El momento en el que los niños se encuentran con sus regalos es uno de los más especiales de la Navidad. La ilusión que sienten se convierte en emoción multiplicada en sus padres y los demás adultos que lo presencian. Y mucho más si la entrega de esos obsequios se hace de forma creativa y original. Por eso, este artículo propone cinco ideas para llevarla a cabo: a través de alguien disfrazado de Papá Noel, Olentzero o un Rey Mago, dejar algunas de sus huellas en la casa, una búsqueda del tesoro, “olvidarse” los regalos abiertos o inventar algunos juegos para que los pequeños los descubran.
Entregar los regalos a los niños de forma original
La tradición de los regalos en las Navidades, tanto si llegan de la mano de los Reyes Magos como de Olentzero o de Papá Noel, es uno de los momentos que los niños esperan con mayor ilusión. Por fortuna, la alegría de los pequeños no depende de que se gaste mucho dinero: si se tira de creatividad, unos presentes simples -incluso manualidades hechas en casa- les harán pasar muy buenos momentos.
Además de para decidir qué regalar, esa creatividad se puede emplear también en el momento de entregar los regalos. Es decir, pensar en formas divertidas y originales de que los pequeños (y también los adultos) reciban sus presentes de estas fiestas. A continuación se mencionan cinco ideas para añadir algo más de magia a la Navidad.
1. Alguien disfrazado de Rey Mago, Olentzero o de Papá Noel
Este es un recurso tan simple como efectivo. Un adulto disfrazado de Papá Noel, Olentzero o un Rey Mago siempre crea un momento de magia, ya que los niños vivirán la fantasía de que ese personaje está de verdad allí con ellos. Basta con unos pocos minutos durante la cena de Navidad o en la madrugada del 5 de enero: el pretexto de la gran cantidad de regalos que deben entregar en una sola noche, o de que el trineo o los otros Reyes están esperando fuera, permite que la escena no se extienda demasiado y que el adulto disfrazado «recupere» su identidad cuando todavía los pequeños estén compenetrados en los obsequios recibidos.
2. Dejar huellas del paso de los seres mágicos
Si se opta por el modelo clásico de entrega de regalos, es decir, que los niños los encuentren al amanecer del día siguiente, una opción muy bonita es dejar rastros por la casa del paso del personaje que corresponda: desde los recipientes con agua y pasto para los camellos de los Reyes Magos, que se dejan llenos y amanecen vacíos, hasta marcas de pisadas en el suelo, galletas mordidas, objetos en una posición distinta a como quedaron la noche anterior e incluso una nota de agradecimiento o de felicitación. Estos indicios aparecerán, a los ojos de los pequeños, como pruebas irrefutables del paso por su hogar de estos personajes, y acrecentarán su fantasía y su ilusión.
3. Búsqueda del tesoro
La idea básica de la búsqueda del tesoro con los regalos de Navidad es que los niños no encuentren directamente los obsequios, sino una pista que conduza a otra, y esa otra a una tercera, y así varias veces hasta llegar, por fin, hasta el o los paquetes. Estas pistas pueden ser simples notitas, acertijos (podría ser una pregunta cuya respuesta sea «el cuarto de baño» y que sea allí donde se halle la siguiente pista, o un objeto, como un jabón o un cepillo de dientes), un camino hecho con globos, etc. De esta forma, la senda para llegar hasta el regalo se convierte en un juego, y a la alegría del presente en sí mismo se añade la satisfacción de haber dado con él.
4. Juegos con los regalos
Además de la búsqueda del tesoro, se pueden organizar otros juegos con los regalos, sobre todo si hay varios niños.
Una idea es envolver varias veces los paquetes, de tal modo que cada menor deba quitar una capa de papel. Si debajo de la capa que retira está el obsequio, se lo queda. Si hay un nuevo envoltorio, lo debe pasar a otro pequeño. Esto se puede hacer si son regalos iguales o intercambiables o colocando tantos envoltorios como sea necesario: si son dos niños, poner tres envoltorios y dárselo primero al que corresponde el presente, que quitará el primer papel; el otro menor sacará el segundo y el primero, otra vez, sacará el tercero y definitivo.
Otra posibilidad es crear una pequeña pieza teatral o una canción de Navidad. Para ello, los adultos deben participar y escribir un guion o una letra simples. Lo explicarán a los niños y lo ensayarán varias veces. Al final, cuando toque hacer la presentación «oficial» de la obra o tema musical (es decir, frente a otros familiares o amigos), los adultos cambiarán una parte: en lugar de repetir lo que decían en los ensayos, darán una pista para que los pequeños encuentren sus regalos. En este caso, el factor sorpresa los llenará de alegría y entusiasmo. Una ventaja de este juego es que se puede hacer aunque solo haya un pequeño.
Una idea más es crear un cuento entre todos. Puede comenzar un adulto con el típico «Había una vez…» e introducir una situación y algunos personajes y, luego, dejar que los niños continúen dejando volar su imaginación. Cuando, después de que todos los participantes hayan añadido una parte, el relato vuelve al adulto que lo empezó, este tendrá que encontrar la manera de dar un cierre… y dar la clave, además, para que los pequeños vayan en busca de los regalos. De nuevo, la sorpresa hará aún más especial este momento.
5. Dejar los regalos abiertos
Esto también vale cuando los niños encuentren los obsequios por la mañana, al levantarse. En lugar de que los hallen envueltos, la idea es dejarlos abiertos y listos para jugar, o mejor, como si hubieran quedado en mitad del juego el día anterior. Si bien de este modo se pierde la emoción de abrir los paquetes, se gana en sorpresa, sobre todo si los juguetes u otros objetos aparecen diseminados por distintos lugares de la casa. Es un detalle original que los pequeños pueden disfrutar un montón.