En el periodo que va desde los 6 hasta los 12 años de edad, la mayoría de los niños cambia su dentadura temporal por la definitiva. Los dientes de leche pierden poco a poco sus raíces, hasta aflojarse y luego caerse cuando se ejerce sobre ellos un poco de fuerza. Sacar los dientes de los pequeños es un proceso sencillo, pero que, en los primeros casos, puede generar algunas dudas en los adultos. Este artículo explica cuándo y por qué se mueven los dientes de leche, cómo preparar el diente primero y cómo sacarlo después y qué hacer si ya ha llegado el momento en que el diente debería estar flojo y no lo está.
Los dientes de leche se mueven: cuándo y por qué
Los dientes temporales o «de leche» comienzan a caerse alrededor de los seis años de edad. En general, se van en el mismo orden en que han llegado: primero los incisivos centrales inferiores, luego los demás incisivos y, más tarde, los caninos y los molares. El proceso se completa, en la mayoría de los niños, en torno a los once o doce años. Muchas veces, sin embargo, la expresión «caer» no es más que una forma de decir, porque, cuando el pequeño nota que un diente de leche está flojo y se mueve, lo más normal es que sus padres se lo saquen o le ayuden a quitárselo él mismo.
¿Por qué de pronto los dientes se aflojan y se empiezan a mover? Es el resultado de la pérdida de raíz que experimentan esas piezas. Las raíces se van desintegrando a medida que los dientes permanentes, que se han desarrollado en el interior de la encía, se aproximan al borde de esta con intenciones de salir a la superficie. La Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que los dientes definitivos se forman «a partir del mismo germen dentario que la pieza de leche a la que sustituyen, lo que proporciona una guía para su salida». Como consecuencia, «la raíz de los dientes de leche forma una especie de camino de salida a los dientes permanentes».
Preparar el diente flojo antes de sacarlo
La duda que puede surgir en muchos padres, sobre todo en el caso de los primeros dientes flojos, es ¿cómo hay que sacarlos? ¿Cuál es el procedimento correcto? En primer lugar, es importante tener en cuenta que pueden pasar varias semanas, e incluso meses, desde el momento en que el diente se empieza a mover hasta que llega el momento más adecuado para quitarlo. Hay que ser paciente y no precipitarse, ya que si se quita antes de tiempo, se ocasionará una herida y un dolor innecesario para el niño.
Muchos pequeños se ven tentados a moverse el diente flojo. Esto puede resultar beneficioso y acelerar con naturalidad el proceso de su caída, pero se deben tener algunas precauciones. Sobre todo, hay que indicar al menor que lo haga con la lengua y no con los dedos. Por dos motivos: para evitar que se lleve los dedos -y por lo tanto, gérmenes y riesgo de infecciones- a la boca, por un lado; y para que la presión que se ejerza sobre el diente flojo sea más suave y no exista el riesgo de apresurar de más el proceso, por el otro.
Cómo sacar el diente que se mueve
Cuando el diente ya esté muy flojo y «a punto», casi saldrá solo. Esto ocurre, de hecho, en algunas ocasiones, mientras el niño come o simplemente después de empujarlo con la lengua durante algún tiempo. Si no, es el momento de que un adulto le ayude.
Como explica la Academia Americana de Pediatría, el método más recomendado en la actualidad es muy simple: con una gasa, un pedacito de papel higiénico o un pañuelo descartable, tomar con firmeza el diente y dar un tirón seco hacia fuera.
El método más tradicional hace años consistía en el uso de un hilo o cuerda, con la que se hacía un pequeño lazo y se tiraba del diente para extraerlo. Hoy en día, esa práctica está desaconsejada, entre otras cosas porque podría generar temor en el pequeño. Sin embargo, algunos niños lo llevan bien y hasta les puede resultar divertido. Siempre y cuando el diente esté lo bastante flojo, no representa mayores riesgos.
Tras la extracción del diente, con frecuencia se produce una pequeña hemorragia. En ese caso, hay que indicar al menor que se enjuague la boca, colocar luego una gasa sobre la encía y pedirle que la muerda durante unos minutos (lo que tarde la sangre en coagular y cicatrizar).
De este modo, el niño ya tendrá su diente listo para colocarlo bajo la almohada y esperar la visita del Ratoncito Pérez.
Si cuando llega el momento en que, en teoría, un diente de leche debería aflojarse y caer, y sin embargo eso no sucede, en general hay dos posibilidades.
La primera es que el diente definitivo aparezca sin haber absorbido la raíz del temporal y, por lo tanto, sin causar su caída. Si esto ocurre con varias piezas, se puede formar una línea de dientes definitivos detrás de los temporales. Este fenómeno se conoce como “dientes de tiburón”, dado el parecido con las filas de dientes que poseen estos animales. En estos casos, es necesario acudir al dentista para la extracción de los dientes de leche y dar solución al problema.
La otra posible causa es la agenesia dental, que se produce cuando, por razones congénitas, el niño no ha desarrollado (ni lo hará) el diente definitivo. La manera de saberlo es por medio de radiografías. Si el odontológo descubre que es esto lo que sucede, en algún momento deberá extraer los dientes de leche y proponer a los padres los pasos que crea más conveniente seguir en cada caso.