La ambulante es un tipo de anestesia epidural que, a diferencia de la tradicional, no quita a la mujer la capacidad de andar y moverse durante el trabajo de parto. La conocida también como “walking epidural”, además de hacer que todo el proceso sea más natural y respetuoso, ofrece otras ventajas: una participación más activa de la embarazada y una reducción en el número de episiotomías. Este artículo brinda más detalles sobre esta epidural más humana, explica cómo funciona, describe las ventajas que representa en relación con el método clásico y enumera también sus riesgos y dificultades.
Una epidural más humana
La anestesia epidural representó, en su momento, una auténtica revolución. Por primera vez en la historia, las mujeres podían dar a luz a sus bebés sin dolor. Se impuso entonces la idea de que «parir con dolor no tenía ningún sentido si lo podías evitar». Con los años, sin embargo, han surgido distintas voces que han hecho hincapié en que la epidural no es inocua, tal como afirma la asociación El Parto es Nuestro. Su objetivo es bajar esta anestesia del pedestal donde se ha situado y destacar los riesgos de su aplicación.
Hace algunos años se desarrolló un nuevo tipo de epidural, que subsana varios de los aspectos negativos del método tradicional. Es la epidural ambulante o «walking epidural». Su principal novedad reside en que, como su nombre indica, permite a la mujer estar de pie y andar durante el trabajo de parto, a diferencia de la epidural clásica, que la obliga a estar tumbada durante varias horas y le impide incluso ir al cuarto de baño a orinar.
¿Cómo funciona la epidural ambulante?
¿Cómo hace la epidural ambulante para dejar a la mujer seguir moviéndose, a diferencia de la tradicional? Introduce un cambio en la sustancia que administra. Para entenderlo, hay que tener clara la diferencia entre analgesia y anestesia: la primera suprime el dolor, mientras que la segunda implica abolir la sensibilidad. En general, la epidural incluye sustancias para lograr ambos objetivos: un opiáceo para conseguir el primer efecto y un producto anestésico para el segundo.
Lo que hace la técnica ambulante es «reducir la cantidad de anestésico neuroaxial, usando para ello los anestésicos locales a bajas concentraciones y asociándoles opioides». El resultado es que solo se bloquean las fibras sensitivas, se mantiene la calidad analgésica y la mujer conserva las funciones motoras, es decir, las que controlan el movimiento. Así lo explica la ‘Guía de Práctica Clínica sobre Atención al Parto Normal‘, editada en 2010 por el Ministerio de Sanidad.
Ventajas de la epidural ambulante por sobre la tradicional
La primera y más evidente ventaja de la epidural ambulante es clara: la posibilidad de moverse por sus propios medios representa un parto más respetuoso, natural y humano para con la mujer. Pero hay más beneficios.
Como explican los especialistas Irene Pelayo Delgado y Jesús de la Fuente en su ‘Guía práctica de ginecología en atención primaria’ (Ed. Glosa, 2009), las posiciones verticales y la deambulación contribuyen a acortar la duración de la primera fase del parto. Por posiciones verticales se entienden tanto que la gestante esté de pie como sentada. En ambos casos, el trabajo en esa etapa se ve ayudado por los efectos de la gravedad.
En las etapas posteriores del parto, que la mujer no esté «dormida» de la cintura para abajo hace posible que colabore de manera activa con la expulsión del bebé, mucho mejor de lo que ocurre con la aplicación de la epidural tradicional. Por otro lado, la libertad de movimientos también le permite adoptar posiciones que alivien de modo natural su dolor.
Otra de las ventajas de la epidural ambulante radica en que, después de la primera dosis, que está a cargo del personal médico, es la propia embarazada la que controla la administración de las siguientes. Lo hace a través de una bomba de infusión, similar a las que se usan en otros casos de analgesia controlada por el paciente (conocida como PCA). Este es otro aspecto en el cual esta técnica otorga a la mujer más autonomía y control en el momento del parto.
Además, la epidural ambulante también reduce las probabilidades de tener que practicar una episiotomía, con todas las ventajas que representa evitar este tipo de intervención.
Un trabajo reciente, elaborado por especialistas del Hospital Torrecárdenas, de Almería, destaca que uno de los argumentos en contra de la epidural ambulante es “que las mujeres pueden no ser capaces de sentir sus piernas de manera adecuada y por ello podrían caerse y lastimarse”. Este riesgo, sin embargo, es muy bajo si se deja a la futura madre que se mueva acompañada por su pareja, la matrona u otro miembro del personal sanitario.
De todos modos, la aplicación de la epidural ambulante aún es minoritaria en nuestro país. Se administra sobre todo en algunos centros privados. La sanidad pública todavía se encuentra en una etapa inicial en este sentido, entre otros motivos porque esta técnica requiere de personal adicional especialmente capacitado. Como señala Carlos Campuzano, especialista del Hospital Comarcal de Antequera (Málaga), en un artículo sobre esta cuestión, “el manejo de las dosis en la epidural ambulante es más individualizado y más difícil que con concentraciones mayores”. “La experiencia nos irá dando las pautas para que la embarazada consiga los objetivos de analgesia y participación activa”, concluye Campuzano.
Conviene recordar, por otra parte, que, como detalla la asociación El Parto es Nuestro, existe un amplio abanico de técnicas no farmacológicas -y por lo tanto más naturales– para paliar el dolor: inmersión en agua caliente, pelotas para mover y abrir las caderas, electroestimulación transcutánea (TENS) y, sobre todo, apoyo emocional y acompañamiento respetuoso para la mujer que ha de afrontar este momento tan especial.