Mejora de la memoria, la creatividad y la imaginación. Aumento de la capacidad de concentración, síntesis y análisis. Estas son algunas de las virtudes de la práctica del ajedrez en los niños. A sabiendas de ellas, diferentes centros escolares llevan años incluyendo esta disciplina en sus aulas. Algunos la han incorporado al horario escolar, sustituyendo alguna hora de otras asignaturas como las matemáticas, y otros, como opción extraescolar. Pero todos coinciden: el ajedrez ayuda a los chicos a despertar sus capacidades intelectuales y a desarrollar su pensamiento lógico de manera más temprana.
Diversas teorías explican los inicios del ajedrez. La más difundida y aceptada nos hace viajar hasta la India, alrededor del siglo VI d.C, para luego volar hasta Persia, donde, como comerciantes que eran, expandieron el juego desde Oriente hasta Occidente. A España no llegó hasta el siglo VIII de la mano de los musulmanes. Al principio, como pasatiempo de las clases altas, para después alcanzar a todos los públicos.
Fueron los españoles quienes, en el siglo XV, incorporaron al tablero a la reina —hasta entonces no había ninguna figura femenina— convirtiéndola en la más poderosa, dada su versatilidad de movimientos. Los españoles también son los que llevaron el ajedrez a América, Flandes y algunas regiones de Italia. Desde entonces, ha estado presente a lo largo de la Historia.
Estudios sobre los beneficios del ajedrez
Rusia, Turquía, Armenia, Argentina o Canadá son algunos de los países que han incluido esta disciplina como parte de su programa escolar. De esas prácticas existen infinidad de estudios que demuestran los múltiples beneficios de su inclusión en el aula. Los psicólogos, pedagogos y demás profesionales de la educación han estado utilizando al ajedrez como paradigma de la investigación cognitiva desde la segunda mitad del siglo XX.
Fuera de Rusia, país pionero en la introducción del ajedrez en los colegios, una de las primeras investigaciones la realizó entre las décadas del 40 y el 60 el psicólogo holandés y maestro de ajedrez Adriann de Groot. Sus experimentos se centraron en el campo de los procesos cognitivos que se llevan a cabo en los cerebros de los grandes jugadores de ajedrez.
En la República Democrática del Congo, el doctor Albert Frank demostró en 1973, tras impartir clases a 92 estudiantes de entre 16 y 18 años, que el ajedrez incrementaba la inteligencia, la creatividad, la planificación rápida, el razonamiento, la visión espacial y la comprensión de la geometría.
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A principios de los 80, Faneuil Adams, presidente de la Fundación Americana de Ajedrez (ACF), puso en marcha un programa en Harlem (Nueva York) con el que demostró que la práctica de esta disciplina potenciaba las habilidades matemáticas en los adolescentes. En concreto, los resultados fueron que «las pruebas mejoraron un 17,3 % para los estudiantes que participaron con regularidad en las clases de ajedrez, en comparación con solo un 4,56 % de los niños que participaban en otro tipo de actividades». También en Estados Unidos, el exministro de Educación Terrel Bell afirmó en un libro publicado en 1982 que una de las mejores y más divertidas maneras de desarrollar la inteligencia de su hijo era enseñándole a jugar al ajedrez.
En esta misma línea, una investigación de mayor calado, llevada a cabo por el doctor Stuart Margulies, logró comprobar que los alumnos que aprendieron a jugar al ajedrez disfrutaron de un aumento significativo en su capacidad de lectura y una mejora de los resultados en las pruebas de rendimiento de las escuelas primarias. Este estudio no explicaba por qué existe una correlación entre jugar al ajedrez y el aumento de la comprensión lectora, pero su hipótesis se basó en que el ajedrez potencia algunas habilidades cognitivas como la atención y la capacidad de comprensión durante la lectura.
Otro trabajo realizado por el profesor Peter Dauvergne, maestro del ajedrez, llegó a la conclusión de que jugar podía elevar las puntuaciones del coeficiente intelectual, fortalecer las habilidades para resolver problemas, mejorar la memoria y fomentar el pensamiento creativo.
Tras estas, y otras muchas investigaciones, en 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recomendó su inclusión en los niveles primario y secundario en todos los países miembros.
Ajedrez para niños: experiencia en España
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En España no son pocas las experiencias que se están llevando a cabo. De manera organizada por los municipios destaca el caso de Estepona (Málaga), que puso en marcha en 2011 el Plan de Fomento del Ajedrez, por el que todos los niños nacidos a partir de 2004 y escolarizados en centros de la ciudad han recibido formación para aprender a jugarlo.
Pero también existen iniciativas propias de los centros escolares. Un ejemplo es el del colegio Sagrados Corazones de Alicante, que imparte nociones de ajedrez en los primeros años de Educación Infantil. “El ajedrez es un juego, lo que contribuye a que ese carácter lúdico lo convierta en una actividad atractiva”, afirman. Y añaden: “Pero es más que un juego; es un reto, una competencia amable con el otro jugador, una lucha pacífica de estrategias y de ideas”. En opinión de este centro, el ajedrez además desarrolla la capacidad cognitiva y facilita el aprendizaje de materias como la lengua y las matemáticas, lo que a su vez tiene un efecto muy positivo en el rendimiento académico. “Y no solo eso, también contribuye a la mejora de las relaciones personales entre los alumnos, fomentando el respeto y convivencia”, aseguran.
A nivel nacional, en 2015, la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados aprobó una proposición no de ley en la que se instaba al Gobierno a fomentar el ajedrez como deporte en la escuela y en otros espacios públicos. Antes, en 2012, el Parlamento Europeo aprobó la introducción del ajedrez en los sistemas educativos de los países miembros de la Unión Europea al considerar que «es un juego accesible para los niños de cualquier grupo social, podría mejorar la cohesión social y contribuir a los objetivos políticos, tales como la integración social, la lucha contra la discriminación, la reducción de las tasas de delincuencia e incluso la lucha contra diferentes adicciones«.