La dislexia es uno de los trastornos del aprendizaje más habituales entre los niños y no está asociado a tener una menor o mayor inteligencia. Realizar un diagnóstico temprano resulta fundamental para que los pequeños superen sus dificultades en el ámbito escolar y no sufran carencias emocionales. En el siguiente artículo te explicamos cuáles son los signos más habituales de la dislexia y qué podemos hacer los padres y las madres para que el camino de los hijos sea más fácil.
La dislexia no es una enfermedad, es un trastorno del aprendizaje caracterizado, principalmente, por tener dificultades graves en la adquisición de las habilidades relacionadas con la lectura, la ortografía y la escritura. Tiene origen neurobiológico, identificándose factores genéticos y ambientales que pueden determinar su impacto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada diez personas en todo el mundo sufre dislexia. En Europa, de acuerdo con la Asociación Europea de Dislexia (EDA), el porcentaje de la población afectada se sitúa entre el 9 % y el 12 %.
La dislexia es un trastorno difícil de identificar. Las personas que lo padecen tienen una inteligencia normal y no presentan rasgos físicos o psíquicos determinantes. Habitualmente la dislexia se diagnostica durante la etapa escolar, cuando el niño aprende a leer y escribir: aunque se haya manifestado antes, es en este momento cuando los síntomas son más evidentes.
Los psicólogos, psicopedagogos y neuropsicólogos son los especialistas que se encargan de diagnosticar la dislexia, y junto con los logopedas acuerdan el tratamiento que se debe seguir para lograr mejorar las habilidades de lectoescritura del paciente. Cuanto antes se aborde este trastorno del aprendizaje, mejores serán los resultados y menos consecuencias tendrá para la persona.
A pesar de que no tiene cura, la dislexia no impide llevar una vida completamente normal y exitosa. Thomas Edison, F. Scott Fitzgerald, Pablo Picasso, Orlando Bloom, Stephen Spielberg y Steve Jobs, todos disléxicos, son excelentes ejemplos. Te contamos cómo identificar este trastorno del aprendizaje y cuáles son los tratamientos a seguir.
Qué es la dislexia
La dislexia es una dificultad específica de aprendizaje (DEA) que se manifiesta en uno o más de los procesos básicos que involucran a la compresión oral y escrita del lenguaje. Mayoritariamente afecta al aprendizaje de la lectura —de hecho, también se la denomina “dificultad para la lectura”—, y suele estar asociada a trastornos de cálculo, memoria, comprensión y a la expresión escrita. El origen de la dislexia es neurológico y tiene un componente hereditario muy alto.
La dislexia es más frecuente en los niños que en las niñas y no tiene nada que ver con la capacidad intelectual. Se evidencia de una manera más clara durante la etapa escolar, entre los 7 y 9 años, justo en el momento que el pequeño comienza a leer; antes de esta edad resulta difícil de diagnosticar.
Según la iniciativa Plataforma Dislexia, que busca crear un marco legal nacional que permita el derecho de equidad en la educación para las personas con dislexia u otras DEA, en España más de 4,7 millones de personas sufren dislexia, de las cuales más de 800.000 son niños.
Cómo identificar la dislexia
La dislexia se hace muy evidente en el entorno escolar. Cuando el profesor aprecia la existencia de un trastorno de aprendizaje, suele advertir a los padres. Antes de realizar cualquier conjetura o de tomar medidas unilaterales, es importante consultar con un especialista para que haga un examen al niño y confirme la existencia de un trastorno de aprendizaje, poniéndole nombre y apellidos.
Aunque la dislexia no se manifiesta de igual manera en todas las personas ni con la misma intensidad, estos signos pueden hacer sospechar que el niño la padece:
- Dificultad para aprender a leer o un nivel de lectura bajo para su edad.
- Problemas para encontrar la palabra adecuada en un contexto.
- Trabas para formular preguntas o respuestas.
- Falta de comprensión lectora.
- Dificultad para aprender nuevas palabras y recitar el alfabeto.
- Frecuentes errores ortográficos y al unir o separar palabras.
- Dificultad para rimar, deletrear y recordar secuencias.
- Problemas para reconocer letras y sus correspondientes fonemas.
La importancia de un diagnóstico temprano
El actual sistema educativo está basado en el aprendizaje a través del código escrito, por lo que los niños que sufren dislexia tienen graves dificultades para adaptarse al ritmo de sus compañeros de clase. El esfuerzo que deben realizar para alcanzar los objetivos marcados es tan considerable que provoca una inmensa fatiga en los pequeños. Habitualmente se sienten frustrados al no lograr lo que se les pide y abandonan sus tareas, lo que es identificado, en muchas ocasiones, como una falta de interés o inmadurez por parte de los profesores o de los padres.
Realizar un diagnóstico y tratar la dislexia resulta fundamental para que estos niños puedan llevar una vida plena y normal. Psicólogos, psicopedagogos y neuropsicólogos son los encargados de evaluar si existe este trastorno de aprendizaje y de indicar el tratamiento a seguir, habitualmente combinado con los logopedas. La presencia de otros especialistas, como otorrinolaringólogos u oftalmólogos, puede ser también necesaria.
Los niños con dislexia serán capaces de aprender a leer, pero deberán hacerlo con un método diferente al convencional. También podrán asumir y superar otras dificultades asociadas, pero aplicando unas estrategias y técnicas adaptadas. Obviar estas necesidades no solo desencadenará en un fracaso escolar, sino que afectará emocionalmente a los pequeños.
Qué podemos hacer como padres
Además del tratamiento que le puedan conferir los especialistas, un niño disléxico necesita de un fuerte apoyo emocional familiar que le ayude a superar su trastorno. Estas cinco técnicas son de gran ayuda:
- Normaliza la situación: explica a tu hijo en qué consiste la dislexia, cómo le afecta y qué herramientas estáis aplicando para superarla.
- Valora sus victorias: muéstrale lo orgulloso que estás de su esfuerzo y celebra los avances, por pequeños que sean.
- Aprender jugando: ciertas actividades lúdicas le ayudarán a trabajar en aquellas áreas donde muestre más dificultades sin que se sienta presionado.
- Tiempo para pensar: no le atosigues para que tome decisiones rápidas y otórgale tiempo para que reflexione.
- Olvida los castigos: a veces el niño puede no avanzar en sus tareas como debiera o manifestar más dificultades al leer o escribir. No debes reprenderle: todos tenemos días malos, ya habrá otros mejores.