En Europa, y en especial en España, la alta inflación está haciendo tiritar nuestros bolsillos, lo que se nota sobre todo en quienes tienen hijos a su cargo. La vuelta al cole más cara de los últimos años es solo un ejemplo. Pero esto no solo sucede en nuestro país.
En Estados Unidos, un estudio del centro de investigación Brooklyn Institution ha estimado que en la actualidad se necesitan 310.605 dólares (324.886 euros) para criar a un hijo desde su nacimiento hasta la escuela secundaria. Hace solo cinco años, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el coste no pasaba de los 233.610 dólares (244.385 euros).
Y, aunque la inflación al otro lado del Atlántico tiene causas distintas a Europa, el resultado es el mismo: miles de padres y madres no pueden alimentar bien a sus hijos, ni apuntarles a actividades extraescolares para completar su formación ni comprarles el juguete que todos sus compañeros tienen, por ejemplo. Como apunta Save the Children, casi un millón de familias en España no pueden asumir el importe que implica hoy la crianza de sus peques, a pesar de que dediquen todos sus ingresos a ello. De ahí que la ONG reclame una nueva ayuda universal a la crianza de 100 euros mensuales para familias con hijos menores de 18 años; la actualización del valor real de los complementos de crianza de familias perceptoras del IMV e ingresos bajos; y la reducción del tipo impositivo para pañales y productos de higiene menstrual.
Por el momento, algunas peticiones serán efectivas en 2023. Así, se ha anunciado que se rebaja el IVA del 10 % al 4 % para los productos de higiene femenina. También, según el acuerdo de presupuestos para el próximo año, en las diversas ayudas públicas para reducir los gastos de un hijo hay una ampliación: la paga de 100 euros al mes a las trabajadoras con hijos de hasta tres años se extiende a todas las madres con peques esas edades. Y, además, de la futura Ley de Familia se avanza que habrá dos nuevos permisos: uno de siete días al año remuneradas para el cuidado de familiares o convivientes y otro no remunerado de ocho semanas al año hasta que el niño cumpla los ocho años.
¿Cuánto cuesta la crianza hoy?
Según la plataforma de ahorro europea Raisin, los hijos cuestan a sus padres más de 300.000 euros hasta que se independicen (allá por la treintena). Puede parecer descabellado, pero por los datos que aportaba en verano Save the Children, no lo es en absoluto. Y eso que para su estudio los números más actuales eran de marzo, cuando la tasa interanual de inflación estaba en el 9,8 % (cerramos agosto con un 10,5 % y septiembre en el dato adelantado figura el 9 %).
Para la ONG, este año hacer frente a los gastos de un niño supone invertir un 14,5 % más que en 2018. Este agujero se traduce en 85 euros más al mes, en concreto 672 euros, una cifra que en 30 años sumaría cerca de los 242.000 euros.
¿En qué se va tanto dinero? Según el informe de Raisin, en alimentación, gastos esporádicos como cumpleaños o excursiones y educación. Save the Children añade otra partida más: la conciliación. Así son los gastos en los hijos por edades.
➡️ Primeros años de vida (0-3 años)
El primer año de vida no es tan caro como lo pintan, ni tampoco los dos siguientes. Pero su coste ha crecido en cuatro años un 9,7 %. ¿Hay sitio en casa para un habitante más? Esto es importante tenerlo muy en cuenta, cuando al mes se pagarán 556 euros por hijo.
Estos años se caracterizan por una higiene y una alimentación particulares de unos 66-67 euros al mes. Todo dependerá del tipo de pañal (marcas y sostenibles más caros) y de si se opta por la lactancia materna o la artificial o de comida casera o la preparada por la industria alimentaria. Según un estudio del comparador de precios Idealo (mayo), la cesta de la compra para bebés ha subido un 36 % con respecto a 2016, si nos atenemos solo a los productos de higiene infantil (31 %) y los de lactancia (41 %).
Así, apuntan que hoy para hacerse con lo necesario —todo no es en realidad imprescindible— para la lactancia con leche de fórmula (biberones, cepillo limpiabibebores, calientabiberón, chupetes, babero y esterilizador) hay que desembolsar 90 euros, mientras que solo ya la lactancia implica un gasto de 72 euros en cojín, discos y sujetador de lactancia y sacaleches —tampoco todo es esencial—.
