Tratar el resfriado en un bebé significa, sobre todo, aliviar sus síntomas. Eso sí, hay que hacerlo con mucho cuidado y evitar el uso de ciertos métodos que están contraindicados para los niños pequeños. Si no se tiene experiencia, antes de dar cualquier paso conviene consultar al pediatra. Sobre todo en lo relacionado con el uso de medicamentos.
Suero fisiológico
No es más que agua con cloruro sódico (sal), pero a una concentración exacta que lo hace «isotónico» con los líquidos corporales, con lo cual resulta perfecto para lavar cualquier mucosa sin irritarla. En tanto el niño no sepa sonarse la nariz, el suero sirve para disolver y arrastrar sus mocos, y puede usarse tantas veces como se hubiera empleado el pañuelo. Hay varias presentaciones, cada una con sus ventajas e inconvenientes:
- Sueros de uso hospitalario. En frascos de medio litro, muy económicos, pero el suero debe extraerse cada vez con jeringa y aplicarse con un cuentagotas que convendrá renovar.
- Ampollas convencionales. Al ser más pequeñas, resultan más higiénicas que las botellas y también bastante baratas.
- Ampollas monodosis. De usar y tirar, cómodas e higiénicas, pero más caras.
- Aerosoles. Pulverizan el suero, con lo que su efecto disolvente será mayor. Pueden incluso aplicarse a cierta distancia, sin necesidad de tocar los orificios nasales del bebé. Son bastante más caros.
Sea cual sea la presentación usada, es importante que el cuentagotas, el cabezal de la ampolla o el del aerosol solo se apoyen en los orificios de la nariz, sin penetrar en su interior, porque fácilmente lesionaría la mucosa nasal. Por eso mismo es muy peligroso aplicarlo con una jeringa.
Las fosas nasales comunican a través de la trompa de Eustaquio con el oído medio, que podría resultar dañado o recibir microbios si se intenta ajustar el aplicador para conseguir que el suero entre con mucha presión. Por el mismo motivo, es mejor no administrarlo con la cabeza hacia atrás (la trompa queda vertical y la mucosidad pasará al oído), sino de lado, en el orificio que queda arriba.
Peras y aspiradores de mucosidades
Con una pera de goma bien adaptada a los orificios nasales es posible obtener una presión negativa altísima y lesionar la mucosa nasal. Las de plástico no son peligrosas en este sentido, pero si su diseño no lo impide ya, hay que cuidar de que no entren en la nariz y soltarlos poco a poco.
También existen unos artilugios con los que se succiona por un lado adaptando el otro a la nariz del niño y que incorporan un dispositivo desechable que, además de retener las mucosidades, limita la presión que se puede obtener.
Vapor ambiental
Mientras el bebé respire normalmente con la boca cerrada, no es preciso emplear vaporizadores para aumentar la humedad ambiental, pues su nariz, además de filtrar y calentar el aire, lo humedece para que llegue en condiciones óptimas a los bronquios.
En cambio, cuando las fosas nasales se hallan obstruidas y no es posible mantenerlas despejadas empleando suero fisiológico, puede ser útil el uso moderado de vapor frío.
Medicamentos
Las gotas nasales con medicamentos vasoconstrictores desobstruyen enseguida la nariz, pero tienen un efecto rebote y además la lesionan, siendo especialmente peligrosas en los bebés. Por iniciativa propia, en la nariz sólo puede ponerse suero fisiológico.
Los antitérmicos son también analgésicos y pueden utilizarse para aliviar el malestar que ocasionan los resfriados aun en ausencia de fiebre. En los bebés, el más ampliamente recetado es el paracetamol en gotas.
Es posible que el pediatra recomiende un mucolítico para fluidificar las secreciones respiratorias, pero sin dejar de recordar que el mejor es el agua. Además, durante los resfriados, el bebé puede perder el apetito y cansarse al comer, pero necesita incluso más agua de la habitual, porque la pierde por la fiebre o al respirar por la boca, de modo que conviene darle de comer más a menudo y ofrecerle agua después de las tomas.
Los antihistamínicos, adecuados para tratar las rinitis alérgicas, resecan y disminuyen la producción de moco, y producen una somnolencia que puede resultar agradable para los adultos con síndromes gripales, pero están contraindicados en los bebés.
Los virus son insensibles a la acción de los antibióticos, que solo se usan en las enfermedades causadas por ellos cuando se produce una sobreinfección por bacterias.