La entrada en vigor del confinamiento para evitar la expansión del coronavirus coincidió con el final del segundo trimestre escolar y abarcará parte del tercero, unos periodos decisivos en el desarrollo del curso de miles de estudiantes de todas las edades. Suspendida la actividad en los centros de enseñanza, recae en los padres la responsabilidad de organizar y supervisar los estudios de sus hijos, lo que supone una implicación mayor que la necesaria en condiciones normales. Y más en el caso de que se haga teletrabajo. Por eso, en las siguientes líneas recogemos varias pautas de expertos que seguro te servirán para llevar adelante esta importante fase educativa en casa.
Los colegios han cerrado, pero el curso académico no se detiene. En estos días de confinamiento por coronavirus, la actividad docente ha pasado de las aulas al domicilio familiar. Sin la disciplina de los centros escolares, recae en los padres la responsabilidad de organizar la jornada lectiva de sus hijos, lo cual genera no pocas dudas. ¿Debe respetarse la rutina del colegio, o la influencia de factores externos (el trabajo de los padres, por ejemplo) justifica cierta flexibilidad? ¿Deben los progenitores ejercer de docentes? Estas cuestiones cobran especial relevancia toda vez que la cuarentena se ha decretado bien entrado el segundo trimestre: una fase decisiva en el curso.
Los horarios, como en el colegio
Establecer rutinas aporta seguridad a los niños; la repetición de tareas refuerza hábitos. Lo asegura la psicóloga infantil Silvia Álava, quien además recomienda hacer partícipes a los hijos de las nuevas reglas de la casa. “Diseñar con ellos una tabla de horarios, en una simple cartulina, les ayudará a ver que han colaborado en su elaboración, y no como algo impuesto. Así, los acatarán más fácilmente”, señala.
Lo idóneo es replicar en casa los horarios del colegio o, lo que es lo mismo, dedicar las mañanas a las obligaciones escolares. “Después de levantarse y desayunar, es momento de ponerse a estudiar”, dice Álava, quien incluso es partidaria de incluir la pausa del recreo para que tengan un rato de esparcimiento. “Pueden comer un tentempié similar al que toman en el colegio”, añade.
En esa idea reincide Carmen de Andrés, doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid: “Las rutinas las necesitamos todos, desde los niños a los mayores. Es muy importante mantenerlas, de cara a una mejor organización. Debe haber ratos para estudiar, para jugar, para comer, para hacer ejercicio, para dormir. Con cierta flexibilidad, ya que en casa se dispone de mucho tiempo”. A los hijos, en todo caso, debe quedarles claro que no están de vacaciones.
Imagen: SchoolPRPro
¿Cómo distribuir las distintas materias a lo largo del tiempo de estudio? En casa no hay timbre que avise del final de una clase y el inicio de otra. Un documento de la Universidad de Granada con recomendaciones para estudiar en casa durante la pandemia propone “alternar estudios que requieren más esfuerzo cognitivo (memorizar, asimilar, comprender) con actividades menos intensas (hacer lecturas, notas marginales, esquemas y resúmenes, etc.)”.
Distribuir las horas de estudio puede desarrollar habilidades en los niños mientras las escuelas permanecen clausuradas. Como declaró el doctor Michael Rich, director del Centro de Medios y Salud Infantil de la Escuela de Medicina de Harvard a The New York Times, “veo esto como una oportunidad para ayudar a los niños a ser más responsables”.
Un papel más activo de los padres
Siempre se ha dicho que los padres no deben hacer los deberes con los hijos, sino asegurarse de que los hagan. ¿Requiere esta situación una mayor implicación por su parte? Carmen de Andrés opina que sí. “Los niños, sobre todo el Primaria, son muy dependientes de los padres. Necesitan la ayuda de ellos para manejar plataformas digitales. El ordenador es de los padres. Forzosamente, estos deben implicarse más. Tendrán que resolver más dudas. Pero sin agobiarse”, explica. Conviene tener en cuenta que los padres deben supervisar el estudio al mismo tiempo que realizan sus cometidos laborales. “A veces perciben un exceso de trabajo: que lleguen hasta donde puedan”, concede la profesora de Ciencias de la Educación.
En cualquier caso, esa implicación paterna y materna en la educación de los hijos no debería limitarse al cumplimiento de tareas docentes. Pueden dedicarse otras franjas de la jornada a acometer labores tan imaginativas como divertidas, de las que también aprenderán. Como explica Carmen de Andrés, “aparte de esas actividades del colegio, los padres deben pensar también en actividades que estimulen su creatividad: hacer un dibujo, cocinar… Son espacios para canalizar muchas emociones”. También lo aconseja la Universidad de Granada: “Dibuja, escribe, baila: haz todo lo que te haga sentir bien”.
Aunque no todos los hogares disponen de una habitación exclusiva para el estudio, acotar un espacio de trabajo ayudará a evitar distracciones. Debe estar ordenado: hacer hueco a los libros de texto entre una montaña de ropa o junto a enseres de cocina dificultará la concentración. “Incluso aunque sea un espacio temporal, personalícelo con algunos objetos. Hágalo cómodo”, sugiere el profesor Martin Weller, de la Open University (Reino Unido), en una entrevista a The Guardian.