El bebé coge el pie, y ¡a la boca! Todos lo hacen, y lo repiten decenas de veces al día. Un gesto infantil que resulta tan tierno como natural. Pero, advierten los expertos, también constituye un riesgo para su salud. El motivo: según un nuevo estudio realizado en España, la inmensa mayoría de los calcetines para niños de cero a cuatro años contienen sustancias tóxicas, en concreto, bisfenol A y parabenos. De hecho, aparecen en el 90 % de estas prendas. Entonces, ¿qué hacer? Te lo contamos a continuación.
El problema reside en que el bisfenol A y los parabenos actúan como disruptores endocrinos, porque se hacen pasar por hormonas, y pueden provocar enfermedades graves como alteraciones del metabolismo y diabetes, entre otras. Hablamos con el médico Nicolás Olea, coordinador de esta investigación y catedrático de Radiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, para aclarar estas cuestiones y, sobre todo, para aprender a alejar estos tóxicos de tu hijo.
¿Y si los calcetines del bebé fueran tóxicos?
«No dejes que tu bebé se chupe los pies». Así clama la advertencia que lanzan los científicos de la Universidad de Granada a los padres, después de encontrar que nueve de cada diez calcetines para niños de cero a cuatro años contienen restos de bisfenol A y de parabenos, dos productos tóxicos cuya actividad hormonal interfiere en el metabolismo. Sus resultados han sido publicados en la revista científica Environmental International.
«El textil de los calcetines infantiles constituye una fuente de exposición a contaminantes químicos disruptores endocrinos, algo que resulta especialmente preocupante cuando hablamos de niños de corta edad», advierte Olea, coordinador del estudio, el primero de estas características que se realiza en Europa.
Aunque el experto en toxicología nos tranquiliza y afirma «que la concentración de estas moléculas tanto en el calcetín del bebé como en otros textiles probablemente sea lo suficientemente baja como para no alarmarse», sí reconoce su preocupación por el efecto sumatorio que pueden tener estos contaminantes. «A las sustancias químicas y tóxicas que ya sabíamos que están presentes en el agua, los cosméticos, los residuos encontrados en alguna comida, los plásticos, los juguetes, el medio ambiente e incluso en casa, ahora tenemos que sumarle las que contienen los textiles», dice Olea.
Según el médico, aunque por separado, y una a una, puedan ser inofensivas, «sí deberíamos preocuparnos por el efecto cóctel que la mezcla y el efecto combinado de todas estas sustancias pueden causar en el cuerpo del bebé». Y dada la facilidad con la que los pequeños chupan y mordisquean sus propios pies, aconseja a los padres y madres que extremen la precaución «para que los niños no se coman los calcetines«.
¿Pero qué es el (dichoso) bisfenol A?
El bisfenol A está en la dieta (en los residuos), oculto en el polvo, en los cosméticos, en los plásticos que se usan para fabricar envases como botellas o táperes, en los revestimientos de las latas de conserva y hasta en los tiques o en los recibos de compra que contienen tinta térmica. La industria lo utiliza porque proporciona un plástico claro y resistente.
Pero la controversia rodea desde hace años (incluso décadas) a esta molécula. Decenas de estudios advierten de sus efectos, como que su exposición durante el embarazo pone al bebé en riesgo de sufrir diabetes o enfermedad cardíaca.
No resulta casual que en 2011 la Unión Europea prohibiera su empleo en los biberones, y que desde 2018 tampoco pueda utilizarse en envases de alimentos destinados a menores de tres años; aunque Francia va por delante y lo ha prohibido en todos los envases, accesorios de cocina y recipientes.
Además, el bisfenol A está desde 2017 en la lista de «sustancias altamente preocupantes» de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas. Y también tiene fecha de caducidad en el caso del papel térmico: el 2020.
Calcetines de bebé con plástico reciclado
Para comprender cómo llega el bisfenol A al calcetín del bebé, «y seguramente a muchos otros textiles infantiles y de adultos», señala el toxicólogo, hay que entender que muchas de las prendas que vestimos contienen «tejidos reciclados, como fibras de poliéster o plástico PET reutilizado«.
