Entre los beneficios de la lactancia materna se encuentra proporcionar todo el líquido que el bebé necesita para mantenerse hidratado incluso en los meses de temperaturas más altas. Lo importante es dar el pecho a demanda y poner mucha atención a las señales que da el pequeño para indicar que tiene hambre o sed, pues en verano, por lo general, las tomas son más frecuentes. Este artículo detalla las características de la lactancia materna en la época de más calor, explica la relevancia de amamantar a demanda para cuidar la hidratación del bebé y aporta datos acerca de la hidratación de la madre. Además, enumera las condiciones del lugar donde dar el pecho esta temporada.
La lactancia materna en la época de más calor
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Asociación Española de Pediatría (AEP) y otros organismos especializados recomiendan que la leche materna sea el alimento exclusivo de los bebés durante sus primeros seis meses de vida, además de que la lactancia sea a demanda, es decir, todas las veces y durante todo el tiempo que el pequeño lo desee. Después de ese primer semestre, el consejo es continuar con la lactancia al menos hasta que el niño cumpla un año, combinada ya con otros alimentos. Y después del año, seguir hasta que el hijo o la madre decidan que ya no quieren más.
¿La lactancia en verano es distinta? Pues no, básicamente es igual que durante el resto del año. Pero, dadas las altas temperaturas de esta época, hay algunas cuestiones que se deben considerar para asegurar que tanto la madre como el niño estén bien y no sufran ningún problema.
Amamantar a demanda para cuidar la hidratación del bebé
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los menores de seis meses amamantados no deben tomar agua -«ni siquiera en los meses de mucho calor», especifica la AEP-, ya que se hidratan a través de la leche que beben. En verano, la leche materna se compone, en general, de alrededor de un 90% de agua (el otro 10% son los hidratos de carbono, proteínas y grasas que el pequeño necesita), pero al comienzo de cada toma ese porcentaje es mayor. Por eso, en verano aumenta el número de veces que el bebé pide comer, pues es el modo en que satisface su sed.
Se debe mantener la lactancia a demanda, pero la madre debe poner mucha atención a las señales de que el niño tiene hambre o sed. ¿Cuáles son? El pequeño busca la teta con la mirada o trata de acercarse a ella, se lleva la mano a la boca, saca la lengua, bosteza, hace sonidos de succión o mueve la cabeza. Por supuesto, el llanto también es un signo, pero se debe procurar no esperar a que llore, pues si esto sucede, el niño no solo estará más disgustado, sino que llevará ya un rato con necesidad de alimento.
El Comité de Lactancia Materna de la AEP explica que «si el bebé tiene más de seis meses y ya come otros alimentos después de las tomas de pecho, de vez en cuando se le puede ofrecer agua». Pero también aclara que si se le ofrece el pecho antes de los alimentos sólidos (puré o papillas), «probablemente no necesitará agua y no la querrá».
La hidratación de la madre
La madre lactante en verano tiene que cuidar su propia hidratación como cualquier persona. Pero, además, los especialistas recomiendan que mientras amamante a su hijo lleve una dieta sana y equilibrada.
Aun así, no debe temer por su propia capacidad de producir leche para su bebé, ya que, a diferencia de lo que muchas mujeres creen («el niño se queda con hambre porque no tengo leche suficiente»), su cuerpo es capaz de generar toda la leche que el pequeño le solicite. Como explica la ‘Lactancia Materna: Guía para profesionales‘ editada por el Comité de Lactancia Materna de la AEP, «una madre sana puede producir entre 450 y 1.200 ml de leche al día, pero puede llegar a 2.000-3.000 ml en el caso de que amamante a gemelos o trillizos». Y lo mismo ocurre si se emplean sacaleches u otros métodos artificiales de succión.
Por lo tanto, lo que debe regular la cantidad de líquidos que la mujer ingiera son sus propios deseos. «Si se fuerza la ingesta de líquidos más allá de la sed -añade el documento- el resultado puede ser el contrario: disminución del volumen lácteo». Sin embargo, si la madre sufriera una deshidratación importante (del 10%), lo que se reduciría sería la producción de orina, pero la cantidad de leche seguiría casi inalterable.
Se puede amamantar en cualquier parte, o al menos esa es la reivindicación que buscan todas las personas y las organizaciones que promueven la lactancia materna. Pero con el calor del verano conviene que el sitio donde se haga reúna algunas condiciones especiales. En particular, debe ser fresco y agradable, pero hay que evitar que el aire acondicionado o corrientes de aire intensas (como las del ventilador) incidan de lleno sobre el bebé.
También se debe procurar que sean frescas y cómodas las posturas elegidas para dar el pecho. Si bien el contacto piel con piel es muy positivo, puede generar sudoración excesiva y otras dificultades. Por eso, los expertos aconsejan la colocación de una tela de algodón entre ambas pieles, de manera que madre e hijo se encuentren más cómodos.