Qué es el dolor crónico en niños y adolescentes
El dolor crónico en la infancia y la adolescencia se define como con los adultos: un dolor continuo o intermitente que se manifiesta semanalmente, persiste más allá de los tres meses y no remite de forma satisfactoria con los tratamientos habituales. ¿Cuáles son los dolores crónicos más habituales a estas edades? Dolor de cabeza, dolor abdominal, dolor de espalda y dolor de piernas y brazos. Y por sexo, son las chicas las que reportan más casos de este problema, que empeora con la edad.
No estamos ante una cuestión baladí, sino ante un problema de salud pública común con una alta prevalencia entre niños, niñas y adolescentes. Y es que los casos del dolor crónico infantil han experimentado un aumento “alarmante” en nuestro país en los últimos años. Lo corrobora un estudio llevado a cabo con estudiantes de primaria y secundaria del Campo de Tarragona (Tarragona) por el grupo de investigación ALGOS de la Cátedra de Dolor Infantil del Departamento de Psicología de la Universitat Rovira i Virgili-Fundación Grünenthal. Si hace 15 años las investigaciones contabilizaban que un 37 % de los niños y adolescentes sufría algún dolor persistente, hoy en día lo padece el 46 %.
“No es un hecho aislado de nuestro país, puesto que también lo vemos reflejado en estudios propuestos por la Organización Mundial de la Salud, en que hemos observado que la prevalencia va en aumento”, reconoce Jordi Miró, el director de la cátedra de la URV, la única sobre dolor infantil que existe en España y de las pocas que hay en el mundo.
El también catedrático de Psicología de la Salud se muestra especialmente “preocupado” por el incremento de los casos de dolor crónico de alto impacto, que ya atañe al 5 % de los niños y adolescentes, cuando antes solo lo hacía al 1 %. Un dolor crónico de alto impacto afecta de tal gravedad al paciente (mayor fatiga, peor calidad del sueño, más síntomas de ansiedad y depresión, peor función cognitiva, problemas de movilidad…) que puede llegar a perder muchos días de colegio e interferir, por tanto, en su rendimiento escolar.
Causas del dolor crónico infantil
Inicialmente, este dolor era agudo, pero, por causas desconocidas, se ha mantenido a lo largo del tiempo y ha llegado a convertirse en un dolor crónico primario (cuando el dolor en sí mismo es una enfermedad, no un síntoma). Como explica el experto, las investigaciones han sido capaces de concretar que hay múltiples factores que intervienen en la cronificación del dolor: “Muestran que las causas físicas están asociadas al mantenimiento del dolor y la aparición de la discapacidad. Pero también intervienen factores psicológicos como las emociones, cogniciones… Y el mismo contexto en el que se percibe la estimulación nociceptiva contribuye a ello; el cultural, por ejemplo”.
➡️ Causas más importantes del dolor crónico en niños
Aún no se sabe, pero entre las causas más destacadas del dolor crónico están:
- Las emociones: sobresale el miedo a que el dolor sea síntoma de una enfermedad subyacente que no se ha detectado o la depresión y la ansiedad, que explican en parte el dolor. La tensión, el estrés y otras situaciones en las que se daña la autoestima pueden causar dolor y somatización de los síntomas. En ese sentido, Jordi Miró señala que “el bullying es más habitual en los niños con dolor crónico. No se sabe qué es primero —si acoso escolar o dolor crónico—, pero están asociados. Estamos viendo que quizás el bullying como una forma de estrés más esté provocando la aparición de dolor crónico en algunos casos”.
- Las cogniciones: pensamientos catastróficos están asociados al dolor crónico.
- Otras variables: la fatiga y la mala calidad del sueño. “La calidad del sueño está interferida por el uso de las tabletas, ordenadores y móviles”, recuerda el especialista.
- El estilo de vida. La inactividad física (sedentarismo) y el exceso de actividad física están relacionados con el dolor crónico y, asociado a esto, la obesidad infantil también. “No está claro que per se la obesidad sea responsable, pero sí está asociada a la actividad física. Hay algunos estudios que relacionan la obesidad con el dolor crónico y la obesidad con el tabaquismo y el dolor, pero no está claro. Queda mucho por investigar en este campo”, reconoce Miró.
➡️ Por qué hay más casos de dolor crónico infantil
¿Y qué hay detrás del aumento de las cifras? Las mismas causas: el estrés, el sedentarismo, la calidad del sueño, el tiempo ante pantallas… Así, por ejemplo, el incremento en la prevalencia del dolor de espalda en los adolescentes europeos del 18,3 % al 21,6 % entre 2002 y 2014 se explica, en parte, por el aumento del tiempo que pasan ante el ordenador, la tableta o el móvil y por la obesidad.