Pero el problema no reside tanto en esta materia prima como en el tratamiento posterior al que se somete para darle las propiedades que todos buscamos en la ropa: resistencia al agua, suavidad o, por ejemplo, elasticidad. «En este proceso se cuelan muchos aditivos y sustancias químicas distintas que otorgan a la fibra la cualidad que queremos, pero que también añade una ingente cantidad de moléculas artificiales a la prenda», apunta Olea, como el bisfenol A, «que seguramente se añade durante el proceso de lavado del algodón».
Imagen: Pixabay
Calcetines de bebé: ¿baratos, de precio intermedio o caros?
Si la mayoría de los calcetines de bebé contienen tóxicos, según el estudio de Universidad de Granada, el riesgo aumenta cuando adquirimos estos artículos en bazares, tiendas de todo a un euro o mercadillos. Porque, como detalla la investigación, y tras someter a un total de 32 pares de calcetines para niños de entre 1 y 48 meses de edad a técnicas de química analítica y exámenes biológicos, cuanto más barata resulta la ropa, mayor contenido de bisfenol A posee.
En el trabajo, los científicos han clasificado las muestras según el precio de los calcetines en tres categorías: tiendas de ropa barata -tres pares costaron entre 1,5 y 1,8 euros-; franquicias -el importe de tres pares sube a entre 3 y 4,5 euros-; y establecimientos más caros -donde los tres pares valen entre 6,95 y 7,95 euros-. El resultado: el coste de las prendas sí afecta al contenido de tóxicos. Aunque el porcentaje de parabenos (sobre todo, etil-parabeno y metil-parabeno) se mantiene similar en los tres casos, se observa que a menor precio aumenta de forma notable el contenido de bisfenol A.
Así, la concentración de bisfenol A en los calcetines baratos llegó hasta los 3.736 nanogramos por cada gramo de calcetín, una cantidad entre 30 y 40 veces superior a la hallada en los calcetines adquiridos en las franquicias o boutiques más exclusivas.
3 trucos para alejar el bisfenol del bebé…
Lavar la ropa nueva del bebé consigue eliminar buena parte de los aditivos, como el bisfenol A
El primer consejo resulta claro: para alejar a tu hijo de los tóxicos de los calcetines toca rascarse la billetera. «En general, evitemos los calcetines de bebé demasiado baratos; la calidad de sus tejidos seguramente resulte peor y la probabilidad de que contenga aditivos como el bisfenol A aumenta», advierte el experto.
Hay otra fórmula sencilla para alejar estas moléculas del pequeño: lavar la prenda antes de utilizarla. «Siempre hay que lavar los calcetines del niño antes del primer uso; y lo mismo con el resto de su ropa», aconseja Olea. Este sencillo gesto hará que buena parte de los aditivos -como el bisfenol A- se vayan con el agua. «Un buen aclarado logrará llevarse buena parte de los compuestos añadidos», comenta. Esta pauta también sirve para los juguetes del bebé, por lo que puedes darles un buen lavado, si lo permiten, antes de ofrecérselos.
Otro consejo: cuando compres calcetines y otra ropa para tu hijo, escoge prendas ecológicas que vengan marcadas con el distintivo oficial de la ecoetiqueta de la Unión Europea.
… y otro que no funciona
Por el contrario, en este caso leer las etiquetas, por desgracia, no sirve de mucho. No nos sacará de dudas ni aclara si una prenda está libre o no de bisfenol A. «El etiquetado de la ropa solo obliga a reflejar aquellos componentes que superan el 30 % del contenido», explica Olea, un límite que rara vez alcanza ningún aditivo, incluido el bisfenol A. Y por mucho que una etiqueta asegure que contiene una fibra natural al 100 %, como por ejemplo la lana o el algodón, esto tampoco implica, ni mucho menos, que esté libre de tóxicos.
De hecho, «ninguna fibra natural está sola en la ropa. Si nos pusiéramos un jersey que fuera 100 % de lana, no lo querríamos porque estaría duro y además nos olería muy fuerte». Esta frase solo advierte que todas las fibras presentes en ropa son de algodón, «pero no dice nada de lo que haya en el 30 % restante del jersey o del calcetín».
El bisfenol A, dice Olea, seguramente tenga sus días contados. Pero mientras que la industria se decide a etiquetar de un modo más exhaustivo, o las leyes obliguen a ello, toca proteger al bebé con agua y jabón y calcetines infantiles más sostenibles.