Hacia los seis años de edad, el niño comienza a perder los dientes de leche para dar paso a los definitivos. En general, se caen en el mismo orden en que aparecen: primero los incisivos, los inferiores antes que los superiores y, luego, los caninos y molares. En general, entre los 11 y 12 años, el pequeño pierde sus últimos dientes de leche. Este artículo ofrece detalles acerca del orden en que caen los dientes de leche, por qué lo hacen, qué pasa si se producen retrasos en este proceso y datos sobre la importancia de la dentadura primaria o temporal.
¿En qué orden se caen los dientes de leche?
La dentición, tanto la primera -compuesta por los llamados «dientes de leche»- como la definitiva, carece de fechas concretas. Al igual que muchos otros procesos, ocurre en unos niños más pronto que en otros. Se pueden establecer, sin embargo, ciertos periodos en los cuales se produce la aparición de los dientes.
Con respecto al orden en que caen los dientes de leche, tampoco hay pautas fijas, pero en general el orden en que lo hacen es el mismo en que han aparecido. Es decir, los primeros en caer suelen ser los dos incisivos centrales inferiores, pérdida que se da alrededor de los cinco años y medio o seis.
Después van los demás incisivos: los dos laterales de abajo y los cuatro de la parte superior (igual que los inferiores, primero los centrales y luego los laterales). Pero este orden puede variar. En la mayoría de los casos, estas caídas tienen lugar entre los siete y los ocho años. De estas edades son casi siempre las simpáticas fotos en las que los niños dejan ver los huecos en su dentadura al sonreír.
La dentadura primaria de los pequeños (la «de leche») está compuesta por veinte piezas. Además de los ocho incisivos, hay cuatro caninos y ocho molares. Los caninos inferiores son, en los casos más comunes, los que caen después de los incisivos, aunque en ocasiones los primeros molares inferiores se anticipan. El momento en que esto ocurre se da alrededor de los nueve años y medio o diez y, en uno o dos años más, caerán los restantes: caninos superiores y segundos molares, tanto de abajo como de arriba.
¿Por qué se caen los dientes de leche?
Cuando los dientes definitivos están formados en el interior de las encías, comienzan a ejercer presión para ocupar su lugar. ¿De qué manera lo hacen? Según explica la Asociación Española de Pediatría (AEP), «según se acercan al borde de la encía para salir, producen la reabsorción y desaparición de la raíz de las piezas de leche, lo que provoca su caída». Todo este proceso es natural, fruto de miles de años de evolución, y su mecanismo, regulado y controlado por el código genético.
Los expertos aún no han podido explicar con exactitud por qué los dientes salen con un ritmo determinado. La teoría más aceptada, indica la AEP, es que esa aparición «la producen los ligamentos que rodean la base del diente, mediante su encogimiento y el cruzamiento de sus fibras de colágeno y la contracción de sus células».
¿Qué pasa si los dientes de leche no se caen?
Así como el orden de aparición de los dientes definitivos se corresponde con el de los temporales, también sus tiempos están relacionados. Es decir, si los dientes de leche tardaron un poco más de la media en salir, con las piezas permanentes es probable que ocurra lo mismo (y al revés lo mismo: si la primera dentición se produjo pronto, también llegará pronto la segunda).
En casos poco frecuentes, las piezas permanentes salen sin que las de leche se hayan caído. Esto puede ocasionar que se formen dos hileras de dientes, un fenómeno conocido como «dientes de tiburón«. Pero esto es algo temporal y que, salvo excepciones, no genera mayores inconvenientes. En cualquier caso, una consulta con el odontólogo resolverá todas las dudas.
También puede ocurrir que el diente de leche no caiga y que se descubra que no hay ningún diente definitivo que ejerza presión para ello. Hay personas que, por causas congénitas, no desarrollan una o más piezas dentales. Ante este problema, denominado agenesia dental, el dentista decidirá qué es lo más adecuado en cada caso, más allá de que el diente de leche en algún momento deberá ser extraído.
Uno de los mayores mitos relacionados con los dientes de leche es el que afirma que su cuidado no es tan importante, dado que luego se caerán y llegarán los definitivos. Esto es una creencia errónea y peligrosa.
En primer lugar, porque, como explica la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP), “cualquier infección en el diente temporal que progrese por la raíz creará una bolsa de pus que afectará al diente permanente”.
La SEOP añade que “a veces los dientes definitivos salen con malformaciones, manchas o lesiones secundarias a la infección que tuvo el diente de leche en su día y no se trató de forma adecuada”. Destaca, por lo tanto, que la higiene de los dientes de leche es fundamental.
Por su parte, la AEP enfatiza que “los músculos de la mandíbula y la formación de los huesos dependen de los dientes de leche y son necesarios para el desarrollo adecuado del lenguaje y de la masticación”. Por eso, los pediatras resaltan la importancia de su cuidado, ya que la pérdida de los dientes de leche, no solo por caries sino también por golpes u otros accidentes, “es muy perjudicial para el futuro de la función de mandíbula, la masticación, el lenguaje y el aspecto físico del niño”.