Además, el experto consultado también achaca este aumento de los casos al sistema sanitario, que “está muy bien preparado para atender los casos de dolor agudo desde la perspectiva de considerar al dolor como un fenómeno físico, cuando sabemos que es un problema más complejo. Nuestro sistema no está preparado para atender este tipo de situaciones”. Miró recuerda que las horas de formación dedicadas específicamente al dolor que reciben los profesionales sanitarios son “extraordinariamente escasas” (en torno a 70 horas en las carreras universitarias de Medicina). “Es muy difícil que una persona aprenda qué es el dolor con esas horas. Y se sigue el modelo médico tradicional que entiende que el dolor es un problema físico, una sensación que se puede controlar con fármacos e intervenciones quirúrgicas. Y eso se transmite a la sociedad, y así todos creemos que la mejor forma de resolver el dolor es tomando una pastilla, cuando no siempre es así”, apunta.
Consecuencias del dolor crónico infantil
La resiliencia y el optimismo favorecen la adaptación al dolor crónico, mientras que el apoyo social ayuda a lidiar con él. Sin embargo, sufrirlo deja una huella. Las consecuencias del dolor crónico en la infancia y la adolescencia son múltiples, como exponen esta revisión publicada en 2018 en ‘Gaceta Sanitaria’, y algunas de ellas podrían mantenerse de adulto.
- Altas tasas de discapacidad funcional y con una menor actividad física.
- Los trastornos del sueño están presentes en la mitad de los casos: dificultad para su conciliación, despertares nocturnos frecuentes, fragmentación del sueño y mala calidad percibida.
- Distintas formas de afrontar el dolor: en los niños, hay una mayor respuesta a la ira, temperamentos más difíciles, más reactivos a la tensión y más sensibles al dolor; y en los adolescentes, en cambio, aumento de la depresión y de trastornos de ansiedad.
- Relaciones sociales y colegio. Los peques y adolescentes “experimentan mayores tasas de victimización y estigmatización, lo que contribuye al aislamiento social, mayor dificultad para atender las exigencias académicas y menor oportunidad de consumo de sustancias ilegales”, destacan en la publicación. “Cuando tienes dolor crónico repetido te acaba afectando a todas las esferas de la vida. Hay alteraciones cognitivas, problemas de pensamiento, de concentración, de memoria… pero también de relación con los compañeros, y esto afecta a tu calidad de vida, actividad escolar o laboral…”, asegura Miró.
- Con respecto a la familia, el dolor crónico se asocia con un peor funcionamiento familiar y una inversión considerable de recursos económicos.
Cómo prevenir y tratar el dolor crónico en la infancia y adolescencia
Como señalaba el experto, es esencial mejorar la formación de los profesionales de la salud con respecto al dolor crónico pediátrico. También así lo ven investigadores de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) y del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre, que firman este estudio reciente. En él proponen que para planificar e implementar el manejo del dolor debe enmarcarse en un contexto que facilite una atención interdisciplinaria (niño, familia y escuela), se les dote de educación en neurociencia, sin olvidar la actividad física, se realice un tratamiento eficaz lo antes posible y se desarrollen programas preventivos que les involucren.
Para Miró, la mejor prevención es una buena gestión del dolor agudo desde el principio, pues una mala gestión del problema puede derivar en un dolor crónico que puede ser discapacitante. ¿Y qué podemos hacer los padres y madres? ¿Cuándo preocuparse? Estos son los consejos del especialista:
✅ Creer siempre a nuestro hijo
Hay que estar atento a lo que sucede y siempre creer lo que nos dice nuestro hijo en cuanto al dolor.
✅ Llevar al niño al pediatra
Ante una queja de dolor, acudir al pediatra o médico de familia para que busque la causa. “Puede ser un dolor pasajero, por un golpe o por el mismo crecimiento, pero puede ser indicativo de otra cosa más. Y aunque solo fuera una forma de llamar la atención, tendríamos que buscar qué es lo que causa que ese niño o niña experimente dolor como forma de llamar la atención. Hemos visto que el bullying es más habitual en los niños con dolor crónico”, comenta.
✅ Hacer caso al especialista
En ese sentido, la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) recomienda en este decálogo del dolor agudo aliviarlo con técnicas, como la distracción, la relajación o los masajes, pero, sobre todo, no esperar a que el niño tenga un dolor moderado-intenso para tratar el dolor (analgésicos) y en las dosis señaladas. “En ocasiones por miedo a los efectos secundarios o a que se habitúen a ellos, se administran dosis inferiores a las efectivas, menos veces de las necesarias o fármacos no adaptados al tipo ni la intensidad del dolor, y esto puede llevar a que un dolor agudo pueda convertirse en uno crónico”, indican.
✅ ¿Y si el dolor se repite de forma frecuente?
Si el médico al que se recurre no ofrece una solución al dolor recurrente, se debería buscar una segunda opinión. Miró recomienda acudir a un equipo multidisciplinar que ayude al niño y la familia con un programa de tratamiento multidisciplinar (fisioterapia, psicoterapia y tratamiento médico), del que hoy en día muy pocos centros disponen, entre ellos el Hospital Universitario Sant Joan de Reus (Tarragona) —el único reconocido de excelencia internacional— o el Hospital Universitario La Paz (Madrid). Incluso desde la Cátedra de Dolor Infantil URV han creado aplicaciones móviles que pueden ayudarles en el proceso, como Painometer.