¿A qué niño le gusta recoger sus juguetes? Es probable que a ninguno. Esta tarea, además de implicar la finalización del tiempo de juego, resulta por lo general tediosa y aburrida para los más pequeños. Para conseguir que recoger y ordenar su habitación no represente una lucha diaria, los padres pueden inculcar a los niños desde pequeños el hábito del orden, facilitarles la organización de sus cosas y emplear fórmulas y estrategias motivadoras.
Aprender con el juego
Si hay algo que resulta muy aburrido para un niño es recoger sus juguetes. Pero debe hacerlo. Aunque en las primeras edades es necesario que los padres se encarguen de esta tarea, a partir de los 2 o 3 años, cuando los pequeños adquieren cierta autonomía, se les puede empezar a enseñar las primeras nociones de orden. Para ello, son útiles simples juegos que crean una actitud positiva hacia esta labor y constituyen los primeros pasos para convertirla en un hábito.
Una de las estrategias más habituales entre los educadores es instar al niño a recoger los juguetes al ritmo de alguna canción específica que haga referencia a la propia tarea de ordenar. Entre los posibles juegos, se pueden hacer carreras cronometradas para comprobar quién es capaz de recoger más cosas en menos tiempo o jugar a la búsqueda del tesoro, que consiste en nombrar uno de los juguetes esparcidos por el cuarto y considerar ganador al primero que lo encuentre y lo coloque en su lugar.
Planificar el espacio de los juguetes
Pero los juegos son solo el primer paso. Si queremos que el niño mantenga el orden en sus cosas, es preciso proporcionarle un espacio adecuado para ello. Su habitación o el cuarto de juegos deben organizarse de modo que se le facilite esta tarea en la mayor medida posible. Es recomendable aplicar distintas pautas:
- Establecer un lugar específico para cada tipo de objeto: por una parte, le ayuda a buscar el juego o juguete que quiere utilizar en cada momento y se evita que saque otros que no utilizará. Por otra, le permite saber dónde tiene que volver a dejarlo una vez que finalice su juego.
- Cada niño, su espacio: si dos o más niños comparten habitación, se puede designar un espacio o rincón concreto para que cada uno guarde sus cosas (con cajas o cajones para distintos tipos de juguetes) y otro para colocar los juguetes que comparten. De este modo, el propio niño será capaz de valorar si su espacio está o no ordenado.
- El niño clasifica: cuando son más pequeños, los padres pueden ayudarle a clasificar sus objetos y marcarle las cajas o cajones donde los guarda, con etiquetas o dibujos simbólicos que le ayuden a identificar dónde está cada uno. Pero a medida que crecen, hay que dejar que ellos mismos decidan la clasificación que quieren dar a sus juguetes, en función del modo en que jueguen con ellos.
- Espacios adicionales: si el niño traslada con frecuencia sus juguetes a otras habitaciones distintas a la propia para jugar con ellos, en estas estancias se puede disponer de cestos o cajas donde guardar todo cuando termine su juego. Entonces, trasladará las cajas con mayor facilidad a su dormitorio.
Siete normas básicas para el orden de los juguetes
- Dar ejemplo: si el niño se mueve en un entorno ordenado y percibe que sus progenitores mantienen en orden sus cosas y los objetos del hogar, será más fácil que adquiera poco a poco hábitos similares con sus pertenencias.
- Orden para todo: el orden no debe aplicarse tan solo a los juguetes del niño. Para que lo entienda como una actitud cotidiana, es necesario ser coherente y enseñarle también a recoger y ordenar su ropa, sus libros y cualquier otro objeto que utilice en el hogar.
- Menos es más: cuantos menos juguetes acumule, más fácil será mantener el orden. Por eso es recomendable revisar cada cierto tiempo los juguetes y guardar o donar los que ya no se utilicen.
- Refuerzo positivo: es una de las técnicas que mejor funcionan para crear hábitos en los niños. Cada vez que recoja bien sus cosas y las coloque en su lugar, se debe felicitarle y mostrar aprobación por esa actitud o premiarle después con una actividad que le resulte placentera.
- No interferir en su juego: lo habitual, salvo excepciones, es que el niño juegue con distintas cosas a la vez. Si se le pide que guarde un juguete antes de sacar otro, en realidad, se interfiere en su forma de jugar y se cortan las alas de su creatividad e imaginación.
- Ayudarle, con límites: hasta los 5 o 6 años, los padres pueden colaborar en el momento de recoger los juguetes, pero siempre deben mostrar al niño que es solo una ayuda y que la tarea le corresponde a él.
- No recoger: claudicar y terminar por recoger los juguetes cuando el niño se niega a hacerlo es una de las peores actitudes que puede tener el progenitor. Es necesario ser paciente y dejar que el mismo niño se dé cuenta de lo difícil que es moverse en un espacio desordenado.