Pasa cada día en la consulta de enfermería de un ambulatorio u hospital cualquiera: el peque se pone nervioso, grita, patalea, llora… y ni ha visto la jeringuilla. Muestra un miedo irracional a las agujas con las que el profesional sanitario le sacará sangre, le pondrá la dosis de su tratamiento médico o le administrará la vacuna infantil que le toque según la edad. ¿Qué podemos hacer para que esto no ocurra? Te damos varios consejos para conseguir que tu hijo supere este temor a las inyecciones y así no derive en una fobia.
Miedo a las agujas e inyecciones: cómo se manifiesta en los menores
Es normal que los menores teman a las agujas médicas y a las inyecciones. El miedo a sentir dolor durante el pinchazo, especialmente de las vacunas, les puede. Es decir, asocian agujas con dolor, y algunos pequeños en realidad son muy sensibles al dolor. Y es un temor frecuente, pues afecta al 80-90 % de los menores.
En cuanto ven al sanitario que saca la jeringuilla, toma la vacuna… los niños y niñas se ponen como una moto. Este terror se manifiesta con signos como:
- Nerviosismo
- Malestar
- Palpitaciones
- Náuseas
- Sudoraciones
- Lloros
- Desmayos, mareos
- Ansiedad, ataques de pánico…
¿Cómo se llama la fobia a las agujas?
Con la edad, este miedo infantil va desapareciendo de forma natural, aunque se calcula que hasta una cuarta parte de la población adulta puede todavía sufrirlo.
Pero también este temor puede cronificarse y ser peor, al convertirse en una fobia, un miedo irracional y exacerbado a las inyecciones (tripanofobia) o las agujas, los pinchazos u otros objetos cortantes (baleofobia) que padece el 10 % de las personas y que puede llevar a rechazar el contacto con el sistema sanitario.
Por qué es importante superar el miedo a las agujas
Y es que la experiencia de los primeros pinchazos queda grababa en la memoria emocional de los niños y puede provocar que, en un futuro, de mayor evite situaciones tan cotidianas como:
- hacerse análisis de sangre.
- ir al dentista.
- vacunarse. Se estima que el 16 % de los adultos decide no vacunarse de la gripe cada año por miedo a las agujas.
- seguir tratamientos que impliquen el uso de una aguja, como las inyecciones diarias de insulina para controlar los niveles de azúcar en sangre en el caso de la diabetes, la adrenalina inyectable en alergias crónicas o el tratamiento con quimioterapia en pacientes con cáncer, por ejemplo.
Cómo ayudar a los niños a superar el miedo a las agujas
Si este tipo de circunstancias tan estresantes para el menor no se abordan de forma adecuada durante la infancia, es posible que el miedo a las agujas persista y se agrave en la adultez. ¿Qué se puede hacer para ayudar a un niño a superar el temido dolor al pinchazo?
✅ Medidas generales
Como medidas generales, en el microsite ‘Stop miedo a las agujas’ de Aspen Pharma la psicóloga Ana Asensio recuerda que es conveniente:
- Solicitar ayuda psicológica en los casos más graves.
- Utilizar técnicas de respiración y relajación.
- Evitar pensamientos anticipatorios (me va a doler, me voy a marear, no me van a encontrar la vena…).
- Usar técnicas de distracción durante el pinchazo: escuchar música, hablar, poner la atención en otro lugar…
- Compartir antes con el equipo de enfermería el miedo a las agujas para sentirse comprendido. “La confianza en el profesional es clave para estos procesos en los que necesitamos recuperar la confianza y la sensación de tranquilidad o de no descontrol cuando nos enfrentamos a una aguja o jeringuilla”, comenta la experta.
- Aplicar una hora antes del pinchazo anestésicos tópicos para aliviar el dolor, como lidocaína, prilocaína o combinaciones de ambos en crema, ungüento, pomada o espray. Precisan de receta médica.
