respire mejor. Pero se debe tener en cuenta que este procedimiento no es muy agradable para el menor, por lo que será conveniente recurrir a él cuando las secreciones dificulten su alimentación o sueño, por ejemplo.
Los fisioterapeutas, por su parte, aconsejan hacer un lavado nasal a diario, en el caso de que el niño esté sano. De esta forma, lo irá adquiriéndolo como una rutina más. Un buen momento adecuado para incorporarla es después del baño. Y en cambio, si el menor está enfermo, ven con buenos ojos los cinco lavados como mínimo.
✅ Qué necesitas
Hay varios sistemas para hacer los lavados nasales. En el mercado encontrarás preparados monodosis con un adaptador específico para poder hacerlos, como también dispositivos en forma de espray nasal con distintas fuerzas, según la edad del niño. La elección de uno u otro dependerá de tu preferencia como padre o madre.
Y en cuanto a la solución con la que se hacen los lavados nasales hay tres tipos:
- suero fisiológico: solución al 0,9 % de cloruro sódico en agua.
- agua de mar isotónica: su concentración de cloruro sódico es la misma que en el suero fisiológico.
- agua de mar hipertónica: su concentración de cloruro sódico es 2,3 %.
¿La diferencia? Cuanta más concentración de sal, el arrastre de moco parece ser mayor, pero no está demostrado. Los pediatras apuntan que a partir de los seis meses y en caso de congestión nasal intensa, podría ser mejor la solución hipertónica.
✅ Cómo sacar los mocos
Un consejo básico para hacer los lavados nasales es hacerlo con suavidad, intentando no dañar la mucosa nasal del bebé. Además, los especialistas de la AEP y la AEPap recomiendan llevar a cabo los siguientes pasos:
- Prepara la solución salina. Lo idóneo es que esté a temperatura ambiente, nunca fría. Bastará con verter 1,5-2 ml en cada fosa nasal para bebés hasta los dos años y 5 ml en niños mayores.
- Tumba al pequeño boca abajo o boca arriba —como mejor se le sujete—, pero siempre procurando girarle la cabeza hacia un lado e intentando que no se eche hacia atrás. Y es que se corre el riesgo de empujar el moco hacia el oído, lo que podría causar otitis.
- Con firmeza, echa el suero por el orificio nasal que queda arriba.
- Una vez que ha entrado el líquido, incorpórale para que eche los mocos.
- Repite la operación por el otro orificio, girándole la cabeza hacia el lado contrario.
- Si la nariz tiene mucho moco, se puede echar un poco de suero, masajear para reblandecerlo y volver a verter el preparado.
No te preocupes si tose o estornuda después del lavado nasal; es normal. Tampoco si se traga el suero y parte de la mucosidad.