“No sé…”, “¿así está bien?”, “es tan pequeño…”, “parece que se va a romper”, “toma, toma, mejor cógelo tú, que no quiero hacerle daño”. ¿Quién no ha escuchado (o pronunciado) estas frases alguna vez? Casi todas las personas que se estrenan con un niño en los brazos expresan un temor parecido. Tíos, amigos, primos… Cuando llega un bebé a la familia, los primeros que se lanzan a cogerlo sin miedo son los abuelos (porque ya tienen experiencia) y los hermanitos mayores (porque no conocen el peligro). Los demás son más prudentes. Incluso los padres, si son primerizos, se sienten algo torpes y temerosos al coger a su hijo recién nacido. ¿Cómo hacerlo correctamente y, sobre todo, sin miedo?
No tan frágiles
Un dato crucial a tener en cuenta: los bebés no son tan frágiles como aparentan. Obviamente, hay que tratarles con cuidado, pero también con movimientos seguros y decididos.
- Al cogerlos, es fundamental sostenerles la cabeza, sobre todo en los primeros meses porque al principio no tienen fuerza suficiente para mantenerla erguida por sí solos.
- Otra parte del cuerpo que hay que cuidar es la espalda: la del bebé y la propia. En el caso del pequeño, siempre debe estar bien apoyada en el brazo que lo sostiene. En cuanto al adulto, es importante una buena postura corporal, evitar movimientos bruscos y posturas forzadas.
- A propósito de movimientos bruscos: a los bebés no les gustan. Les quitan estabilidad. En lo posible, deben ser suaves, aunque no por ello inseguros.
- Tampoco es bueno zarandearlos cuando lloran: es peligroso para su cerebro y podría causar lesiones muy graves.
- En cambio, un modo de calmarlos es brindarles seguridad. Y ello se consigue acercándolos a nuestro cuerpo. Además de ser instintiva, esta posición les hace sentir arropados y protegidos, como cuando estaban en el útero materno.
- Al sujetarlos con las dos manos, es necesario colocarlas bien. Una de ellas debe situarse en la espalda. La otra, en la cabeza. De este modo se evita que la cabeza se vaya de lado o que se ?caiga? hacia delante y hacia atrás.
- También es posible coger al bebé con un único brazo. Para ello, además de un poco de práctica, sólo hace falta colocar su cuerpecito de tal modo que su cabeza quede situada en el doblez del codo, un poco más erguida que el tronco.
- Más cosas: no hay problema en que el bebé cambie de manos. De hecho, es positivo que se acostumbre a otros brazos que no sean sólo los de sus padres. La precaución, en este caso, tiene que ver con la higiene y con la temperatura: es importante que los adultos se laven las manos antes de cogerle y que no estén frías (sobre todo cuando son visitas que vienen de la calle).
- Tampoco conviene alborotarlos o estimularlos demasiado, ya que luego les costará conciliar el sueño.
- Por último, tan importante como saber cogerlos es aprender a soltarlos. No se puede hacer de cualquier modo. Por ejemplo, cuando vamos a acostarlos en la cuna, debemos inclinarnos todo lo posible sin despegarlos de nuestro cuerpo y sin dejar de sostenerles la cabeza. Esta debe ser la última parte del cuerpo que soltemos; es decir que hay que hacerlo cuando ya esté acostado, en posición horizontal.