✅ Pautas para antes, durante y después del pinchazo de las vacunas
Imagen: Kamaji Ogino
¿Y en el caso de los niños? Por lo general, las vacunas son su primera toma de contacto consciente con las agujas. Por eso, según el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), son necesarias ciertas recomendaciones para reducir el estrés en el momento de la vacunación, conseguir una mayor adherencia a los calendarios de vacunas y disminuir las posibles secuelas psicológicas de experiencias negativas previas. ¿Cómo?
Con motivo de la vacunación infantil contra la covid-19, el Consejo General de Enfermería de España, la Asociación Española de Enfermería Pediátrica (AEEP) y la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC) expusieron una serie de pautas de cara a minimizar el estrés de los menores entre 5 y 11 años, ayudándoles y calmándoles antes, durante y después del pinchazo. Son las siguientes:
👉 Antes
- Explicar, a través de cuentos, dibujos o juegos, el poder de las vacunas.
- Describir en qué consiste la vacuna con un lenguaje sencillo.
- Contar con los hermanos mayores para apoyar.
- No utilizar las vacunas como amenaza.
- Transmitir que ayudan a estar sanos.
- Preparar algo que le guste para llevar ese día.
- Llevar ropa cómoda para descubrir el brazo.
👉 Durante
- Contar alguna historia.
- Sujetar adecuadamente al peque, pero con cariño.
- Apoyar al menor si llora, no insistir en ser valiente.
- Ayudar a respirar.
- Evitar que se mueva y facilitar que se sienta seguro.
- Acudir con el muñeco predilecto, inflar globos, hacer pompas de jabón, ver dibujos o un vídeo.
👉 Después
- Abrazar y consolar.
- Distraerle.
- Ofrecer pegatinas para jugar.
- Esperar 15 minutos después de la vacunación. Los síncopes por el estrés suelen ocurrir en los niños más mayores.
- El enrojecimiento, el dolor y/o la hinchazón es una reacción normal de cualquier vacuna. Se puede usar un paño húmedo y fresco para aliviar.
✅ Más consejos por edades
Por su parte, desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), los consejos para aliviar el dolor de la inyección, según la edad del menor, son:
👉 Recién nacidos y lactantes
En los bebés, las técnicas físicas son las más útiles. Destacan:
- El amamantamiento antes, durante y después de la inyección. Es lo que se popularmente se llama “tetanalgesia”.
- La toma de líquidos dulces durante la administración. Se recomienda disolver un sobre de azúcar en un vaso con un dedo o dos de agua (sacarosa al 25 %) y dar aproximadamente 2 ml, poco a poco, con una jeringa o cuentagotas, en la boca del bebé, unos dos minutos antes de la inyección.
- El contacto con la piel de la madre, el llamado método canguro.
- El uso de técnicas de distracción, como imágenes, sonidos o canciones.
- El empleo de anestésicos tópicos.
👉 Menores hasta los 6 años
Con un niño pequeño se recomienda, además de los anestésicos tópicos:
- Prepararle psicológicamente. El peque tiene que saber antes a qué se enfrenta. Por eso, habrá que decirle que le van a pinchar (con hacerlo un día antes basta), pero no caben las mentiras asegurándole que no le dolerá, como tampoco ridiculizar su miedo. Si tiene dudas, hay que responderle siempre con la verdad. Además, explicarle el proceso y las razones de la inyección le tranquilizará. Plantearlo como un reto a superar y con su correspondiente premio siempre ayuda.
- Utilizar técnicas de distracción. Que lleve su peluche preferido, un muñeco, un juguete… hará que se sienta mejor. También puede usarse un cuento o dibujos o vídeos en el móvil o tableta.
- Poner la inyección en posición erguida y sujetos en brazos de sus padres; nada de tumbarles en la camilla de exploración.
👉 Niños mayores y adolescentes
En el caso de los menores más mayores y los adolescentes, resultan de gran utilidad:
- Preparación psicológica, en el mismo sentido que con los niños pequeños.
- Técnicas de distracción: escuchar música, ver vídeos o jugar a la consola les servirá para disminuir su estrés. También funciona hacer respiraciones profundas.
- Estar sentado, para evitar el mareo.
- Anestésicos tópicos: las cremas pueden ayudar a calmar el dolor, pero a estas edades también valen como medida antiestresante.