Cuidar de un recién nacido no es fácil. Y menos, si los padres se dejan guiar por falsos consejos o recomendaciones que, más que ayudar, pueden resultar perjudiciales para los pequeños. En este artículo se describen cinco mentiras frecuentes sobre los cuidados del bebé que algunos progenitores creen: hay que esterilizar para evitar infecciones, los niños deben estar siempre abrigados, no hay que cogerles mucho en brazos, cuando lloran es que tienen hambre y los bebés tienen un manual de instrucciones. También se ofrecen consejos, con el fin de saber cómo actuar en esas situaciones.
Mentira 1: hay que esterilizar para evitar infecciones
‘¿Por qué hacemos trabajar a las madres más de la cuenta?’ es el sugerente título que encabeza el documento difundido por la Asociación Española de Pediatría, donde la pediatra Elena Alcover argumenta de forma clara y concisa por qué la esterilización de biberones, tetinas, chupetes y agua no es necesaria. Es más: es una pérdida de tiempo. Según Alcover, aunque durante décadas la desinfección de estos objetos que están en contacto directo con el recién nacido ha sido una recomendación constante en pediatría, hoy en día las condiciones sanitarias en un país como el nuestro no lo justifican.
¿Qué hay que hacer entonces? En condiciones normales, para una correcta higienización es recomendable hervir una vez los biberones, tetinas o chupetes antes de su primer uso. Después, es suficiente lavarlos con detergente de forma habitual. Más que la esterilización, para evitar posibles infecciones, es importante sobre todo que la persona que prepare el biberón o toque el chupete se lave bien las manos antes de manipularlo.
Mentira 2: los bebés, siempre abrigados
En las primeras semanas tras el nacimiento, a los bebés les cuesta regular su temperatura corporal. Por eso es conveniente evitar la pérdida de calor de su cuerpo a fin de que no se enfríe, pero también el exceso de calentamiento. Para comprobar si el pequeño tiene frío o calor, los especialistas aconsejan tantear la temperatura en su cuello. Un exceso de sudoración es el signo delator de que el niño está demasiado abrigado.
La Asociación Española de Pediatría recomienda mantener una temperatura ambiental entre 20 ºC y 22 ºC durante el día. Y por la noche, evitar que la habitación del bebé esté fría pero sin que haga demasiado calor. En este sentido, hay que recordar que el exceso de abrigo constituye un factor de riesgo relevante en la muerte súbita del lactante.
Mentira 3: no hay que cogerlo mucho en brazos
Coger en brazos a un recién nacido es un acto innato y natural en la mayoría de las madres. Sin embargo, con frecuencia, familiares y amigos pueden repetir la manida frase: «Si lo coges mucho, se acostumbrará a los brazos». ¿Es esto un problema?
Según los especialistas, abrazar y sostener al pequeño en los brazos no representa ningún peligro ni riesgo para el bebé. Al contrario, resulta beneficioso. La Sociedad Española de Neonatología aconseja que se establezca de inmediato tras el nacimiento el contacto piel con piel con la madre, puesto que es un aspecto clave en el inicio de la lactancia. Incluso, si la madre no puede, es conveniente que se cree este vínculo precoz con el padre. Además, los abrazos permiten que el recién nacido regule su temperatura y estabilice su ritmo cardiaco y favorecen su desarrollo intelectual.
Mentira 4: cuando el bebé llora es que tiene hambre
Los bebés lloran, pero, aunque con mucha frecuencia el hambre es la causa del llanto del pequeño, no es la única. Por tanto, no hay que ofrecerle el pecho o el biberón siempre que llore, y sí plantearse otras opciones.
El llanto es la forma que tiene el niño de expresar sus necesidades y emociones y hay que estar atento a otros signos y señales para saber interpretarlo. En ocasiones, el recién nacido llora porque está cansado y le cuesta conciliar el sueño o incluso emite su sollozo como sonido casi mantra para dormirse. Otras veces, el llanto es un reflejo de su incomodidad con una postura, un pañal sucio o un ruido molesto.
Mentira 5: los bebés tienen un manual de instrucciones
Cada persona es diferente y los bebés no lo son menos. Intentar seguir unas instrucciones o pautas preestablecidas en lo referente al comportamiento o cuidado del recién nacido no tiene sentido, puesto que lo que funciona o es efectivo con unos, puede no ser válido con otros.
«Los bebés comen cada tres horas», «a los dos meses ya duermen seis horas seguidas» o «el baño les relaja» son afirmaciones que, lejos de ayudar, pueden confundir y crear ansiedad. Desde el nacimiento hay que tener claro que cada bebé tiene unas necesidades y un ritmo diferente: solo hay que observarles para comprobar que no son máquinas que se puedan programar.