Qué es la conducta prosocial
La conducta prosocial es cualquier comportamiento que beneficia o ayuda a otras personas o que tiene consecuencias sociales positivas, sin esperar recompensa alguna. Dentro de estas acciones esenciales para establecer y mantener relaciones sociales se incluyen:
- Ayuda
- Servicio
- Donación
- Consuelo
- Confirmación y valorización positiva del otro (disculpar, interceder)
- Escucha profunda
- Empatía
- Solidaridad
- Presencia positiva (cercanía, atención…)
Todos estos comportamientos socialmente deseables son actuaciones de las que cualquier persona puede sentirse orgullosa, y más un padre o una madre con un hijo que comparte, sabe escuchar y está atento a las necesidades del otro. No se puede decir lo mismo de conductas contrarias como violencia, intolerancia, indiferencia, egoísmo… que se manifiestan, por ejemplo, en niños que pegan o muerden o adolescentes que no dejan su asiento en el transporte público a personas mayores o embarazadas.
Las personas impulsivas, con autoestima y empáticas tienden a mostrar más comportamientos prosociales como los señalados. Pero, además, el aprendizaje y el ambiente hacen mucho. Y en eso tiene mucho que ver el entorno familiar.
Padres y madres cercanos, hijos más empáticos
Así lo corrobora un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y publicado en el Internacional Journal of Behavioral Development. En concreto, apunta que un vínculo afectivo estrecho entre padres e hijos a los tres años aumenta de manera significativa la tendencia del menor a ser prosocial y actuar con amabilidad, empatía y generosidad hacia los demás en su infancia y adolescencia.
“Cuando somos niños, interiorizamos aquellos aspectos de nuestra relación con nuestros padres que se caracterizan por la emoción, el cuidado y la calidez. Esto afecta a nuestra disposición futura a ser amables y serviciales con los demás”, comenta Ioannis Katsantonis, autor principal e investigador doctoral especializado en psicología y educación.
Para llegar a esta conclusión y comprender la interacción a largo plazo entre las relaciones tempranas con los progenitores, la prosocialidad y la salud mental, los autores del estudio utilizaron datos de más de 10.000 jóvenes nacidos entre 2000 y 2002 a los que les entrevistaron a los 5, 7, 11, 14 y 17 años. Midieron sus habilidades prosociales a través de preguntas como si un niño ayudaría si alguien resultaba herido, mientras que la relación entre padres e hijos se evaluó con cuestiones como si los menores compartían abiertamente sus sentimientos y experiencias con sus progenitores o si se enfadaban con facilidad con ellos. Una escala adicional analizó las prácticas disciplinarias severas, como si los padres maltrataban a sus hijos y con qué frecuencia.
➡️ Conexión familiar
Los investigadores encontraron que las personas que experimentaron relaciones cálidas y cariñosas con sus padres en torno a los tres años de edad tendían a tener menos problemas de salud mental durante la primera infancia y la adolescencia. Pero sobre todo al vivir esta cercanía con sus progenitores, marcada por la calidez, la seguridad y los cuidados, mostraban mayores tendencias «prosociales» con comportamientos como la amabilidad, la empatía, la ayuda, la generosidad y el voluntariado.
Por el contrario, los menores cuyas relaciones tempranas con los padres fueron emocionalmente tensas, frías y hasta abusivas tenían menos probabilidades de desarrollar hábitos prosociales.
➡️ Prosocialidad y salud mental
Además, el estudio halló indicios de una asociación entre los problemas de salud mental y la prosocialidad. Así, los niños que a una edad más temprana mostraron síntomas de salud mental externalizantes (agresividad, falta de aceptación de las normas…) más altos que la media en la adolescencia eran menos prosociales de lo habitual.
Sin embargo, no hubo pruebas claras de que se aplicara lo contrario. Si bien los peques con una prosocialidad superior a la media tuvieron una mejor salud mental, esto no significó que su salud mental mejorara a medida que crecían.
De ahí que los autores del estudio sugieran que los esfuerzos por fomentar comportamientos prosociales en los centros educativos tengan más impacto si se integran en el curso de manera sostenida, como puede ocurrir con los programas contra el acoso escolar, en lugar de implementarse mediante intervenciones puntuales.
Cómo reforzar los valores de la conducta prosocial en la infancia
La investigación, por tanto, subraya la importancia de mantener relaciones sólidas entre padres e hijos desde la primera infancia. De hecho, se considera fundamental para favorecer el desarrollo saludable de los niños en otros ámbitos. «Gran parte de esto se debe a los padres —manifiesta Katsantonis en una nota de la Universidad de Cambridge—. La cantidad de tiempo que pueden pasar con sus hijos y responder a sus necesidades y emociones en una etapa temprana de la vida es muy importante».
En ocasiones, algunos menores necesitarán ayuda para aprender a ser empáticos, serviciales, amables…, pero con pasar tiempo con los hijos habremos ganado mucho; y no solo la familia, también el resto de la sociedad. ¿Cómo hacerlo? Mira estas ideas para dedicar más tiempo a los peques entre semana.
✔️ Más tiempo con los hijos
Sin embargo, para muchas familias el tiempo es escaso por trabajos con horarios imposibles y desplazamientos excesivos. Conciliar la vida laboral con la familiar tiene un coste. “La cercanía solo se desarrolla con el tiempo, y para los padres que viven o trabajan en circunstancias estresantes y limitadas, a menudo no hay suficiente”, reconoce el experto.
Por eso los investigadores del estudio comentado valoran las políticas específicas y el apoyo para las familias jóvenes en las que establecer relaciones cercanas entre padres e hijos no siempre es sencillo. “En cualquier nivel, tendrán muchos beneficios, incluida la mejora de la resiliencia mental de los niños y su capacidad para actuar positivamente hacia los demás más adelante en la vida», concluye el especialista en psicología y educación. Jornadas laborales más cortas, semanas laborales de cuatro días o reducciones de jornada como se recogen en los nuevos derechos y permisos de cuidados para facilitar la conciliación de las familias son algunas de ellas.