Una de las claves para lograr el embarazo radica en conocer cuáles son los días ideales en el intento de la concepción. Y estos son, claro está, los correspondientes a la ovulación de la mujer. Dado que su vida luego de salir del ovario es de apenas 24 horas, hay que procurar que el óvulo sea alcanzado y fecundado por los espermatozoides en ese lapso. Para ello, ¿qué hay que saber?
La fecha oportuna
La primera pregunta tiene que ver con el momento de la búsqueda. ¿Los «deberes» se deben hacer solo durante los días de la ovulación o conviene empezar antes? La opción correcta es esta última, ya que los espermatozoides pueden vivir hasta 72 horas dentro del útero. Es decir, las posibilidades aumentarán si se comienza a tener relaciones sexuales dos o tres días antes de la ovulación y se mantienen hasta uno o dos días después.
Lo malo es que no es tan fácil determinar con exactitud cuál son los días fértiles. Está claro que son los que quedan justo entre un período de menstruación y el siguiente, pero? ¿cómo acertar? A continuación, algunas técnicas para afinar la búsqueda del anhelado embarazo, desde las más clásicas y tradicionales hasta la más modernas, que cuentan con el auxilio de la tecnología.
Contar los días
Las mujeres cuya menstruación sigue ciclos normales y regulares lo tienen más fácil en este sentido. Si el período respeta el lapso de 28 días, hay que contar 15 días hacia atrás desde la fecha en que llegará el próximo. Por ejemplo, si la regla bajará el día 20 del mes, las jornadas fértiles estarán entre el 4 y el 6. Si los ciclos son regulares pero su duración no es de 28 días, esto varía:
- Si son más breves, se deben restar menos días; por ejemplo, para un ciclo de 25 días, se deben restar 13 en lugar de 15.
- Cuando son más prolongados, a la inversa: si la regla se produce cada 35 días, habrá que restar 20.
Estas cifras, por supuesto, son aproximadas, y más aún cuanto menos regular es el ciclo (es decir, cuanto mayor es la diferencia de la duración del ciclo con los 28 días normales). Para las mujeres cuya regla no sigue un patrón regular y la duración de cuyos ciclos varía de mes en mes, este método no tiene valor (como si fuese un juego de mesa: mejor pasar al siguiente subtítulo).
Por este mismo motivo, si una mujer deja de tomar la píldora anticonceptiva con el fin de quedar embarazada, deberá tener en cuenta que el organismo tarda unos tres meses en estabilizarse a nivel hormonal, y solo después de ese tiempo alcanzará -si su naturaleza así lo prevé- un período regular. Similares alteraciones hormonales, y por ende de la regularidad de la menstruación, generan el estrés, el tabaco, el sobrepeso, los ejercicios físicos demasiado frecuentes y/o extenuantes, etc.
0,5 ºC hace la diferencia
Este es otro método muy conocido: consiste en que la mujer se mida la temperatura basal, es decir, la que tiene al despertarse, antes de levantarse y desayunar. Debe hacerlo cada día a la misma hora y con el mismo termómetro; de ese modo comprobará que su temperatura corporal se mantiene cada día en los mismos valores (estará dentro de los parámetros normales, entre 36,5 y 36,7 ºC). La mañana en que note que la marca está 0,5 ºC por encima de su cifra normal, sabrá que el día anterior ha ovulado.
Los especialistas recomiendan apuntar la temperatura día a día durante varios meses. De esa manera se podrá establecer un mapa de los períodos de fertilidad, lo cual ayudará a la mujer a conocerse más y a prever mejor sus ovulaciones futuras. Existen termómetros especiales -se venden en cualquier farmacia- que facilitan estas mediciones, gracias a unas graduaciones especiales.
Lo negativo, sin duda, es que la temperatura nos da su alerta cuando la ovulación ya se ha producido, debido a lo cual el tiempo de fertilidad del que luego se puede disponer se reduce.
El flujo vaginal
En algunas mujeres, el flujo vaginal es casi imperceptible o inexistente en los días en que no está ovulando o no está en su período fértil; en otras sí se presenta, con una consistencia densa y viscosa. Cuando en las mujeres del primer grupo aparece y en las del segundo adquiere un carácter mucho más líquido y transparente, es una señal de que están en el proceso de la ovulación.
Esta sustancia tiene la función, en efecto, de ayudar al espermatozoide a llegar al óvulo para fecundarlo. Por tal motivo, también puede convertirse en una señal de los días fértiles; al igual que el método de la temperatura, requiere prestar atención día a día, durante un tiempo más bien prolongado, a una condición física, cuyos cambios permitirán prever los días más aptos para buscar la concepción.
La tecnología echa una mano: los test de ovulación
De estos tests, cuya precisión es muy elevada, se podría decir que son «primos hermanos» de los tests de embarazo. Al igual que en estos, hay que ponerlos en contacto con la micción y arrojan su resultado en pocos minutos. Su funcionamiento se basa en la medición de la hormona luteinizante (LH) presente en la orina. Tal hormona es la que provoca la ovulación y también la que estimula la formación de la progesterona, sustancia que prepara el endometrio para la implantación del óvulo fecundado.
Lo bueno para estas pruebas es que los niveles de presencia de la hormona en la orina suben muy rápido entre 24 y 36 horas antes del inicio de la ovulación, lo cual permite comenzar con los «intentos» en el momento adecuado y amplía mucho las posibilidades de lograr el objetivo.
Todos estos métodos pueden emplearse de manera combinada. De hecho, eso es lo que hacen muchísimas parejas que ven pasar los meses y no consiguen el embarazo. Muchas acaban por lograrlo tras una tarea meticulosa de llevar la cuenta de los días, tomarse la temperatura, revisar los flujos vaginales y utilizar tests de ovulación. Lo importante es no perder la paciencia ni dejarse llevar por la ansiedad. La búsqueda puede extenderse a lo largo de un año, y aun después, si no se lo ha alcanzado, la consulta con un especialista puede dar la clave para, por fin, conseguir el objetivo.