Los embarazos durante el verano implican algunos riesgos que conviene conocer. Entre ellos, el riesgo de sufrir un golpe de calor, una deshidratación y el de padecer manchas en la piel. Las altas temperaturas complican las cosas para las gestantes, en especial, cuando el parto está cerca. En este artículo se explica por qué la gestante es más vulnerable a sufrir un golpe de calor, cómo evitar la aparición de manchas en la cara, así como la importancia de mantenerse hidratada durante el verano.
Embarazos en verano, el peligro del calor
El verano puede poner las cosas un poco más complicadas para las embarazadas. La subida de las temperaturas agudiza algunos síntomas de las futuras madres, como el cansancio y la sensación de fatiga tan frecuente en las gestantes.
«El calor puede hacer más incómodo el embarazo, pero además las altas temperaturas implican riesgos para las gestantes que conviene tener en cuenta», concluye un estudio realizado por la Universidad de Penn, en EE.UU.
Embarazo y verano. La combinación de estos dos ingredientes puede suponer una dura batalla para las mujeres que afrontan el tramo final de su gestación. El sudor y agotamiento ataca a todos durante los meses estivales. Pero para las gestantes bregar con las subidas del mercurio resulta aún más complicado.
Los golpes de calor son peligroso para la embaraza e implican riesgos para la salud del bebé
La temperatura del cuerpo de las mujeres crece de un modo natural como consecuencia del embarazo. Por ello, «las gestantes son más susceptibles de padecer un peligroso golpe de calor durante los meses de verano», añaden estos expertos.
El golpe de calor implica un colapso en el funcionamiento normal del organismo de la embarazada, que deja de trabajar del modo adecuado. Este aletargamiento puede implicar, como consecuencia, un riesgo serio para la salud, no solo de la madre sino también del futuro bebé.
Las complicaciones para una embarazada en estado avanzado durante el verano no acaban aquí. «Las gestantes se arriesgan a sufrir deshidratación, taquicardia o fallo circulatorio por las altas temperaturas», advierte la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.
Por este motivo, es importante que la embarazada tenga en cuenta algunos consejos en verano, con el fin de evitar riesgos innecesarios. Y, por qué no, disfrutar asimismo de los aspectos positivos de la época estival.
1. Embarazo en verano, la hidratación es clave
Las mujeres necesitan beber 2,2 litros al día para mantener su cuerpo hidratado, estima el Observatorio Hidratación y Salud. Sin embargo, durante el embarazo se debe beber más de lo habitual, sobre todo cuando las temperaturas son elevadas. La hidratación adecuada alivia, además, algunos de los malestares más comunes, como el estreñimiento de las gestantes y las infecciones de orina.
Agua, zumos y refrescos son idóneos para hidratarse en el verano. Una buena idea es llevar siempre consigo una pequeña botella de agua y renovarla de forma permanente.
2. Embarazo con calor, cambios en la alimentación
La dieta de la embarazada debe adaptarse a las exigencias del verano. Durante los meses de calor, la gestante necesita seleccionar los alimentos que le aporten todos los nutrientes que necesita en su estado pero que, a su vez, le proporcionen la hidratación necesaria.
Frutas de temporada, verduras y hortalizas en ensalada y lácteos frescos son algunas de las mejores opciones para evitar la sensación de pesadez que producen algunos platos más propios del otoño o del invierno.
3. Gestación en verano, cuidado con el sol
Nueve de cada diez embarazadas sufren manchas en su piel, y este riesgo crece con las exposiciones solaresNo son pocas las embarazadas que asisten con sorpresa a cambios poco esperados en su cuerpo. Entre los más insospechados se encuentra la aparición de manchas en la piel, aunque no por eso son menos frecuentes.
«El 90% de las embarazadas sufre un aumento de la pigmentación de su piel, que afecta sus muslos, areola mamaria y su cara, entre otras zonas», asegura el ginecólogo Juan Luis Alcázar Zambrano, profesor de la Universidad de Navarra.
Los cambios en la piel de la gestantes pueden tener diversas causas, entre ellas, los cambios hormonales. Y la exposición al sol no mejera las cosas: el verano conlleva aparición de nuevas manchas en la piel de las embarazadas.
Puesto que la gestante es más propensa que otras mujeres a desarrollar melasmas (manchas en la piel) es importante evitar la exposición solar directa. Además, hay que utilizar cremas de protección de factores elevados y protegerse el rostro de los rayos solares con gorros o sombreros.
Para mantenerse a una temperatura adecuada durante todo el día es asimismo esencial cambiar algunos de los hábitos cotidianos. Una propuesta es realizar las salidas al exterior bien a primera o bien a última hora del día, cuando el calor es menos intenso. Y ducharse con frecuencia, sin secarse el pelo después para permanecer fresca durante más tiempo.
La ropa de embarazada también ayuda a sobrellevar el incremento de las temperaturas en verano. Durante el gestación es recomendable utilizar ropa ligera y holgada, que facilite la transpiración. El calzado debe ser también cómodo, que no oprima ni dificulte la circulación, y abierto.
4. Los baños de la embarazada en mar y piscina, precauciones
Muchas embarazadas creen que bañarse en el mar o en una piscina en las últimas semanas del embarazo conlleva el riesgo de contraer algún tipo de infección vaginal que afecte a la gestación. Sin embargo, los especialistas apuntan que los baños, ya sean en la playa o en la piscina, solo son peligrosos en el caso de que la mujer haya expulsado el tapón mucoso que protege el cuello uterino o que rompa aguas.
El temor, no obstante, tiene una explicación: el desprendimiento del tapón mucoso se produce durante las cuatro semanas previas al parto, pero no siempre es percibido. De modo que, en ocasiones, el profesional que realiza el seguimiento del embarazo recomienda no bañarse durante ese periodo.
Por otra parte, las gestantes deben tener en cuenta los siguientes consejos para evitar riesgos en sus baños veraniegos:
No bañarse en el mar si está muy revuelto o con grandes olas que puedan provocar caídas peligrosas o revolcones innecesarios.
El buceo está desaconsejado por completo: las inmersiones profundas pueden afectar a la salud del bebé.
Evitar deportes acuáticos que impliquen riesgo, como el surf, el esquí acuático o el windsurf. Lo mismo ocurre con los juegos de pelota y los saltos de trampolín.