El retraso de la maternidad en España hace que cada vez más mujeres recurran a tratamientos de fertilidad. La congelación de óvulos es una alternativa efectiva, y no solo cuando se desea postergar el momento de tener un hijo, sino también ante tratamientos médicos que pueden alterar la fecundidad. Este artículo trata sobre el procedimiento de congelar óvulos para preservar la fertilidad y aclara que la edad más apropiada para hacerlo es entre los 20 y 35 años. Describe cómo se realiza la vitrificación de ovocitos, además de otra técnica de reproducción asistida: congelación y reimplante de tejido ovárico.
Congelar óvulos para preservar la fertilidad
La congelación de óvulos es un método efectivo para posibilitar que una mujer, que por diversas circunstancias no puede o no desea ser madre en un determinado momento de su etapa fértil, pueda serlo en el futuro. La técnica que más se utiliza en la actualidad se conoce como vitrificación de ovocitos. El ovocito es la célula germinal que, al madurar, da lugar al óvulo. La vitrificación, a diferencia de la congelación tradicional, evita que se formen cristales de hielo alrededor de estas células, lo que eleva la tasa de supervivencia al 97% y permite obtener «los mismos resultados clínicos que con los ovocitos en fresco», según datos suministrados por el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI).
Este tema adquiere un particular interés en España, uno de los países de Europa donde las mujeres se convierten en madres con mayor edad (30,6 años de media, cifra solo superada por Italia, donde es de 30,7), según un informe de Eurostat publicado en 2016. Nuestro país se halla también entre los de más bajo promedio de hijos por cada mujer: 1,32, apenas por encima de Portugal (1,23), Grecia (1,30) y Chipre (1,31) y muy por debajo de la media europea (1,58).
Por otra parte, una de cada cuatro mujeres nacidas en 1975 no tendrá hijos cuando alcance los 50 años de edad, «momento en que desde la demografía se hace balance de la descendencia final de las generaciones». Así aparece en un informe publicado el año pasado con el título de ‘La infecundidad en España: tic tac, tic tac, tic tac!!!‘, elaborado por el Centro de Estudios Demográficos. Esa generación será, en consecuencia, la más infecunda de los últimos 130 años de historia, que es el periodo del que se dispone de información estadística.
Ante estos datos, y el hecho de que uno de los mayores inconvenientes que el retraso de la maternidad acarrea es la disminución de la fertilidad en la mujer, la preservación de los óvulos se muestra como un procedimiento muy positivo, mientras que la vitrificación, como la técnica más apropiada para hacerlo en la actualidad.
Entre los 20 y 35 años, la edad más apropiada
¿Desde qué edad una mujer puede congelar sus óvulos? La legislación española (en concreto, la ley 14/2006, de 26 de mayo) establece que «toda mujer mayor de 18 años y con plena capacidad de obrar» puede recurrir a esta técnica. En principio, parecería raro que una joven de poco más de 18 años decidiera congelar sus óvulos, pero hay que tener en cuenta que postergar la maternidad no es el único motivo que hay para hacerlo: puede ser también antes de seguir un tratamiento oncológico o por otras razones médicas, como antes de la extirpación de un ovario.
En cuanto a la edad límite, todo depende de la calidad de los ovocitos. Como indican los expertos del Instituto Bernabéu, «es mejor vitrificar ovocitos de pacientes jóvenes y que no presentan problemas de fertilidad, que ovocitos de pacientes de edad avanzada cuyo número y calidad está disminuido». La recomendación es que el procedimiento se realice entre los 20 y 40 años de edad, aunque es mucho mejor si se efectúa antes de los 35.
Cómo se realiza la vitrificación de ovocitos
La vitrificación es «el proceso de criopreservación usando altas concentraciones de crioprotector para solidificar la célula en un estado similar al cristal, sin la formación de hielo en su interior», define el Libro Blanco Sociosanitario ‘La infertilidad en España: situación actual y perspectivas‘, editado por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) en 2011. Los ovocitos se conservan sumergidos en nitrógeno líquido a una temperatura de -196 ºC.
Para obtener las células que se han de congelar, los pasos previos son similares a los de un ciclo de fertilización asistida: se requiere de una estimulación ovárica, por medio de hormonas, para que se produzca una maduración múltiple de ovocitos. Esto no supone que se obtengan óvulos que estaban destinados a desarrollarse en el futuro, sino que se utilizan algunos de los alrededor de mil que se pierden durante cada ciclo mentrual.
La SEF explica que las tasas de supervivencia después de la congelación, así como las de fecundación y posterior desarrollo embrionario, son similares a las de los ovocitos frescos. Sin embargo, las posibilidades de que el embarazo prospere «siguen siendo inferiores a las obtenidas con ovocitos frescos».
Al enumerar las técnicas de reproducción asistida existentes, el Libro Blanco de la Sociedad Española de Fertilidad cita también la congelación de tejido ovárico. Esta técnica supone la preservación no ya de ovocitos u óvulos, sino de tejido del ovario de la mujer, con el fin de realizar un injerto en el futuro. Según el documento, se trata de una técnica “cuyo riesgo/beneficio sigue en entredicho, ya que requeriría de procedimientos quirúrgicos de extracción y reimplantación del tejido ovárico”. En algunos casos, añade el texto, también sería necesaria la utilización de técnicas de fecundación in vitro para obtener una gestación y, además, el tejido podría sufrir un deterioro como consecuencia de la isquemia (disminución del riego sanguíneo) que sufre el tejido trasplantado. Además, apunta que “los resultados gestacionales obtenidos en la actualidad pueden considerarse anecdóticos”.
Más allá de estas objeciones, los resultados del implante de tejido ovárico podrían multiplicarse en el futuro. En 2009, una valenciana se convirtió en la primera mujer en España en dar a luz tras un implante de tejido ovárico y la primera en el mundo en tener, en esa situación, gemelos. En su caso, el procedimiento se aplicó debido a que padeció cáncer de mama y se previó que la quimioterapia afectaría a su fertilidad. Por eso, la gran novedad que añade el implante de tejido ovárico es la posibilidad de que queden embarazadas mujeres que se someten a tratamientos de quimioterapia (u otros que alteren su fertilidad) a edades muy tempranas.
En 2015 una mujer en Bélgica tuvo un bebé gracias a la reimplantación de tejidos que le habían extirpado cuando tenía 13 años. Y en diciembre de 2016, una mujer en Londres lo logró a partir de tejido que le habían extraído aún antes de la pubertad: a los 9. “Sabemos que el trasplante de tejido ovárico funciona con mujeres mayores, pero no sabíamos si podíamos usar tejido de una niña, congelarlo y hacer que funcione otra vez”, dijo a la prensa Sara Matthews, la médico responsable de este tratamiento, el cual ha abierto un nuevo horizonte de posibilidades en relación con la fertilidad y la maternidad.