Cada año, decenas de niños y adolescentes mueren en las aguas de playas, piscinas, lagos y lagunas, como se recoge en la página web de la campaña de prevención de ahogamientos infantiles #OjOPequealAgua. De hecho, en España el ahogamiento es la segunda causa de mortalidad accidental en menores de 14 años: mientras que en los peques con menos de 5 años se producen sobre todo en piscinas particulares o de comunidades privadas, en el caso de niños mayores, están ligados a actividades acuáticas de tipo lúdico en lagos, mar, ríos y canales y, en ocasiones, asociadas al consumo de alcohol.
Medidas preventivas para evitar ahogamientos
Para evitarlos, entre las medidas de seguridad para tener en cuenta en el agua, hay varias estrategias efectivas en la prevención de ahogamientos que el Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones No Intencionadas en la Infancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP) recuerda en un artículo publicado en ‘Anales de Pediatría’:
- La supervisión o vigilancia de cualquier niño que se encuentre próximo a cualquier entorno acuático. ¿Cómo de cerca? “Vigilancia adecuada es cuando la distancia al menor es inferior a la longitud del brazo del cuidador, es decir, tenerlos al alcance”, puntualizan.
- La presencia del socorrista. No obstante, “un socorrista no puede supervisar a todos los bañistas en cada momento, por lo cual no se debe dejar de vigilar a los niños”, apuntan los expertos.
Y en cuanto a las precauciones en las piscinas, los mismos pediatras destacan, entre otros aspectos, que su cercado sea completo (con puerta de cierre automático) y lo suficientemente alto para evitar que se pueda trepar y saltar; los desagües tengan dispositivos de seguridad que eviten la succión y el atrapamiento del pelo u otra parte del cuerpo; y que se prohíba tirarse de cabeza si la profundidad es inferior a 1,20 metros.
Además, los pediatras españoles señalan la importancia de las clases de natación y aprendizaje de habilidades de supervivencia en el agua, pues pueden disminuir las tasas de ahogamientos en los niños. De hecho, la Academia Americana de Pediatría (AAP) las recomiendan a partir del primer cumpleaños de los peques.
Y tampoco se olvidan de aconsejar el uso de dispositivos personales de flotación, preferiblemente chaleco salvavidas, cuando se navega en embarcaciones de recreo, o del entrenamiento en maniobras de RCP, tanto de los padres como de los adolescentes y niños mayores.
El color del bañador, un factor clave para evitar ahogamientos
No lo mencionan los pediatras, pero también hay un factor poco conocido que a partir de ahora deberías considerar cuando vayas con los niños a nadar: el color de sus bañadores. Porque no es lo mismo ver a través del aire que a través del agua, y más cuando se agita, como ocurre durante un ahogamiento. Por eso, los colores ayudan a no perder de vista a los menores mientras chapotean o nadan, así como a detectar que algo está sucediendo y reducir, por tanto, el tiempo de reacción; es decir, salvar vidas.
De ello alerta Alive Solutions, una empresa estadounidense especializada en seguridad en el agua, que ha hecho una prueba para analizar cómo de visibles son los bañadores de distintos colores en piscinas de fondo claro, de fondo oscuro y lagos.
En el caso de las piscinas, contemplaron cómo se veían bajo el agua varios trajes de baño de distinto color y, después, con algo de movimiento en la superficie. Lo hicieron siempre desde la perspectiva de una persona que estaba de pie cerca del agua.
En el caso del lago (de 2,5 metros de profundidad), la compañía observó los colores de los bañadores en la superficie desde dos puntos: la orilla y una vista elevada, como la que efectuaría un adulto de pie en un barco o en un muelle próximo.
Los colores de neón (también conocidos como colores flúor, fluorescentes o brillantes) son los que mejor contraste ofrecieron tanto en piscinas como en lagos, sobre todo la tonalidad naranja.
En las piscinas de fondo claro, los bañadores que más destacaban eran los de color rosa y naranja, mientras que los blancos y azules claro, los que menos, pues resulta sencillo confundirlos con el reflejo de las nubes en el agua o el suelo de la piscina, respectivamente. También los de colores oscuros como el negro se veían bien, pero pueden parecer hojas o sombras, por lo que no son recomendables.
Por su parte, en lagos y piscinas de fondo oscuro, los colores más visibles en los trajes de baño eran el naranja, el verde y el amarillo neón. No fue así con el rosa neón en el caso concreto del lago. El blanco se veía bien de cerca, pero es fácilmente confundible con el reflejo de la luz en la superficie del agua, así que tampoco se aconseja.
Otra de las conclusiones de su prueba es que, en el lago, a solo 60 centímetros de profundidad, la visibilidad era nula en todos los colores. Una razón más para llevar siempre chalecos salvavidas en aguas abiertas, como aconsejan los expertos.