Es probable que muchos de los lectores de este artículo -quizá la mayoría- hayan usado andador en el período de su infancia en que aprendían a caminar. Sin embargo, en los últimos años, una serie de informes han desaconsejado su utilización. ¿El motivo? Podría provocar una ralentización en el desarrollo de los pequeños. Algunos especialistas afirman, incluso, que podría ocasionar anomalías en las rodillas y en los pies de los bebés.
Estas conclusiones se refieren al andador denominado tacatá, que por lo general tiene forma circular y rodea y sostiene al niño, y excluyen al denominado correpasillos, a menudo con forma de cochecito, con volante o manillar. El tacatá, que tuvo su auge en las décadas de los años sesenta y setenta, favorece que el desarrollo de los bebés sea «bastante más lento», según la doctora Mary Garrett, directora de un estudio desarrollado años atrás por el University College de Dublín. El uso del andador retrasa el gateo y el momento en que el pequeño se sienta solo y empieza a andar, así como su capacidad para agarrar cosas. Esa es la conclusión del informe, difundido a través de un artículo en la prestigiosa revista británica ‘The British Medical Journal’.
Empezar a andar un mes más tarde
La investigación se llevó a cabo en colaboración con los padres de un total de 190 bebés (107 niñas y 83 niños), de los cuales 102 empleaban andador. Las diferencias entre quienes lo usan y quienes no, según el estudio, son considerables, sobre todo, al establecer el momento en que consiguen gatear, ponerse de pie y andar sin ayuda de un adulto. Mientras quienes usan andador empiezan a gatear a los 8 meses de vida, quienes no se aficionan a este recurso lo hacen con un mes de anticipación. Al ponerse de pie y caminar sin ayuda, las cifras son similares: quienes usan el tacatá tardan en dar su primer paso tres semanas más que el resto de los pequeños.
Según los datos aportados por los expertos, la mayoría de los niños que se sirven del andador comienzan a usarlo a partir de las 26 semanas de vida y lo abandonan a las 54. Los investigadores irlandeses determinaron que, por cada 24 horas más de uso del andador, se registraba un retraso de 3,3 días al comenzar los niños a andar y de 3,7 días para mantenerse de pie solos.
Antonio Calvo, médico especialista en ortopedia infantil del hospital vizcaíno de Cruces, aboga por dejar de lado los andadores y permitir que los niños aprendan solos. «Los bebés que crecen de forma natural, sin el tacatá, adquieren el equilibrio y la fuerza necesaria para su desarrollo mucho antes que los niños que lo utilizan», apunta.
Posibles anomalías en rodillas y pies
Hay además otros riesgos. Si bien Calvo descarta que el empleo del andador pueda tener consecuencias nocivas para los pequeños en el futuro, considera que «podrían darse algunas anomalías». «No me gustaría crear alarma social -indica-, pero si se hiciera un estudio pormenorizado, con una serie de estadísticas de seguimiento, estoy seguro de que en poco tiempo nos encontraríamos con algún tipo de anomalías en las rodillas y los pies de los pequeños». Por tal motivo, se muestra «totalmente contrario» al empleo de este recurso, que pese a haber perdido protagonismo en los últimos años, está vigente en muchos hogares.
«Los bebés cuentan con una serie de terminaciones sensitivas y térmicas que curiosamente se concentran en el pie -señala Calvo-. Ese es un punto fundamental en el crecimiento y el proceso cognoscitivo de los niños. Se trata de un órgano de información táctil, muy importante, que el tacatá anula con el paso de tiempo».
Según el especialista, los niños que usan andador «son más torpes» que el resto. «El niño lo aprende todo con un control. Los que gatean hacen un entrenamiento físico e intelectual, porque aprenden; y los que usan el tacatá son más propensos a sufrir lesiones». Recomienda que si a pesar de todo hay padres que todavía hacen que sus niños utilicen el andador, al menos, han de tener en cuenta «que los pies deben llegar claramente al suelo».