Deberes sí o deberes no. Los argumentos a favor y en contra de que las tareas escolares se extiendan fuera del horario y el ámbito colegial son extensos. Los partidarios de los deberes los relacionan con consolidación del aprendizaje, mejor rendimiento y mayor responsabilidad y motivación, mientras que sus detractores los asocian a la pérdida del tiempo libre, sobrecarga y presión, desigualdad entre alumnos o intromisión en la vida familiar. Frente a la polémica de los extremos, los expertos apuestan por la moderación y recomiendan una racionalización de las tareas escolares en cuanto al tiempo que se dedica a ellas, la cantidad y dificultad de las mismas y su gestión posterior para que sean efectivas. En este artículo se muestran las distintas posturas y sus razonamientos en torno a este debate.
Los deberes, el eterno debate
«¿Deben o no realizar los alumnos trabajos en casa? En el supuesto de que deban hacerlos, ¿con qué limitaciones?». Con estas dos cuestiones iniciaba el maestro y doctor en Pedagogía, Esteban Villarejo, una conferencia ante padres y madres organizada por el Instituto Municipal de Educación de Madrid. Era el año 1959, y hoy en día, casi seis décadas después, el debate aún sigue abierto. Como muestra, la reciente campaña de sensibilización y movilización en contra de los deberes escolares iniciada por la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), que agrupa a alrededor de 12.000 asociaciones de padres y madres de alumnos de enseñanzas no universitarias de nuestro país.
CEAPA denuncia lo injusto, ineficaz y contraproducente que es la existencia de los deberes escolares
Mientras que esta confederación denuncia lo «injusto, ineficaz y contraproducente que es la existencia de los deberes escolares», la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA), que representa a más de tres millones de familias, afirma que los «deberes son necesarios para afianzar lo aprendido en el centro educativo» y califica de «increíble» que se «aliente a las familias a que sus hijos no cumplan con sus obligaciones educativas». La polémica está servida.
Argumentos en contra de los deberes
En su campaña contra las tareas, uno de los argumentos que resalta la CEAPA es que sobrecargan al alumnado, así lo ha advertido en fechas recientes la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los datos de una encuesta realizada por este organismo internacional a escolares reflejan que los estudiantes de nuestro país se sienten demasiado presionados por un exceso de deberes. El 34% de los niños y el 25% de las niñas muestran esta preocupación con tan solo 11 años, y con 15, hasta el 70% de las chicas y el 60% de los chicos, casi un 20% más que la media de los escolares de los 42 países encuestados. Esta presión, apunta la OMS, se asocia a problemas de salud frecuentes como «dolores de cabeza, abdominales y de espalda», así como «tristeza, tensión o nerviosismo».
La intromisión de las tareas en la dinámica de la familia y el tiempo libre del niño es otro de los argumentos comunes entre sus detractores. CEAPA aporta un dato relevante extraído de un informe realizado por ellos este año: un 48% de los padres encuestados afirman que «los deberes afectan de forma negativa a su vida familiar».
Además, las tareas, «generan situaciones de desigualdad en el alumnado«, apuntan en CEAPA. El último informe de la evaluación PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) avala con sus datos este argumento. Concluye que esta desigualdad se genera debido a la diferencia de recursos económicos o cualificación y conocimiento de los padres de los alumnos más o menos favorecidos, un factor que influye definitivamente en la realización de los deberes.
Racionalización de los deberes
El debate sobre la necesidad o no de las tareas escolares puede resultar infructuoso, puesto que las posturas son muy encontradas. La clave, señalan los expertos, está en la racionalización de los mismos. La Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE) se ha pronunciado en este sentido. Reconoce los beneficios que reportan los deberes, como «afianzar lo aprendido en el aula, inculcar hábito de estudio, fomentar el esfuerzo personal e incluso la organización y planificación del trabajo del alumno», pero especifica que siempre que se respete «la adecuación, la moderación y la proporcionalidad de dichos deberes a la edad y al nivel educativo», así como «los diferentes tiempos del estudiante para jugar, descansar y relacionarse con los demás».
Los deberes son beneficiosos siempre que se respete la adecuación, la moderación y la proporcionalidad a la edad y al nivel educativo
¿Cómo tienen que ser los deberes? ¿Para qué sirven? ¿Cuál debe ser la implicación de las familias? El psicólogo Jaime Funes, autor de ‘Hartos de los deberes de nuestros hijos. Queremos ayudarlos a aprender’ (Lectio, 2016), considera fundamentales estas cuestiones, «deberíamos pararnos a pensar sobre el tipo de deberes, su finalidad, la relación que tienen con lo que se ha de aprender y con lo que la familia sabe y puede aportar», señala el autor. Funes insiste en el papel de los padres ante las tareas escolares y a la relación de estos con los maestros, mientras que no se produzca un cambio metodológico en las escuelas respecto a los deberes, «no queda más remedio que intentar trabajar para que sean razonablemente útiles para el desarrollo de nuestros hijos».
Una de las cuestiones fundamentales en cuanto a la racionalización de los deberes es el tiempo que los escolares deben destinarles.
Una investigación reciente de Rubén Fernández-Alonso, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad de Oviedo, en la que han participado más de 7.700 adolescentes españoles y 2.200 profesores, confirma una relación negativa entre el tiempo dedicado a los deberes y el rendimiento. Cuando el estudiante supera los 90 o 100 minutos de tareas, los resultados escolares son peores, por eso, reconoce el autor, “invertir 60 minutos al día en las tareas sería el tiempo razonable y eficiente“.
El estudio de Fernández-Alonso se centra en los niveles de Secundaria, pero ¿cuánto tiempo es efectivo para los niños de Primaria? El investigador estadounidense de la Universidad de Duke, Harris Cooper, una de las voces más reconocidas en este área, a pesar de reconocer que en esta etapa educativa no hay una correlación significativa entre tareas y éxito académico, propone que se aplique la denominada “regla de los 10 minutos“. Según este experto, un alumno de primer curso de Primaria no debe dedicar más de 10 minutos a los deberes y este tiempo se debe duplicar a medida que avanza de curso académico, es decir, 20 minutos en segundo de Primaria, 30 minutos en tercero, y así sucesivamente.