Pero el gasto más elevado en los bebés es el de la conciliación. La externalización de los cuidados (guardería, canguros…) para la participación laboral de padres y madres cuesta 182 euros al mes, un tercio del total.
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También en esos tres primeros años de vida hay una clara necesidad por comprar ropa nueva a menudo, porque se les queda pequeña, y por muebles y utensilios como cuna, cochecito, etc. Según los cálculos de Idealo, los precios de la ropa infantil han crecido un 5 % desde 2016; la competencia de marcas ha hecho mucho. Más caro son el mobiliario (26 %) y los productos destinados a la movilidad (27 % más desde 2019).
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➡️ Preescolar (4-6 años)
En estos años, los menores empiezan a ser más caros. Al mes suponen 610 euros, un 11,9 % más que en 2018. ¿Por qué? Se incorporan de lleno a la alimentación familiar en pequeñas cantidades; aun así, es uno de los gastos más destacados (80 euros al mes). Además, el tipo de juguetes y de ocio ha cambiado. Se refleja en el desembolso que crece notablemente, sobre todo en lo que se refiere a gastos extraordinarios por cumpleaños, salidas…: de 5 euros al mes en los años previos, a 76 euros, según las cifras de la ONG.
Y ¿dónde gastan más las familias con niños de estas edades? El coste de la conciliación sigue siendo elevado, pues se destina un quinto del gasto (123 euros). Y a él empieza a sumarse el de la educación (113 euros), y eso que es gratuita, pero en muchos casos hay que pagar comedor, libros de texto y material escolar.
Por el contrario, algunas partidas decrecen. Así ocurre con la decoración de la habitación del bebé (de 39 a 19 euros), que se convierte en un dormitorio infantil que durará años, y la ropa y el calzado de (77 a 35 euros), a pesar de que es necesario renovarlos con frecuencia, pero no como antes.
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➡️ Infancia (7-12 años)
Los niños y niñas de 7 a 12 años crecen muy rápidamente, y los gastos también, según estimaciones de Save the Children: en concreto, casi 100 euros más al mes, es decir, que suman 701 euros.
De nuevo la partida que sobresale es la alimentación (133 euros), que alcanza el 19 % del coste total de la crianza. Los peques comen más cantidad de alimentos y ya se han incorporado totalmente a la dieta de la familia. “Al ser tan importante y condicionante, afecta al desarrollo físico de niños y niñas”, señalan los responsables de la ONG.
La educación y la conciliación siguen siendo los otros desembolsos más costosos, 117 y 123 euros, respectivamente, junto a los gastos extraordinarios (105 euros). Las familias empiezan a dar la paga cada semana y los chavales ya tienen sus primeras salidas con los amigos, por lo que se invierte más en ocio.
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➡️ Adolescencia (13-17)
Los verdaderos gastos llegan con los hijos adolescentes. Con chavales de estas edades una familia invierte al mes 736 euros, un 16,1 % más que hace cuatro años. Alimentación y gastos extraordinarios suponen un 39,8 % de ese dinero. ¿Por qué?
Por supuesto, aumenta la cuantía que hay que dedicar a alimentación (llega a los 148 euros al mes); por lo general, comen más, pero hay que estar pendientes de qué y cuánto comen. Han dejado los juguetes de lado —ahora son más de aparatos electrónicos— y el ocio lo realizan con sus amigos y amigas, por lo que, además del dinero que se destina a estas partidas, sube también el importe que va para la ropa y el calzado que utilizan —más a la moda— y el transporte.
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– surgieron productos de “primera necesidad”, como mascarillas y gel hidroalcohólico, que había que comprar.
– la saturación en Atención Primaria con la variante Ómicron para realizarse una prueba diagnóstica hizo que muchas familias sufragaran el coste de PCR o test de antígenos.
– en las franjas de mayor edad, en múltiples casos, se añadía un dispositivo electrónico para poder seguir las clases online, más allá del ordenador doméstico.
– las cuarentenas o la imposibilidad de socializar perjudicaron tanto a la salud mental de los adolescentes, principalmente, que, de nuevo la saturación del sistema Nacional de Salud para atender la alta demanda de visitas a psicólogos especializados obligó a muchas familias a recurrir al sistema al sistema privado.